Vivir al lado de una personalidad narcisista es altamente insoportable y generador de conflictos continuos. Aunque en la base está un profundo complejo y vulnerabilidad se muestran prepotentes y siempre creen que ellos son la autoridad incluso ante sus superiores.
Nadie les puede retar y cuando ellos son culpables siempre culparán a los demás. Las personas que se clasifican bajo este perfil psicológico creen que les corresponde el máximo rango y los máximos honores aunque no los tengan asignados ni se derive su responsabilidad mínimamente. Todo esto les genera ansiedad y derivada de ella una agresividad permanente cuando no se ven en el status más alto.
Estos individuos suelen acudir al médico por problemas que identifican como ansiedad o depresión, culpando al entorno de un estado del que solo él es responsable.
Un buen profesional en la entrevista debería saber discernirlo y concluir que se trata de un trastorno narcisista. Para ello, es necesaria una terapia de conversión. Se muestran autoritarios y controladores con compañeros de trabajo y en familia. Pueden insultar y descalificar pero, cuidado, a ellos no puedes descalificarlos ni decirles nada que puedan percibir como un insulto o infravaloración.
Son personas autoritarias, que deforma la realidad y que solo consideran que su opinión es la válida. De esta forma, se hace muy difícil la comunicación con ellos porque no razonan y elevan el tono de voz (incluso gritar). Si hablas te interrumpen y suelen hablan por encima de ti. Se cree que toda ello tiene su base en la infancia y las relaciones parentales ya sea por menospreciar sus capacidades o por sobrevalorarlas y magnificarlas. A veces, el origen también puede ser debido a un trastorno neurológico de fondo que crea esa conducta.
Fiscalizan el trabajo, son sumamente controladores, e inspeccionan a sus compañeros con minuciosidad para a continuación descalificarlos sin base alguna para ello y que de esta forma no obstaculicen unas “grandiosas cualidades” de las que en realidad carecen.
Respecto a su comportamiento en pareja, suelen pisotean a la otra parte ordenándole desde como debe vestirse hasta lo que ha de comer o beber. No aceptan un no y tampoco es extraño que cuando se les lleva la contraria sean agresivos verbal y físicamente, o sea, maltratadores.
A menudo suelen consumir alguna sustancia como alcohol y acaso algún tipo de droga para paliar la excitación que le produce cualquier traba a su posición de máxima autoridad y conocimientos, por supuesto, en su mente trastornada.
El diagnóstico de simple depresión o ansiedad no vale porque a veces las medicaciones prescritas pueden derivar en efectos paradójicos o secundarios que instan a abandonar la medicación. De esta forma, se vuelve a la ansiedad creada por la abstinencia de medicación. Es estrictamente necesario recurrir a una terapia y control mental, terapia de conversión. Conocidas las causas y comprendidas serán atajadas.
Respecto al ámbito policial, o cualquier profesional de la seguridad, si este trastorno no está curado es un peligro ya que la agresividad puede traducirse en un uso inadecuado o desproporcionado de un arma, herramienta de defensa necesaria en los momentos adecuados exclusivamente.
Autora: Pilar Enjamio Furelos | Psicóloga