Madrid ha sido escenario de un cruel y doble asesinato que acabó con la muerte de una mujer y amiga. El presunto autor de los hechos, Fernando González de Castejón, Conde de Atarés y Marqués de Perija, terminó así con la vida de ambas acabando por quitarse la vida una vez consumado el crimen.
Los hechos se remontan a la madrugada del 20 de junio. Una vez analizadas todas las circunstancias que han rodeado este caso se puede trazar un perfil psicológico del aristócrata el cual arroja evidencias de psicopatía con rasgos de sadismo.
El sádico disfruta humillando y agrediendo a otros sin que sea por autodefensa o por sentirse atacado. Es normal el consumo de drogas y prácticas de actividades de riesgo muy peligrosas. Son personas intolerantes a la frustración como narcisistas eliminan el rasgo humano de las personas llamándoles perros, garrapatas, ratas callejeras… En su particular ciclo de fanatismo ideológico una afrenta es considerada como una grave pérdida de honor y un ataque hacia su honorabilidad es considerado incluso peor que la muerte.
Una mirada fija y con cambios de tamaño en las pupilas puede llegar a denotar consumo de drogas. Debemos considerar que sustancias estupefacientes como la cocaína, marihuana y anfetaminas produce midriasis o dilatación mientras que los opiáceos producen miosis o disminución.
Aunque no haya agresividad a priori, y aquí la hay de base desde la niñez, el consumo de drogas derivan en ese tipo de comportamiento además de psicosis no originarias tanto por sus efectos como el síndrome de abstinencia o deshabituación.
Este pensamiento único y dictatorial genera ansiedad e hiperkinesia y en vez de descargarla con rutinas saludables como la práctica de actividades deportivas, recurren al uso de armas y a efectuar disparos contra una diana que se extrapola en sus mentes a la semejanza de estar apuntando a personas.
Habiendo casos de maltrato previo, sospecho un temor en la pareja a que la dañase a ella o a la hija menor de doce años y cuando se decide a abandonarlo no se optó por una vía eficaz amparada por la legislación vigente ya que debió acudir a la Policía a dar cuenta de los hechos, no a una amiga dada la personalidad de este individuo al que le importaba mucho su status como refleja su forma de nombrarse adosando títulos.
Por su comportamiento y actitudes refleja ser considerado para sí mismo como ser superior y distinto al resto, con la razón absoluta y por ello nadie tiene derecho a opinar lo contrario. Un auténtico peligro cuya solución única y primordial es denunciar a la Policía y no optar por el perdón por miedo o por temor a perder tu estatus social o dependencia afectiva.
Como siempre, nos encontramos ante otro caso donde se halla un menor en medio de todos estos problemas que de haber estado residiendo en el domicilio incluso podría llegar a haber sido una víctima más de este crimen. El caso es que su madre la protegió en otro lugar y ella y su amiga perdieron la vida antes de la huida. Es evidente su ideología fascista el perfil de asesino sinónimo, rasgos de desprecio y eliminación del diferente.
Recordemos el deber también de amigos a denunciar y de vecinos que veían sus prácticas de tiro en el inmueble incluso sin contar con el permiso de armas porque el daño futuro se ha visto que es peor e irreparable.
Autora: Pilar Enjamio Furelos, psicóloga