Los otros leones azules del Congreso

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Qué sorprendentes e interesantes pueden llegar a resultar las paradojas con las que el destino se empeña en enseñarnos que a pesar de encontrarnos en las antípodas de algunos de nuestros semejantes siempre habrá cuestiones en las que inexplicablemente coincidamos.

Vidas y vivencias.

Vidas y vivencias hay muchas y de muy distintas maneras. Las vidas que captan hoy mi atención, son dos en concreto. Dos viajeros, dos paseantes y dos vidas extremadamente diferentes. Una es la vivida por Erich un señor suizo que andará rondando los sesenta años, que de los diez días que pasará en Madrid ya lleva cinco hospedado en una de las mejores suites del Hotel Westin Palace y que en ésta fría mañana del mes de noviembre, madrugando como acostumbra y después de un opíparo desayuno, se ha abrigado elegantemente dispuesto a disfrutar de la ciudad que tiene a sus pies. Aunque la mañana esté gélida, el cielo luce de un azul especial, por eso, ha preferido dejar el paraguas en el hotel y solamente va acompañado de su inseparable cámara fotográfica, la cual, parece más própia de un profesional de la imagen que de un simple turista. Como el que quiere ganarle tiempo al tiempo, Erich ha salido bien temprano a la calle para dar su paseo matutino. Hoy no le hace falta tirar de plano, ya que ésta vez prefiere improvisar ruta y dejarse sorprender. Al llegar a la mitad de la Plaza de las Cortes algo ha llamado tan poderosamente su atención que decide pararse antes de proseguir la marcha…

En contraste a nuestro amigo Erich está la otra vida, una menos experimentada por la juventud y bastante más humilde por el presupuesto. Ésta, es la vida de Lotte,una veinteañera mochilera holandesa que ha tenido que hacer bastantes números antes de elegir sitio para pernoctar unos días. Una vez que le han cuadrado las cuentas se ha decantado por alojarse en un recoleto pero a la vez muy céntrico hostal, situado en la calle Del Principe. La joven, dispuesta a patearse Madrid en tres días va ataviada con ropa cómoda y bastante más informal que la de su inesperado compañero de mañana. Ésta, conforme iba bajando a paso rápido por la Carrera de San Jerónimo bebía a sorbos un ardiente café para mitigar el frio. Según sus planes ya se le estaba haciendo tarde para empezar la ruta de museos que se había propuesto. El tiempo era oro para Lotte, pero pronto se daría cuenta que si las prisas no te permiten disfrutar de un buen viaje debes tomarte tu tiempo y decirle adios al reloj.

Con cierta tranquilidad y tras el úlimo trago de café, la joven mira de frente, y se percata de que lo que tiene delante puede ser una de las imágenes más bonitas y significativas de cuantas haya contemplado. Con cierta habilidad, extiende sus brazos e intenta hacer una fotografía con su teléfono móvil. Uno al lado de la otra, la otra al lado del uno, y ambos intentan sacar la misma instantánea con diferentes protagonistas.

En un alarde de complicidad, la chica mira sonriente al señor y le pregunta, –¿Qué es lo que más destacaría de su foto?, Y éste, en un inglés algo atropellado, responde -Que lo más destacable de la instantánea es el “tercer león”, señalando con su dedo al policía uniformado que bajo el frontispicio y entre las columnas de estilo corintio custodia la enorme puerta de bronce.

A Lotte se le ha despertado una gran curiosidad y haciendo zoom amplía la foto fijándose detenidamente en ese especial “tercer león” que Erich le ha señalado. Mientras contempla ensimismada la gran instantánea que ha tomado, le pregunta a su nuevo amigo, –¿Y qué hace ahí?, A lo que Erich responde con mucha solemnidad, -No es solamente lo que hace, sino lo mucho que representa, pues ese policía no sólo está custodiando uno de los edificios más emblemáticos e importantes para la democracia española, también es la viva imagen de la firmeza y de cuántos valores se le presumen a la insigne institución a la que uniformado representa.

Una imagen vale más que mil palabras.

La icónica imagen de los leones del Congreso de los Diputados, es símbolo indiscutible de nuestra democracia. Bien sea por los reporteros de prensa que allí están siempre apostados o por los miles de turistas que pasan a su lado cada día, ésa estampa ha dado la vuelta al mundo en multitud de ocasiones. Unas veces por célebres acontecimientos y otras por alguno de los sucesos más tristes de nuestra historia. El hecho de que el edificio del antiguo palacio que alberga la cámara baja de las Cortes Generales Españolas se ubique en un lugar tan privilegiado de la capital, como es el Barrio de las Letras y su cercanía con el eje Prado- Recoletos, permite que todo aquel visitante de Madrid tenga la oportunidad de contemplar la elegancia y majestuosidad de los guardianes del Congreso.

Hoy el objetivo de la cámara se centrará e intentará enfocar la misma imagen, pero con vuestro permiso se hará desde otra perspectiva. Hoy los protagonistas son unos leones muy particulares, no son los dos leones popularmente bautizados como Daóiz y Velarde, ni están fundidos en bronce con los cañones capturados al enemigo en la guerra de África, hoy toca hablar de “los otros leones del Congreso, hombres y mujeres, policías de uniforme azul oscuro y tesón de hierro”.

Un honor y todo un reto.

Todo policía, llegado el deseado momento de la jura de su cargo, jura o promete cumplir y hacer cumplir la constitución, tal acción significa mucho más que poner en práctica el precepto fundamental de proteger la primera y principal norma del estado democrático, social y de derecho en el que vivimos. Es por ello, por lo que quedan revestidos de una merecida distinción quienes gustosamente y con excelsa dedicación están por la labor de participar en una empresa de tan considerable envergadura.

