En España unos jóvenes berrearon insultos machistas a unas jóvenes del colegio de enfrente, las aludidas respondieron en un acto que parecía tan concertado como esperado esa noche y, a las que entrevistaron durante la mañana siguiente, no se sentían ofendidas.
Esos insultos no son una excepción. En algunos colegios mayores se siguen considerando como una tradición. Y las letras son, en su mayoría, vejatorias y machistas.
Algunos políticos, instituciones y personajes varios hablan de delito de odio, solicitando duros castigos.
El código penal de este país castiga con prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses a quien públicamente fomente, promueva o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquel, por motivos racistas, antisemitas, antigitanos u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, aporofobia, enfermedad o discapacidad.
Los becerros carecen del elemento subjetivo del delito que exige conocer y querer ese resultado con su conducta. La “tradición”, el concierto y su testosterona les impide llegar tan lejos.
La juventud tiene un problema y este país también. La aparición de buitres manipuladores buscando la polarización, la división social en su beneficio. Las redes arden aún. Señalamientos de inquisición para quemar a todos los jóvenes que abrieron las ventanas y calificados como “cayetanos” de un colegio “pijo”.
Abrir telediarios y pedir prisión para absolutamente todos los orangutanes nos convierte en inquisidores de una juventud a la que debimos educar en valores. Sanciones administrativas como la expulsión, también están tipificadas y evitan que esto vuelva a suceder. Olvidamos la principal responsabilidad del colegio/s que lo venía/n permitiendo.
A saber como puede interpretarse lo que acabo de escribir.
Gedeón Pérez
Yo solo sé que los inquisidores actuales son muy duros con el blanco a la par que benévolos con el de color.Que se haya formado este guirigay a costa de palabras mal sonantes,a la vez que se importan seres para los que la mujer vale menos que una mula,demuestra el cinismo actual en el que vivimos.¡Vivir para ver!
La historia de siempre, cuando toca rendir cuentas por asuntos importantes nos salen con las típicas noticias que encanta a todo al que le gusta meter la nariz en el culo ajeno. Le dedican segundos a temas científicos, o de rabiosa y preocupante actualidad y en cambio coloquios enteros para chorradas varias que a fuerza de machaqueo en plan teletienda convierte al oyente en acólito de lo que le propagandeen. Estrategia de evadir el bulto con el despiste. Muy típico. Muy colorao…