Vivimos actualmente en una sociedad global donde se permiten muchas atribuciones a la propia violencia, observo diariamente qué, aun existiendo diferentes definiciones de violencia, se hace especial hincapié y relevancia con la imposición de fuerza física seguida en muchos casos de la violencia psicológica, pero en el caso de la psicológica, se ha llegado al punto de ser selectivo, dejando pasar y omitiendo cualquier condición que aunque resulten dichos actos de violentos privando de igualdad, de los derechos y libertades en su desarrollo en general.
La violencia en sí, vive en la sociedad desde la prehistoria, pero aun estando en peno siglo XXI, no hemos evolucionado lo suficiente a pesar de tener tanta información como para crear incluso una sociedad sin delincuencia.
No cabe duda que muchos factores fallan, y qué en realidad la lucha contra al misma está considerada como una tarea que corresponde únicamente a autoridades policiales y judiciales principalmente, y es aquí donde como criminóloga, reclamo que aun sabiendo la necesidad de corresponder que el propio ser humano debe aprender a ser racional y respetuoso consigo mismo.
Tenemos las herramientas básicas para llevarlas a cabo, pero nadie quiere mirar hacia delante, sino que continuamos mirando hacia atrás.
Donde veis que el matriarcado, y siento referirme con esas palabras, crece alegando dejar atrás al patriarcado… es una consecuencia contraria a la realidad, a los hechos nos remitimos, siguen creciendo casos de manera alarmante.
La igualdad se define como debemos respetarnos entre todos, sin género, aceptando que uno no es mejor que otro y que todos podemos ser mejor que nosotros mismos, superándonos para alcanzar nuestras metas respetando cada uno en su espacio.
Pero hemos normalizado la violencia como algo tan cotidiano, que no somos capaces de percibir de manera objetiva cuando lo tenemos de cerca o en primera persona, sus dimensiones reales, viéndolo como algo natural utilizando una frase “es lo que se lleva ahora”, por ejemplo, pero nos adentramos en una afección mental por la que las personas se rigen por un patrón que manipulan con sus palabras y violan los derechos de otros sin sentir remordimientos.
Una palabra que es muy usada es “maltrato”, no podemos seguir alentando esta palabra para cualquier suceso que nos acontezca; en estos casos debemos recordar que andamos con menores en la mayoría de los momentos, que ellos recogen lo que un adulto comenta, porque de manera instintiva y lógica, consideran que el adulto trata con ciertos conocimientos y deben aprender de ellos. Utilizar la palabra maltrato para todo, es el mayor error permitido que podemos ver diariamente.
El caos que provoca un divorcio con menores de por medio, siendo estos moneda de cambio para confrontarse entre los adultos y crear otro tipo de violencia, llegando confundir psicológicamente a los menores, necesitando realmente que sus progenitores independientemente de las desavenencias que se hayan en el entorno familiar, no puede permitirse este tipo de casos, dejándolo como algo cotidiano a la espera de una elección de los menores a buscar una atención.
Una forma de prevenir este tipo de conductas es teniendo en cuenta los factores que influyan de manera agresiva. Por ejemplo, tenemos diferentes factores en los que destacar las conductas violentas:
- Factor cultural; Es bueno conocer las culturas del mundo, pero se debe tratar y valorar las normas que se refuerzan en cada lugar, donde influyen de diferente forma, de hecho, debemos contemplar que en muchas se acepta la violencia física, viéndose como algo cotidiano, pero no vemos en nuestra sociedad europea por ejemplo, que hacemos lo mismo de manera psicológica, que tratamos con las personas sin respeto, que de la nada dejamos de lado la buena conducta. Entre el factor cultural, debemos incluir los videojuegos y la TV además de internet, tratándolo como gran parte de la criminalidad de este siglo, esto ha crecido exponencialmente dejando que las familias lo permitan inconscientemente, sin normas estables y sin diferenciar realmente las conductas que deberían ser adecuadas. Poner límites no es tener la mano dura, sino tratar con razón la futura delincuencia.
- Factor familiar; en la mayoría de los casos, los adolescentes que escogen la vía fácil de la delincuencia, viven en familias desestructuradas, no significa que sean familias sin recursos, sino que se ha demostrado que viven en permanentes conflictos, abandono, divorcios, maltrato o abusos entre otras causas. Otro dato dentro de este factor, son las familias permisivas, que no tratan con disciplinas o normas básicas para crear vínculos y buenas relaciones entre ellos.
- Factor escolar; el acoso escolar se ha vuelto muy importante en los últimos años, el nivel de delincuencia juvenil se ha disparado y los centros educativos carecen de las herramientas suficientes para hacer frente a estas prácticas.
- Factor individual; la propia personalidad es un factor muy influyente, no es necesario que cumpla los factores antes mencionados, simplemente, pueden promoverse desde la falta de tolerancia, frustración, características de la propia personalidad que debe tratarse desde edad temprana para evitar posibles actos delictivos en el futuro.
Sin ir más lejos, hablemos de sucesos en este último año, el crecimiento de agresiones entre adolescentes, en grupo, siendo en muchos casos el agresor conocido… además de los casos de suicidios entre adolescentes que hemos podido contemplar desgraciadamente, estamos ante un pasividad social desconcertante.
No entiendo qué esperan para ponernos a los profesionales a trabajar para disminuir este crecimiento de delincuencia. Dejamos que la violencia de género (hombres y mujeres) sigan creciendo del mismo modo que las agresiones sexuales, el acoso escolar, y un largo etcétera.
