Cobra plena actualidad de nuevo el perfil del estafador del amor o gigoló. Estamos ante una conducta pervertida del “coleccionista de amantes”, un individuo embaucador que poco a poco y con dotes de manipulación conquista a sus víctimas haciéndolas creer un falto afecto y unas promesas de amor que son en realidad quimera y mentira consiguiendo que se rindan a sus pies. Nos encontramos ante personajes que sufren megalomanía, hacen creer a los demás que son personajes a la altura de actores conocidos o que gozan de la amistad de altas personalidades amén de un estilo de vida rodeado de lujos y placer.
La corteza prefrontal es la que permite distinguir cuando nos dicen la verdad o nos mienten, cuando las afirmaciones son irreales o fantasmadas o si, por el contrario, son reales. El estafador del amor estudia a sus víctimas diciendo lo que ellas quieren oír y en este momento de confusión la corteza cerebral frontal se desactiva y se cree lo increíble e ilógico dando paso a una situación donde la mentira se troca en verdad. La víctima es objetivo de falsas promesas de amor, incluso de matrimonio, para seguidamente inventar contratiempos graves que impiden el verse en el presente retrasando ese escenario idílico.
Aprovechan la ingenuidad de quien se montó un castillo de ilusiones y sueña con su amado, un punto en el que nada importa el dinero. Por ejemplo, se ha dado el caso de relatar una historia en la que se argumenta que el barco del “amado” va a la deriva en el mar y necesita cierta cantidad de dinero porque peligra su vida y se lo devolverá a posteriori. Tras escuchar al estafador, la víctima acude rápidamente a transferir esa cantidad. Luego surgen otros problemas como el del billete para encontrarse porque le han robado y debe enviarle más dinero para salir de otra presunto inconveniente.
El lujo de estos canallas psicópatas no es otro que vivir de las mujeres a través del engaño y aprovechándose de su dependencia afectiva. Es conocido un caso de quien ofrecía matrimonio a muchas mujeres y cada mes les pedía dinero para comprar un piso ya que el pondría la otra mitad y las novias de mentira no desconfiaban. De este modo su caudal crecía más y más.
Estas situaciones deben denunciarse y, de hecho, muchas afectadas lo hacen pero ya cuando el estafador desaparece o se inventa una enfermedad donde tanto su vida como la de sus ahorros, de repente, están muy dañados…
Es evidente en una pareja real y en momentos de crisis laboral uno puede aportar más que otro o ayuda a quien amas realmente. Lo virtual, las relaciones, el sexo, demuestran carencias afectivas y se disipa la ética en estas personas mediocres que no conocen el respeto, pero ellos si lo piden. La denuncia le cortará las alas y evitará nuevas rehenes del amor.
Un análisis de Pilar Enjamio Furelos para h50