Desde la asociación Una Policía Para el Siglo XXI significan que es vivimos tiempos críticos en las calles por el incremento de la violencia con una oleada de apuñalamientos que llevamos años advirtiendo, se está replicando un fenómeno que ya había tenido lugar en las principales capitales europeas como Londres, París, Bruselas o Frankfurt. Luego lo vimos en Barcelona y ahora es visible en Valencia, Zaragoza o Madrid.
Para enfrentarnos a esta situación desde Una Policía para el Siglo XXI han diseñado un marco de referencia de uso de la fuerza que han enviado a la Oficina de la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, al Ministerio de Interior y al Ministerio de Defensa. “El documento aspira a ser un reglamento europeo porque los mismos problemas que tenemos en España, los tenemos en toda la Unión Europea, y consideramos que hace falta un instrumento jurídico que nos de la misma cobertura desde el Mar del Norte hasta el Mediterráneo y desde la frontera Rusa hasta el Atlántico”.
En artículos anteriores de la serie “gestión de la violencia”, esta asociación ha tratado los principios generales de la gestión de la violencia, para saber que la violencia ha de ser interrumpida porque es un fenómeno social continuo, que va más allá de las capacidades policiales. Es oportunista como las dinámicas sociales, se limita con la legalidad que es nuestra herramienta de trabajo, y es asimétrica porque ocurre cuando unos ejercen la hegemonía sobre otros, y tal hegemonía está al margen del control policial, Por ejemplo, cuando un grupo tiene armas y otro no. La violencia no ocurre en escenarios simétricos porque no es un fenómeno democrático, aunque lo hayan democratizado haciéndolo más accesible.
En otro artículo de la misma serie, hablában de las fases iniciales en la gestión de la violencia y mencionábamos lo que ocurre en los niveles 1, 2 y 3, cooperación activa, cooperación pasiva y resistencia pasiva, usando como ejemplo el caso del suicida de Zaragoza que se auto apuñaló con un cuchillo dentro de una fuente.
También han hablado de la escala de la amenaza y de la asimetría, explicando que las amenazas son escalables y nuestra labor consiste en desescalarlas, no en afrontarlas todas desde la misma óptica, ello requiere experiencia, templanza, gestión de los tiempos y de los espacios. No precipitarse para no escalar innecesariamente, ya que, en caso de ejercer una asimetría para interrumpir la escalada de la violencia, es necesario justificarlo. Por ejemplo, si saco mi arma de fuego y disparo al aire cuando estoy rodeado por una masa hostil que pretende agredirme y arrebatarme mi arma, en tal caso estoy escalando frente a una amenaza inminente porque existe una asimetría numérica que lo justifica, y necesito frenar esa escalada para proteger mi vida.
En las etapas avanzadas del uso de la fuerza, las que se comprenden en los niveles 4 y 5, la amenaza es la resistencia activa (nivel 4) y el ataque directo (nivel 5), las respuestas son de “contención” (nivel 4) y “neutralización” (nivel 5).
Señalan un caso reciente, sería el hombre armado con una escopeta en la sede de Naciones Unidas el pasado 2 de diciembre de 2021, que fue resuelto con profesionalidad por los agentes del Departamento de Policía de Nueva York.
Los primeros en llegar tuvieron que evaluar el nivel de la amenaza. No saben si se van a encontrar con un arma real o con una de juguete, si es un terrorista, un suicida, un homicida que pretende arrebatar la vida a alguien o un paciente psiquiátrico bajo un SDA (Síndrome de Delirio Agitado), si está lúcido o bajo los efectos de alguna sustancia, si va por libre o tiene rehenes, incluso puede ser una víctima escapando de una agresión. Tampoco se sabe si es un nivel 1 y prestará una cooperación activa o un nivel 5 y va a atacar a los agentes, o si es una emboscada.
Según la doctrina Canadiense, en las fases avanzadas de uso de la fuerza, los errores tácticos más comunes son 12:
- No estar localizable y no emplear la cobertura disponible. Esto puede ocurrir cuando se penetra en un domicilio para evitar un episodio violento que requiere intervención inmediata y nos quedamos encerrados, no teniendo vía de evacuación ni de apoyo.
- No prestar atención a las manos.
- Cerrar la brecha reaccionaria antes de una adecuada evaluación de riesgos. Esto significa no dejar que la intervención evolucione por si misma y tratar de acelerar el final, y/o acortar las distancias antes de que la amenaza desescale su nivel de hostilidad/estrés.
- Indecisión. Actuar sin un plan o ir a “ver qué pasa” también nos pone en riesgo.
- Movimiento demasiado lento en espacios abiertos, o demasiado rápido en espacios cerrados. En todos los escenarios no se actúa de la misma manera.
