Actualmente entendemos el síndrome de burnout (o de desgaste profesional) como una forma disfuncional y prolongada en el tiempo de respuesta psicológica ante el estrés laboral, y se caracteriza porque quien lo sufre presenta una serie de conductas y sentimientos negativos hacia la gente con la que contacta en el medio laboral, así como la sensación de sentirse agotado emocionalmente.
Se manifiesta, pues, con la aparición de los siguientes síntomas: Agotamiento emocional, despersonalización o conductas negativas hacia usuarios y compañeros y sentimientos de baja realización personal.
La persona que padece un síndrome de burnout se vuelve anhedónica, es decir, que lo que anteriormente era motivo de alegría ahora no lo es; en otras palabras, pierde la capacidad de disfrutar. A diferencia de su situación anterior, el trabajo ya no le produce incentivos a la persona afectada.
Desde fuera, a esta persona sus compañeros la perciben en un constante estado defensivo: niega los síntomas anteriores y desplaza los sentimientos hacia otros ámbitos. Suelen tener un trato poco amable hacia compañeros y ciudadanos, cuando no claramente agresivo y retador.
Este síndrome suele deberse a múltiples causas y la profesión policial es precisamente donde confluyen muchas de ellas, lo que comúnmente llamaríamos una “tormenta perfecta”. Así, en una profesión de alto contacto con personas, donde a menudo se dan dinámicas con los usuarios que van desde la identificación hasta la despersonalización, con unos horarios de trabajo excesivos, ausencia de cambios laborales durante periodos prolongados de tiempo, el trato poco correcto de compañeros y superiores, la nunca suficientemente subrayada privación del sueño y las expectativas y prejuicios que rodean a la población policial, muchas veces compartidos inadvertidamente por los mismos policías y sus familias, con frecuencia superan las capacidades del individuo para resolver estas situaciones, y son fuertes predictores de la aparición de un síndrome de burnout.
La conciliación de la vida laboral, familiar o personal se ha convertido en uno de los retos más importantes en este siglo XXI debido a los cambios tecnológicos, sociales y culturales que se están produciendo en la sociedad. La conciliación permite establecer un equilibrio personal al compatibilizar la actividad laboral con la vida familiar y personal, ejes principales del bienestar y de desarrollo socio-emocional de la persona. La falta de equilibrio entre estas distintas áreas de la vida origina conflictos que afectan a la persona generando el estrés o burnout y produce resultados negativos también para el desempeño laboral. Los estudios existentes ponen de manifiesto que los cambios tecnológicos, la inestabilidad laboral y las largas jornadas de trabajo, entre otros, son algunos de los factores que están dificultando la conciliación entre la vida laboral y familiar, y además están propiciando el incremento de estrés en los policías.
Los psicólogos del medio laboral insisten en que los empleadores (en este caso, la Administración) han de crear una cultura institucional que aplauda el tiempo libre, que aliente y promueva las vacaciones, los pasatiempos fuera del trabajo y que enfatice las actividades familiares: Esta cultura va a crear un entorno social que fomenta un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal entre los policías, y va a redundar en la aparición de círculos virtuosos y dinámicas funcionales en el medio laboral que, en el medio y largo plazo, van a beneficiar a la institución policial en su conjunto.
Si bien estos cambios estructurales se refieren al medio y largo plazo, en el corto plazo somos los propios interesados quienes podemos empezar a llevar a cabo pequeños gestos proactivos que contribuyan a propiciar la aparición de un clima favorable para la modificación de la cultura institucional.
Para la mayoría, ésta sigue siendo una de las carreras más gratificantes que existen. Además, cuenta con el respeto de la mayoría de la población, que nos considera lo suficientemente valientes como para ponernos un uniforme y correr hacia el peligro cuando todos los demás huyen. Todos los días, los policías ven muerte, abuso y tratan con lo peor de la sociedad. El público nunca experimentará lo que hacen. Muchos no pasarían un día en tus zapatos. Esto es lo que te puede hacer sentir especial.
Así que es tentador asociarse solo con personas que sí entienden por qué haces cosas extrañas, como bromear sobre la tragedia y la muerte. Pero cuando sales con policías, generalmente hablas de trabajo. Algunos van un paso más allá. Ven programas de policías, leen libros de policías, frecuentan bares de policías. Escuchan la radio de la policía fuera de servicio. La lista continúa.
Pero contamos con una alternativa: Siempre hay que tener una salida fuera del trabajo lejos de los factores estresantes que experimentas a diario. Sal con amigos que no estén en la policía. Encuentra un pasatiempo que te distraiga del trabajo. Mantente en forma, física y mentalmente. Aléjate del trabajo en tus días libres. Piensa en otras cosas además del trabajo policial. No permitas que tu trabajo sea la única fuente de tu identidad.
Otro gesto que podemos y debemos llevar a cabo es la de pedir ayuda cuando una situación nos supere: Una persona requiere ayuda profesional cuando tiene un problema que le desborda y dificulta su vida diaria y que le causa un malestar y un deterioro en sus distintas áreas de funcionamiento de manera habitual. Estas dificultades tienen una duración, una intensidad y una frecuencia anormal. Simplemente comentar tu situación con personas con las que te sientas cómodo –familia, amigos, compañeros- o directamente con un profesional de la psicología te puede ayudar incluso de formas que ni siquiera habías previsto.
Con estas premisas, podemos empezar a pensar en un cambio de paradigma que permita reforzar la conciliación familiar y laboral, y así facilitar que cualquier persona trabajadora, hombre o mujer, pueda mantener una carrera profesional plena y a la vez ejercer su derecho al cuidado de su familia, el desarrollo de su personalidad, su formación o el disfrute de su ocio y tiempo libre.
Presidente COFAPOL. Luis Vicente VIDAL SABUGO