JUCIL reclama un incremento del personal que se dedica al control fiscal y de fronteras en esta ciudad y la mejora del material de protección del que disponen, anticuado y muy deteriorado
La asociación profesional Justicia para la Guardia Civil (JUCIL), mayoritaria en el Consejo de la Guardia Civil, critica que un año después de la última invasión de la valla de Melilla por cerca de dos millares de inmigrantes subsaharianos nada ha cambiado en la línea fronteriza entre el territorio español y Marruecos. “Estamos igual” ha expuesto el secretario general de JUCIL, Ernesto Vilariño en su visita a la ciudad. “Da la impresión de que el desastre humanitario provocado por el último salto multitudinario a la valla, del 2 de marzo del año pasado apenas ha removido conciencias políticas en nuestros gobernantes, ni por los fallecidos que hubo en el lado marroquí de la frontera, ni por los guardias civiles heridos por intentar el control de la violencia desplegada por quienes lograron cruzar la valla y entrar sin permiso en España” ha declarado el representante de la asociación profesional.
Tres patrullas como mucho en la frontera
La vigilancia de la valla con Melilla sigue al cargo de los guardias civiles del Servicio de Seguridad Ciudadana, integrada por unos 150 componentes, un número virtual ya que la realidad es bien distinta. “Esa cifra está formada por cinco turnos de treinta integrantes cada uno, los necesarios para cubrir los descansos, las vacaciones, los permisos extraordinarios… Pero lo que no se cubre son los casos de destinos que en realidad están comisionados en otros puestos, en ocasiones desde hace años. Difícilmente se cumple esa cifra de treinta integrantes por turno. En la mayor parte de las ocasiones, hay tres o cuatro patrullas, a veces solo la mitad” ha explicado Vilariño tras reunirse con los asociados de JUCIL en Melilla. “Si se repitieran los acontecimientos vividos hace un año, menos de treinta guardias civiles, quizá alguno más con los ocho miembros de Grupos Rurales de Seguridad que existen por turno, serían la última barrera que defiende la frontera sur de Europa de las invasiones de inmigrantes” ha argumentado el secretario general de JUCIL.
Plantilla escasa y sin los medios adecuados
“Las unidades de Seguridad Ciudadana ni cuentan con el material adecuado ni con suficientes elementos humanos para contener avalanchas como la que se les vino encima el año pasado” ha dicho por su parte el secretario de Comunicación de JUCIL, Agustín Leal. “Además de estrecheces de personal, los encargados de la vigilancia de la valla cuentan con una dotación escasa, cuando no inexistente de medios de protección. Aún utilizan cascos que se han demostrado de escasa capacidad de resistencia y los 150 que han llegado nuevos se reservan para las unidades GRS, pero tienen que compartirlos” ha apuntado el responsable de Comunicación de la asociación profesional. A lo anterior se une que los escudos de que disponen están muy deteriorados y las máscaras antigás no son las adecuadas y resultan muy incómodas de utilizar. “Enfrentarse a una masa de cientos de personas desesperadas por entrar, que vienen con garfios afilados, con piezas metálicas en su calzado para superar la valla que no dudan en utilizar contra los guardias civiles es una de las tareas que más heridos ha provocado sin que parezca existir interés desde nuestros gobernantes en que cambie esta situación”, ha manifestado Leal.
Incertidumbre sobre su futuro
JUCIL entiende que debe de aclararse con rapidez cuál será el futuro de estos guardias civiles que se ocupan de la vigilancia de la valla y que, según lo previsto, pasarán a una nueva compañía del servicio Fiscal y de Fronteras. “Pero queremos que estos compañeros, algunos con muchos años de servicio y su vida afincada en Melilla, tengan prioridad para formar parte de este servicio, sera cual sea la fórmula que se utilice por parte de la administración”, ha indicado Ernesto Vilariño.
Los representantes de JUCIL han precisado que en la actualidad, con un único paso abierto entre España y Marruecos a través de Melilla, la situación en la aduana es tranquila, aunque exija cerca de dos horas de espera a quienes desean cruzar de un país al otro. “Las dificultades empezarán si con el mismo personal se abre también el paso de Farjana y quizá el del Barrio Chino. Se produciría una grave falta de personal para atender los cruces de una manera segura” ha concluido Vilariño.