En alguna ocasión, la delincuencia ha llegado a materializar sus fines delictivos desde el subsuelo. Tenemos casuística de intrusiones, sabotajes e incluso atentados terroristas. En un artículo anterior hice un resumen de alguna de estas incidencias, recordando atentados de ETA, sabotajes del GRAPO y atracos a entidades bancarias; todas estas acciones pertenecen al pasado, y desde la especialidad de Subsuelo se trabaja a diario para que siga siendo así.
Pero hoy en día; ¿Qué uso se le está dando al subsuelo por parte de las organizaciones criminales? ¿Es el subsuelo un escenario olvidado por los delincuentes?
Pues no lo es, no es un escenario olvidado. El subsuelo sigue siendo un lugar atractivo para el ocultamiento, afortunadamente, ya no hablamos de artefactos explosivos, pero tampoco bajamos la guardia en ese ámbito; hablo de ocultamiento de actividades delictivas, casi todas ellas relacionados con las plantaciones clandestinas de cannabis.
De un tiempo a esta parte se está observando un uso incipiente del subsuelo por parte de organizaciones que se dedican al cultivo, elaboración y distribución de marihuana. Durante el año 2020 varias las operaciones policiales desarticularon bandas organizadas que usaban el subsuelo para esconder su actividad ilícita, muchas de ellas a modo de búnker.
El cultivo ilegal en interior de viviendas era lo más habitual, pero ahora lo que ha sorprendido a la Policía es encontrar estas plantaciones en el subsuelo, algo inédito, y que por supuesto aleja el cultivo de las miradas indiscretas, un fin que persigue cualquier organización criminal para no ser descubierta, y para ello huyen de la superficie para esconderse bajo tierra.
En alguna de estas plantaciones llegan a usar cavidades naturales tales como cuevas, como en el caso de la foto anterior. Una intervención que comienza con unas amenazas a los policías y termina con la localización de una pequeña plantación de marihuana oculta en el terreno.
En otras ocasiones recurren al ingenio y aprovechamiento de materiales. Así ocurrió en Jerez del Maquesado (Granada). Operación realizada por la Guardia Civil, donde el detenido había enterrado un semirremolque de un camión frigorífico de 15 metros de largo a una profundidad de 5 metros, algo que sorprendió enormemente a los investigadores.
Posteriormente abrió un agujero en el techo y colocó un tubo del diámetro de una persona con una escalera metálica para acceder al mismo, dejando a la vista lo que parecía un pozo del alcantarillado.
Son investigaciones que acarrean mucho trabajo y horas de dedicación, y para complicarlo cada vez más, los delincuentes aumentan la inversión para iniciar este negocio y mantenerlo en funcionamiento sin levantar sospechas.
En alguna ocasión llegaron a comprar finca, después la adquisición del material y equipamiento, la creación de toda la instalación, minado del terreno, excavación de túneles para enganchar la corriente, creación de empresas a modo de pantalla, instalación de grandes generadores de corriente, compra de cantidades ingentes de combustible para su funcionamiento, adquisición de maquinaria industrial de aire acondicionado, turbinas para eliminar el olor de la sustancia, instalación de centralitas de domótica para controlar la plantación por control remoto, cámaras de vigilancia, construcción soterrada de laboratorios clandestinos, etc.
Son muchas las operaciones de este tipo que se han llevado a término desde el año 2020, y en lo que va de este año 2022 se siguen culminando investigaciones que terminan con la localización de búnkeres subterráneos que esconden estas plantaciones indoor, o incluso zulos para ocultar otras sustancias como cocaína, speed, MDMA y también armas.
Después de meses de investigación y numerosas horas de seguimientos, vigilancias y las pertinentes pesquisas para confirmar e identificar a los cabecillas, llega la hora de culminar; la hora de la entrada y registro, o el asalto, el control y detención de los presuntos autores e intervención de efectos y pruebas, ese es el momento de mayor tensión y estrés, de su rapidez y eficacia depende todo lo demás, a veces, incluso, sorteando trampas colocadas a muy mala fe.
Cualquier zulo o búnker que se ha localizado en estas operaciones bien se puede asemejar con espacios confinados, es decir, dentro de estos recintos, todos los elementos que allí cohabitan pueden provocar accidentes no deseados, o incluso peor, la atmósfera interior puede ser mortal para cualquier compañero que penetre en ella sin las medidas de seguridad pertinentes y equipos de protección adecuados.
Desde la especialidad de subsuelo, nuestro cometido antes de entrar es realizar una medición del aire que hay en el interior del zulo, y también es muy necesario realizar una evaluación constante mientras permanecemos dentro, la calidad del aire que estamos respirando puede cambiar en cualquier momento, incluso nuestra propia presencia puede viciar la atmósfera que nos rodea.
Ya no hablo solo de la atmósfera interior, también iniciamos una serie de pautas de seguridad desde superficie para conseguir una vía de entrada fiable, y, sobre todo, tener prevista una salida que debe ser rápida, segura, y con medios y espacio suficiente para una extracción de emergencia de cualquier compañero.
Un accidente o indisposición de un actuante dentro de lugares así, por liviano que sea, se complicará bastante tanto su asistencia in situ como la extracción a zona segura si no hay un plan de respuesta previamente acordado.
A la hora de afrontar una entrada en el subsuelo o cualquier lugar cuyas características se aproximen a la definición de espacio confinado, es necesario una serie de equipos de protección individual y colectivo para que la ejecución de la tarea sea lo más segura posible; equipos de respiración autónomos, linternas para atmósferas explosivas, detectores de gases, equipos de escape, dispositivos anticaídas, material rescate y asistencia de heridos, etc. son un ejemplo de ellos. Todo este material nos protege contra los riesgos latentes en el subsuelo, pero hay uno de ellos que a mí personalmente me preocupa, y al que más respeto le tengo.
En casi todas los zulos y búnkeres sitos bajo tierra que ocultan la actividad delictiva, se aprecian en ellos una cosa en común; están apuntalados. He ahí el riesgo que a mí más miedo me da en mi trabajo; UN DERRUMBRE. ¿Qué me protege de un derrumbe?, ¿Qué posibilidades tengo de salir con vida?
Además de la medición de la calidad del aire antes y durante, y la disposición del material para entradas, salidas, asistencia y extracciones seguras de los funcionarios actuantes, también es importante una evaluación preventiva de la estabilidad de la infraestructura excavada bajo tierra, para que todos los intervinientes gocen de la mayor seguridad posible; La Unidad Especial de Subsuelo, sus componentes y experiencia, su material y tiempo está ahí para y por vosotros.
Además de la medición de la calidad del aire antes y durante, y la disposición del material para entradas, salidas, asistencia y extracciones seguras de los funcionarios actuantes, también es importante una evaluación preventiva de la estabilidad de la infraestructura excavada bajo tierra, para que todos los intervinientes gocen de la mayor seguridad posible; La Unidad Especial de Subsuelo, sus componentes y experiencia, su material y tiempo está ahí para y por vosotros.
Autor: Un servidor, Guillermo V. componente de la UES. Indicativo Topo