Gobierno y gestión del caos como forma de control

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En diciembre de 2020 publicamos un artículo para explicar de qué manera se pretende controlar a la Policía usando la ingeniería social, sirviéndose de un proceso en escalada que va desde la manipulación simple (1) hasta la intimidación (5), pasando por la persuasión (2), la negociación (3) y la decepción (4).

Estas técnicas operan a todos los niveles de control social y no solo a nivel policial, tampoco son teorías de la conspiración, son ciencia política.

En el mismo artículo también mencionábamos de qué manera controlar la criminalidad había sido una estrategia del Chavismo en Venezuela para consolidar el poder político, hasta el punto de habilitar expresidiarios como policías y transformar grupos criminales en milicias armadas a las que otorgar el control de las calles. Y de qué manera un documento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de 2009 recomendaba a los estados “prevenir y controlar la criminalidad” (no combatirla), los autores de tal documento serían un grupo de “expertos” entre los que hay una feminista vinculada a Venezuela, académicos de derechos humanos, un académico estudioso de procesos revolucionarios y violencia estatal, un juez Salvadoreño de la Corte Suprema de Justicia cuando gobernaba la izquierda, y un exministro de Antigua y Barbuda, paraíso fiscal que en 2009 se integra en el ALBA (una asociación de países socialistas de Iberoamérica). Entre los autores también aparece Felipe González.

El documento está financiado por UNICEF, el Gobierno de Italia de Giorgio Napolitano (demócratas de izquierda) y la Open Society Foundations & Soros Foundations Network.

Como forma de control de la criminalidad existe el sistema estadístico de la criminalidad, un modelo diseñado maliciosamente para inflar y desinflar la criminalidad a conveniencia, de modo que permita justificar operaciones y presupuestos, así como vincularlo a las recompensas que se reparten entre quienes se dejan “domesticar”. En otro de nuestros artículos explicábamos cómo funciona el sistema de recompensas y de qué manera las medallas se vinculan al sistema estadístico.

El pasado mes de octubre (2021) explicábamos como las cosas se habían salido de madre en Cubas de la Sagra, y por más que lanzaran vídeos haciendo monerías en Tik-Tok o marearan la perdiz con documentales del GEO, el problema seguiría sin resolverse porque la propaganda no soluciona los problemas. En el mismo documento explicábamos el fraude de las macroperaciones policiales, cómo las usan para justificar que están haciendo algo y sostener los mercadillos de medallas, dietas internacionales y enchufes de “cuñaos”.

En diciembre (2021) denunciábamos cómo el Gobierno ataca el liderazgo hasta el punto de imponer una cultura de la cancelación sobre quienes toman decisiones, mientras siembra los cuerpos de seguridad de Villarejos, caciques siniestros que mercadean por los despachos, que conocen a mucha gente, y sobre todo obedecen. Se los diferencia porque no han pisado la calle, pero tienen el pecho lleno de medallas como si los hubieran matado varias veces. Sin estos no es posible sostener el crimen, pero siempre dicen “que solo son unos mandaos”.

El problema de Cubas de la Sagra de octubre ya está en Madrid, y estamos ante el resultado de un proceso cuya principal responsable no es la “extrema derecha”, sino la extrema incompetencia de políticos como la Delegada del Gobierno en Madrid, de profesión, experta en comunicación, o sea propagandista, de ahí el auge de los vídeos haciendo monerías en las redes sociales. Volvieron a hacerlo, nos metieron a otro perfil más carente de capacidad, por ignorar la seguridad y solo saber quejarse de que se hace política con las bandas “juveniles”, repartiendo culpa para unos y honores para otros, e invocando a la profesionalidad colectiva de unas fuerzas de seguridad que no conocen, porque no están rodeados de policías, están rodeados de jefes que le dicen lo que quieren oir.

¿Cómo se traduce la gestión del caos por el gobierno a las calles?

La violencia es un fenómeno social muy estudiado por psicólogos, sociólogos y politólogos, justamente lo que más abunda entre los políticos de la izquierda. Luego, no pueden alegar ignorancia, se trata de negligencia y lo que está pasando es el resultado de la dirección política.

Veamos la secuencia de hechos:

 

1.- Todo comienza por la teoría de las ventanas rotas (Dr. Philip Zimbardo). Se produce un proceso gradual y continuo de degradación del entorno. Para que esto ocurra es necesario desbordar los barrios de inmigración por encima de su capacidad de absorción, especialmente si son de países donde su relación con la violencia es estrecha.

2.- Efecto Lucifer (Dr. Philip Zimbardo). Es producto de un entorno degradado, individuos con liderazgo y estándares morales más bajos adoptan comportamientos dominantes frente a otros. Tras el liderazgo aparece la reincidencia, la escalada y la imitación. Otros optan por la “indefensión aprendida” y aceptan el control de los primeros, el número de interacciones se multiplica según se multiplica el número de actores.

3.- Aparecen zonas de confort criminal. Las calles pasan a ser escenarios competitivos. No se controla a las bandas que operan, tampoco se activan programas ocupacionales para sacar de las calles a los jóvenes y mantenerlos ocupados y motivados. Se promueve una cultura libertina, indiferente y relativista, devaluada, sin normas, sin castigos ni recompensas, que acaba en el nihilismo (o vacío existencial) hasta que nada importa.

4.- La violencia se democratiza y aparecen las no-go zones. Zonas fuera del control policial, donde las calles están controladas por bandas a través de sistemas propios de recompensa y castigo, rituales, símbolos, cultura propia, y en que la cultura de banda habrá sustituido a la cultura local. En este momento las bandas latinas compiten por el control de las calles en Madrid para crear sus no-go zones.

5.- El caos se hace sistémico. La delincuencia deja de ser un problema de seguridad ciudadana y es un problema de orden público. Las capacidades se ven desbordadas como hace un año lo estaban en las playas canarias recibiendo pateras, se trata del mismo proceso de desbordamiento en el espacio y el tiempo que además era previsible.

A un escenario de caos sistémico se habrá llegado de la siguiente forma:

  • Controlando el crimen en lugar de combatirlo a través de la estadística,
  • Mediante operaciones improvisadas ajenas a los problemas reales, evitando la planificación estratégica y no siguiendo una disciplina.
  • A través de la propaganda en las redes sociales y medios de comunicación, ahora mismo la propaganda de género está en auge con 20000 millones de euros.
  • Cancelación del liderazgo, retirando de la calle a policías que toman decisiones y asumen responsabilidades (como el Subinspector de la patada en la puerta). Y desalentando la iniciativa de aquellos que trabajan con un criterio definido.
  • Cancelación de la autoridad con leyes como la última reforma de la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana. Una ley que les ha salido por la culata porque ahora beneficia a quienes están en la oposición.

Todo lo comentado es solo una pequeña parte de mi nuevo libro: Entre el orden y el caos, hacia un marco europeo de uso de la fuerza. Resultado de dos años y medio de investigación incluyendo el máster en seguridad internacional. En el libro se expone de qué manera gobiernos sin disciplina, sin capacidad para dirigir la política a través del orden, y al servicio de intereses extranjeros, acaban dirigiendo países a través de la gestión del caos, y de qué manera para conseguir el control social se usa a la Policía.

Este fenómeno ocurre también en otros países de Occidente donde están viendo amenazada su seguridad alimentaria ante la crisis del sector primario. Algunos no han apreciado que sin gobierno se puede vivir, pero sin carne, leche, huevos y pescado no.

Juan Pablo de Anca Cuesta.

Subinspector de Policía Nacional.

Fundador de Una Policía para el Siglo XXI.

 

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