No se me amontonen, no se me asusten. He regresado a mi juventud, cuando estudiaba Criminología y Derecho y voy a poner un supuesto práctico. Esos casos, muchos reales y otros inventados, pero siempre con muchos ajustes a la realidad que nos ponían aquellos magníficos profesores, Juanjo Díez, Javier Boix, Faustino Urquía o Rafael Bañón, que de todos aprendí algo, aunque por mi “burricie”, mucho menos de los que ellos enseñaban.
Me expongo, además de al amontonamiento por planear buscar a un sicario y contratarlo, a que me llamen facha. De hecho, con los últimos artículos escritos, criticando la amnistía, el golpe de estado de los puigdemones y Cía y la respuesta del Estado que parece dada por el hombre blandengue de El Fari, más de cuatro afirman que me he acercado al PP e incluso a Vox. Falsedad de falsedades. Me mantengo, sin militancia – ni me pienso apuntar- en la onda ideológica de Felipe, de Guerra, de Ibarra y de Juan Alberto Belloch.
Es irremediable recordar a los etarras con los que me breé durante bastantes años – de nuevo recomiendo que lean las Memorias de Belloch, “Una vida a larga distancia” , porque el pobre de Antonio Asunción no pudo escribirlas. El cáncer se lo llevó antes-. Cuando trabajé a las órdenes de estos dos grandes políticos y más grandes personas, Asunción y Juan Alberto, cuando yo ejercía de espía etarrólogo, más que un espía parecía la mayoría de las veces un predicador. Horas y horas de charla cansina y ejercicios espirituales para terroristas – los abogados, con Zulueta, Goiricelaia, Goioaga, Matanzas… a la cabeza les ordenaban una y otra vez, según me contaban ellos: no habléis con este tío que os lleva al huerto. ¿Cuál era el huerto? Siempre el mismo y recuerdo a todos y a cada uno de los que hablaban conmigo: Un Estado – predicaba yo- es una cosa muy seria. Nada de realidades franquistas con aquello de “España es una unidad de destino en lo universal” ni “España ya era una realidad eterna en la mente de Dios” o “España es la defensa moral de occidente”, “España ganada para Dios por la Santa Cruzada” – qué cabrones, llamar santa cruzada a una guerra civil de exterminio-. Bobadas de curas y de falangistas, de militarotes que perdían todas las guerras, Filipinas, Cuba, Norte de África…, y ponían el pie en el cuello a sus conciudadanos para someterlos – Franco, por ejemplo-.
Un Estado, una nación – lean “La construcción de la nación española” de Mario Onaindía, etarra antiguo reconvertido a ciudadano socialista tras ser condenado a muerte en Burgos-, es una realidad artificial, administrativa, cultural, económica, política y social. Esa realidad, que se construye tras siglos de pactos, bodas, guerras, acuerdos y puñaladas por la espalda, no puede ponerse en tela de juicio cada vez que cien tíos cogen las metralletas y pegan tiros, ni cada vez que unos cuantos votos son precisos para investir a un ambicioso de poder.
El Estado se tiene que defender en su esencia y en su forma y esa es una de las bases del Derecho, la defensa de la colectividad, del interés general que nunca hay que confundir con el que el político dice que es general. De acuerdo en que hay revoluciones. Pongamos como ejemplo la Francesa, pero no parece que sea el caso ahora. Yo soy republicano y tampoco creo que parezca el momento – la monarquía es inútil y lo está demostrando hoy mismo. ¿No saca la investidura Feijoy, pues nos vamos a elecciones y no das lugar a que sean los puigdemones quienes decidan, los que quieren desguazar el Estado deciden sobre el mismo y sobre su forma? La monarquía trabaja esencialmente por mantenerse. No parece el momento de andar con cambios radicales , que ya lo decía el fundador de los jesuitas, Ignacio de Loyola: en tiempo de tormenta no hagáis mudanza. Es como el amor de mi vida, que no me hace caso, que me ha dejado plantado como a una cebolleta y se agarra a la crisis, cuando las crisis se superan infinitamente mejor con quien te quiere, con quien es tu familia, con quien está a tu lado incondicionalmente. Mucho mejor que solo salvo que Tasio, el monitor de tu gimnasio ande ya rondando.
Leo en prensa catalana: “El independentismo conmemora el 1 de octubre exigiendo hablar también de autodeterminación”. Y todos los puigdemones con fanfarria y megafonía, en la plaza de Cataluña, defienden a voz en grito repetir el golpe – ya con una amnistía de por medio saben que les sale gratis- y dejarle claro a Sánchez que ese es el precio de su sillón porque para que Sánchez siga sentado en él, ellos son imprescindibles. Muchos apesebrados socialistas – que se dicen así- aplauden, apoyan, se les cae la baba en su solidaridad con el mando y hacen encaje de bolillos para que la autodeterminación y la amnistía quepan en un ordenamiento jurídico en el que no caben.
Caso práctico de Derecho Penal. Publico yo un anuncio en este mismo periódico que dice textualmente: “ Tengo que ajustar cuentas con un par de impresentables pero no quiero mancharme las manos porque soy muy escrupuloso. Busco sicario que ajuste esas cuentas por mi y le pagaré tres mil euros por cada trabajo. Son dos. Pago la mitad cuando lleguemos al acuerdo y la otra mitad al acabarlo”.
Si consigo que el periódico me lo publique, tan pronto esté negro sobre blanco vendría la policía o la guardia civil a buscarme y, esposado – cosa que no me ha pasado jamás aunque un sicario de pluma farsante lo sacó en primera página-, me llevarían ante el juez acusado de proposición, provocación o conspiración para delinquir. Vean los artículos 17 y 18 del Código Penal si es que, con la diarrea legislativa, Montero no ha hecho otra ley exprés. La conspiración supone un concierto de voluntades y la resolución conjunta de cometer un delito concreto. La provocación existe cuando directamente se incita por la imprenta, la radiodifusión o cualquier otro medio de eficacia semejante ante una concurrencia de personas a la perpetración de un delito. En mi caso llamo a la contratación de un sicario para ajustar cuentas y en el caso de los puigdemones llaman al desgajamiento de Cataluña porque ellos piensan que tienen que ser independientes, de ese estado opresor que es España, con base en la historia de “Els segadors” de cuando el Conde Duque de Olivares y de los austracistas y borbones del XVIII. Mecagoentoloquesemenea.
Corríjanme si he metido la pata porque con el desguace del Estado de Derecho – a la mierda el principio de igualdad y otros tantos que creíamos sagrados, con la confusión y la separación y el machacamiento de aquello que predicaba Montesquieu de la División de poderes, a lo mejor se han sacado otra reforma del Código y resulta que todo lo que estoy escribiendo son gilipolleces por aquellos argumentos tan manoseados por los puigdemones de libre expresión de ideas y libertad ideológica. Son derechos constitucionales, afirman eufóricos. También son un fraude de ley porque te apoyas en una ley y la usas, prostituyéndola, para vulnerarla. Ahí me meto de lleno a apoyar a Rodríguez Ibarra, otro facha como yo, que habló ayer de violación.
Y no me meto con ese delito porque acabo de entrar en estado de estupefacción – miren que he visto violadores de estos en mis cuarenta años de cárcel, pero sigo sin poder soportarlos- cuando leo que un degenerado violaba a su propia bebé, intercambiaba videos de contenido sexual muy duro y la ofrecía para grabar las aberraciones. Acojonante. La realidad supera siempre a la ficción. ¡Señor, llévame pronto!