Si en toda labor policial, sea de la índole que sea predomina sobradamente la defensa de la Constitución y de cuánto ésta representa para todos los españoles, imaginemos por un momento lo orgullosos que se sienten los policías encargados de la seguridad del lugar donde nace nuestra Carta Magna. Esta tarea tan especial no está al alcance de cualquiera y para el que la asume supone un plus de motivación a la hora de desempeñar su función, y no sólo por lo honroso de la tarea en sí, sino por lo significativo del lugar y de las personas a quienes protegen.

Desde miembros del gobierno de la nación, a demás representantes parlamentarios, pasando por diferentes miembros de delegaciones extranjeras, e incluso hasta el mismísimo monarca Felipe VI en el ejercicio de sus atribuciones ante la cámara, son un ejemplo de la relevancia de las personalidades que tienen su actividad en el Congreso de los Diputados. A parte de garantizar la seguridad de éstas importantes personalidades, también lo hacen de todas aquellas obras de arte y demás artículos de incalculable valor que se encuentran en su interior, como pueden ser “Las Actas Parlamentarias del Reino de León”, considerado como el primer parlamento de la historia, o el “Ejemplar original de la Constituciones de 1978″, entre otros muchos más.

Y de leones va la cosa.

Los miembros del Grupo Operativo de Seguridad Exterior del Congreso de los Diputados GOSE, son esos “otros leones”, que uniformados de azul oscuro, trabajan discretamente, pero con mucho arrojo para que cada rincón de cada uno de los edificios que componen el complejo del Congreso de los Diputados quede resguardado a la perfección. Siendo conscientes de que la seguridad total no existe, estos policías, ponen empeño y máxima dedicación para minimizar cualquier riesgo. Para ello, se complementan con los policías que engrosan el Centro de Coordinación y Atención Parlamentaria CECAP, con el Grupo de Operativo de Avanzadas y Contravigilancias GOAC, con la Unidad de Subsuelo y con la Unidad de Escoltas, teniendo en cuenta además que en todo momento están apoyados por (los ojos que todo lo ven) una red de cámaras de videovigilancia controladas minuciosamente desde el Centro de Control de la Seguridad CECOS. Obligado es también hacer mención a quienes se encargan de darles otra necesaria cobertura, como la Unidad de Documentación y la Secretaría Técnica, adscritos todos ellos a una plantilla que lidera (literalmente), dirige y representa ante las más altas instancias, la Comisaria Principal, Doña Concepción Ramos Del Olmo, Comisaria Jefa de la Comisaría Especial del Congreso de los Diputados, Tribunal de Cuentas y Defensor del Pueblo.

Es la coordinación y la alta compenetración existente entre los diferentes grupos encargados de la seguridad, lo que facilita que la sintonía de todos sea perfecta, así de manera solapada, “donde uno no llega, el otro sí, y así sucesivamente”. Este heterogéneo engranaje sincronizado no es maquinaria relojera suiza pero se le parece mucho. Para garantizar la plena seguridad se ha de trabajar duro. Con el servicio formado y tras una reunión donde se imparten instrucciones a interiorizar, cada policía sabe de su cometido. Una vez aclaradas las dudas que hubieran podido existir, no queda lugar para la improvisación, aunque sí siempre un margen para la maniobra.

En el ámbito policial de la seguridad se tiene grabado a fuego un dicho que resulta tremendamente acertado “Los buenos necesitamos ser los mejores todos los días, ya que los malos solamente necesitan uno para ser certeros y hacernos daño“.

Disciplina, profesionalidad y vocación de servicio, son algunos de los muchos valores de quienes forman éste gran equipo, y que son aplicados a diario dando buena cuenta de ello al finalizar cada servicio. Las miles de personas, que de alguna manera trabajan y transitan por las instalaciones del complejo del Congreso de los Diputados delegan su seguridad en estos “leones azules”, siendo plenamente conscientes de que están en las mejores manos.

El próximo 9 de enero de 2024 se conmemorará el 200 aniversario de la creación de la Policía General del Reino (1824) bajo el reinado de Fernando VII. La Real Cédula firmada por el monarca, daría lugar a crear la Policía General de Vigilancia y Seguridad Pública, significando éste hecho el germen inicial de lo que tras numerosos cambios sufridos a lo largo de nuestra historia, actualmente es hoy la Policía Nacional. 

Por muchos años más, que estos leones sigan rugiendo alto y fuerte. Aún les queda mucho todavía por ver y por vivir. Pues otros antes que ellos, hace ya mucho tiempo atrás vieron antiguas y pomposas coronaciones, sufrieron tiempos convulsos de proclamaciones republicanas, momentos revueltos en periodo de guerras, vivieron con júbilo el alumbramiento de la democracia y de nuevo dieron la bienvenida solemne a nuestro Rey, desconcertados sufrieron un golpe de estado que intentó enmudecer España, pero de aquello también se salió. Fueron protagonistas y espectadores de la vuelta a la ansiada calma, y contemplaron años más tarde la proclamación de nuestro flamante Rey Felipe VI. Con éstas ligeras pinceladas, puede comprobarse que aunque haya pasado el tiempo, éste no se ha perdido en vano.

Sin saber lo que el futuro nos deparará, hay algo que sobradamente se tiene en claro, y es que losLeones Azules” como fieles custodios seguirán guardando “LA CASA DE TODOS” sabedores que acometer esta tarea fue siempre motivo de orgullo para cuantos decidieron elegir ese camino.

BRAU LÓPEZ MATAMOROS
DESDE EL ROMPEOLAS – h50 Diario Digital Policial. BRAU LÓPEZ MATAMOROS

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