El próximo día 2 de mayo se conmemora el Día Internacional contra el Acoso Escolar, y diferentes entidades, políticos además de Organizaciones gubernamentales, se unen para realizar las campañas contra el bullying, donde se supone que desarrollan la función social de concienciar ante el problema que sigue existiendo acerca de éste y que afecta a innumerables estudiantes de todo el mundo.
El acoso escolar se divide en diferentes tipos, como son: el bloqueo social, intimidación, coacciones, agresiones físicas y sexuales, homofobia, ciberacoso, etc.
¿Qué está sucediendo en los últimos años? De forma objetiva, hemos podido ver en diferentes medios de comunicación, un grandísimo incremento de agresiones sexuales entre adolescentes y acoso escolar en los centros educativos, en los cuales ahora no se hace ninguna mención, porque quizás no interese lo suficiente por las elecciones municipales y generales.
Esta semana, he podido compartir una charla que podréis escuchar en un podcast grabado la próxima semana con Noelia Medina, en “ConCiencia Criminal”, en el cual, este problema no solo sigue creciendo, sino que además no existe ninguna apreciación contundente por parte del gobierno que tras la aprobación en este caso de la reforma por la nueva ley “si es si”, seguimos en un absoluto silencio.
No puede ser, que tras el suceso de Logroño, se hallen dos adolescentes, tras la brutal agresión que sufrieron por parte de sus propios amigos y las amenazas que han recibido tras el terrible suceso, no exista por ningún político un golpe en la mesa y exigir un cambio en la legislación penal de menores, donde no se contemplan unas condenas por este tipo de delitos penales en pleno siglo XXI superan lo impredecible.
Tampoco puede ser, que tras el suceso en una localidad de Murcia, de menos de 10.000 habitantes, un grupo de adolescentes, salga de “caza” como si se hallasen dentro de un videojuego, para cometer un delito de agresión física a un chico escogido al azar, que tras las innumerables provocaciones para que este saltase, por diferentes insultos lascivos y agresivos hacia su pareja, reciba una brutal paliza, pero además, no pueda salir de su vivienda por miedo a encontrarse con estos individuos, ya que algunos están en libertad provisional y otros son inimputables por no cumplir con la edad exigida para ser procesados.
En el caso de agresiones sexuales, nos encontramos ante la misma situación, son menores que no pueden ser condenados porque no cumplen con la edad mínima exigida por ley para ser procesados ante un juez siendo 14 años, y surgiendo desde los 12 años, por lo que son inimputables.
Así que, debemos tener en cuenta que aunque nos encontremos en elecciones municipales y posteriormente a finales de este año en las generales, no tienen ninguna intención de reformar la ley que rige actualmente. Que nadie hace nada por aplicar sentido común ante los sucesos que se están viendo cada vez más a menudo, y que, en los centros educativos se carece de personal adecuado para poder abordar este tipo de problemas creando una señal de alarma y proceder a activar un protocolo de actuación adecuado ante las circunstancias por la falta de formación.
Entonces, ¿para que se celebra un día internacional en contra del acoso escolar? ¿Se hace algo para que los menores realmente no sigan cometiendo o disparando las alarmas ante este tipo de sucesos? ¿Realmente existe la preocupación por parte del gobierno?
Sin duda, esto es un debate que suscita a muchos, que emerge la evidencia clara de que los centros educativos están desbordados por los efectos que se están dando a niveles psicológicos, porque en muchos casos, los menores ante el silencio del propio sistema que debe acudir a su ayuda, siguen desamparados ante las “cero” soluciones.
No estoy negando en ningún caso que sean fenómenos novedosos, siempre hemos conocido el acoso escolar, pero la situación en los últimos 10 años, y sobretodo, tras la pandemia, existe una grandísima diferencia y una aclamación de numerosos padres con el miedo de la situación que están viviendo.
Las redes sociales se han convertido además en el portal de insensibilidad en el acoso escolar, ya que, se vuelve en una opresión para los menores y deja en total vulnerabilidad a dichos adolescentes, poniendo en la cresta de la pirámide al propio agresor que se encuentran volcados en canalizar su odio hacia sus víctimas y que estos se vuelven virales.
Luchar contra el bullying, no es solo intervenir con medidas disciplinarias, sino se deben identificar las causas, actuar sobre el propio elemento del acoso, aumentar las condenas. que en el caso de los testigos por miedo se actúe con el mismo silencio por miedo a convertirse en nuevas víctimas de los agresores desaparezca. Por ello, en gran medida, las redes sociales son un punto desfavorable, alcanzando unas proporciones que carecen de protocolos adecuados de detección y por consiguiente de actuación.