Los escoltas privados han protegido durante años a cargos políticos, empresarios y periodistas de la amenaza terrorista de ETA. Este particular colectivo de la seguridad llegó a alcanzar la cifra de 3.800 efectivos que lucharon en primera línea desempeñando una labor fundamental para salvaguardar la vida de terceras personas. Su actividad profesional ha sido desarrollada principalmente en País Vasco y Navarra con un nivel de riesgo muy elevado.
Pilaru Ramos nos presenta una nueva entrevista en exclusiva con un escolta privado que prestó servicio en dichas zonas especialmente conflictivas. Bajo el apodo de “El niño”, este profesional que entró a edad muy temprana a formar parte de este colectivo, nos narra en primera persona su experiencia, analizando el pasado y presente de la profesión en España después de haber sufrido en primera persona la calma tensa de los denominados “años de plomo”.
“Siendo andaluz allí, una vez que abríamos la boca ya te encasillaban. O eras escolta, o eras policía o guardia civil, no colaba que trabajabas en la construcción”, nos relata El niño profundizando también sobre las medidas de autoprotección que ha tenido que llevar a rajatabla para velar por su integridad física y la continua presión psicológica bajo el yugo de los asesinos de la banda armada.
Durante este entrevista, profundizamos en el día a día de un escolta y las intensas jornadas de trabajo. “Hay servicios que duran hasta 18 horas al pie del cañón, donde quizás tengas media hora para comer porque tu protegido tiene un ritmo de vida muy intenso”, nos relata. Estos profesionales han dedicado gran parte de su vida a los denominados “VIP”, alejados de sus familias y entregando todo su tiempo a la protección de los amenazados por ETA.
Se podría decir, que este colectivo han sido “los grandes olvidados” después de los años más intensos años de terrorismo. Sin contar con la misma protección jurídica que los agentes de las FFCCS, estos trabajadores han dependido de Interior a través de las empresas que le han abonado sus nóminas. Sin embargo, después de estos años las grandes promesas desde el Gobierno respecto a su reubicación han caído en el olvido y se sienten totalmente abandonados por parte de aquellos a los que tanto sirvieron.
Uno de las opciones laborales que más cobraba fuerza después de aquel periodo ha sido la de formar parte de la vigilancia privada del perímetro de centros penitenciarios. Pero actualmente, una minoría de estos vigilantes son ex escoltas acabando todo ello en promesas incumplidas. Tampoco se le ha dado salida a una importante labor (muy demandada por asociaciones) como lo es ofrecer protección a víctimas de violencia de género.
El niño nos relata la realidad ante este duro escenario en el que muchos de sus compañeros han tenido que buscar salida en el extranjero, otros emprender un negocio y el peor de los casos acabar en el paro sin grandes esperanzas pasando duras dificultades económicas.
Hoy en día, tampoco ha habido ningún esfuerzo político por dar salida a la profesión. Una labor que podría ser fundamental para evitar muertes derivadas de situaciones de maltrato o también efectuar labores de seguridad en puntos críticos ante el nivel de alerta 4 antiterrorista activado. La amenaza sigue ahí fuera, grandes profesionales están dispuestos y la eterna deuda continúa guardada en un cajón.
La alusión que hace en la entrevista a llevar algún objeto personal del VIP en cuestión. En detrimento de poderle dar la cobertura imprescindible. Añadir una acotación que la entrevistadora no menciona. Muchos escoltas de nuestras FFCSSEE les ha pasado igual. Porque por desgracia lo he vivido y visto en primera persona. Poniéndolo en conocimiento de sus Superiores y algunos les apoyaban plenamente. Haciendo imcapie a la personalidad que eran escoltas velando por su vida , no mozo de carga, niñera… Otros con la frase es lo que hay, no les quedaba más remedio que agachar la cabeza. No sólo a los escoltas privados