Es una información en primicia del periódico “La Gaceta de Salamanca”. Un joven 21 años se enfrenta a una condena de 36 años de cárcel y más de 50.000 euros de indemnización tras someter a brutales maltratos a una niña de solo 12 años con la que se había casado a través del rito gitano en Salamanca. La Fiscalía de Salamanca ha pedido esta condena para el joven tras tener constancia de las vejaciones, humillaciones y agresiones que sufría la pequeña de solo 12 años.
La Audiencia Provincial de Salamanca ha previsto un juicio contra el acusado durante los días 27, 28 y 29 de septiembre donde se tratará este caso ocurrido en la localidad de Peñaranda.
El periódico ‘La Gaceta’ ha tenido acceso al escrito de calificación provisional del Ministerio Fiscal donde se apunta que el joven de 21 años se casó con la pequeña de entonces 12 años en el año 2020 cuando ambas familias tramitaron un acuerdo gitano. Tras la ceremonia, la menor se fue a vivir con el acusado y con la familia de este a la localidad salmantina de Peñaranda. Fue allí cuando empezó la completa pesadilla de la menor de edad.
“A partir de entonces y hasta el 27 de diciembre de 2020, recoge el escrito de la Fiscalía, M.L.B., con intención de saciar sus libidinosos instintos, mantuvo relaciones sexuales con la niña sin el consentimiento de esta y prácticamente a diario“, recoge el escrito del Ministerio Fiscal al que ha tenido acceso el medio de comunicación.
El mismo día de Nochebuena, el 24 de diciembre de 2020, el acusado le propinó un puñetazo en el ojo a la niña, la tiró al suelo y le obligó a dormir fuera de la cama. Tras la agresión, la menor sufrió un hematoma en el párpado superior derecho.
Quemaduras con soplete, palizas y cortes de pelo
Todas estas agresiones no quedan aquí ya que el hombre también realizaba quemaduras en diferentes partes del cuerpo a la menor con un soplete. Debido a esta tortura, la víctima sufrió heridas que llegaron a infectarse y le provocaron cicatrices por el cuerpo. Según el propio Ministerio Fiscal, esta práctica la realizaba a diario con ánimo de menoscabar “su integridad física y dejar de nuevo clara su posición de superioridad”.
La menor de edad también era víctima de un secuestro ya que el acusado la dejaba encerrada en la habitación durante días, tan solo la dejaba asearse dos veces a la semana y solo le daba de comer una vez al día.