- No saber cuál es tu siguiente posición cuando te trasladas o no tener una vía de salida.
- Perder de vista el propósito de la actuación y correr riesgos inútiles, atendiendo a provocaciones o cortando una intervención para atender a otra. Por ejemplo, dejar de atender una amenaza para responder a un comunicado o perseguir a alguien que escapa.
- Sentir vergüenza de reaccionar de forma segura y adecuada, será percibido como una debilidad a explotar por alguien con un perfil dominante.
- No identificar y localizar objetos ni objetivos. Busca desde lo próximo hacia lo lejano y limpia el área en la que te encuentras antes de pasar a la siguiente posición.
- No acertar con cada decisión, ni con cada disparo.
- Fijación del objetivo y visión de túnel. Perder la visión periférica es un problema que me pone en riesgo a mí y a la operación.
- Relajarse demasiado pronto cuando pueden surgir situaciones imprevistas. Hay que mantenerse cubierto, no dar nada por sentado, cuestionarlo todo y permanecer en disposición para reaccionar hasta la retirada completa.
El caso de Nueva York parece que inicialmente fue evaluado como un posible nivel 5 por el riesgo de amenaza terrorista y desplegaron medios especiales. Algo posible en una gran capital, pero no en la mayoría de los sitios donde la primera patrulla se tendrá que hacer cargo de todo.
Resultó ser un nivel 3 (resistencia pasiva), pudieron establecer contacto con él y desescalarlo. Permanecía parapetado y amenazaba con quitarse la vida mientras se apuntaba a si mismo con la escopeta.
Para tener éxito sería necesario aceptar su pasividad, pero transformar la resistencia en cooperación empleando el principio de retroactividad, esto significa mantener una comunicación continua a una distancia cómoda durante el tiempo necesario, una forma de improvisar la comunicación para que tome confianza, sería facilitarle un teléfono móvil para conversar con él telefónicamente en un tono normal atendiendo a sus demandas sin elevar la voz, sin emitir juicios y proyectando confianza.
La desescalada duró varias horas, luego no es un trabajo que pueda hacer alguien estresado.
Principios de la gestión de crisis:
Según la misma doctrina Canadiense hay cinco principios en la gestión de crisis, que son ignorados cuando los jefes no son policías, sino son burócratas preocupados por hacer estadísticas y esto es frustrante porque no te van a resolver un problema, están a lo suyo:
- Cobertura. Es la protección frente a una amenaza física percibida, el chaleco es la más conveniente si está en uso. También sirve el bloque motor del vehículo, postes telefónicos, bocas de incendio o esquinas y se ajustarán a la evaluación continua de la amenaza. Cobertura y ocultamiento difieren en que la cobertura existe cuando el agente ha sido detectado por la amenaza, en caso de no haber sido detectado, será ocultamiento.
- Señales de amenaza. Pueden ser visuales o auditivas e incrementan la disponibilidad para el combate. Son el foco de atención durante la evaluación de riesgos y pueden ser cualquier movimiento exagerado, la pérdida del contacto visual o una mirada a lo lejos. Las manos ocultas en todo caso son un riesgo que debemos reducir.
- Brecha reaccionaria. Es la relación entre el tiempo y la distancia que necesitamos para dar una respuesta adecuada, en el espacio es conveniente buscar ventajas tácticas como barreras o una altura más elevada. A mayor brecha reaccionaria, mayor es el tiempo de evaluación y respuesta, menor será la vulnerabilidad y mayor la seguridad del agente.
Uno de los riesgos sobre la brecha reaccionaria es la colaboración mal entendida, cuando un agente estresado trata de colaborar sin ser llamado porque sobrevalora la amenaza, muy probablemente pretenda acelerar la intervención, invadirá los espacios, y boicoteará a sus compañeros provocando una escalada que pondrá en peligro a todos. La sobre-activación de un miembro del equipo acaba en solapamiento y caos, y a estos agentes debemos pedirles que no estén en primera línea, mejor en segunda o en tercera.
- Regla del uno más uno. “Donde hay una amenaza, no asuma que hay solo una, donde hay un sujeto hostil, puede haber más, donde hay un arma, puede haber otras”. Las amenazas también pueden contar con cobertura y con refuerzos, pueden tener planes y tender trampas, un individuo con una ballesta puede neutralizar a un agente y apoderarse de su arma mientras otro simula haber sido víctima de un accidente. Esto lo tienen previsto en manuales yihadistas.
El nivel de fuerza se ha de basar en señales y acciones que anuncian una escalada, no en presunciones ni suposiciones. La evaluación continua de riesgos nos permite no actuar antes de tener la seguridad que requiere la intervención, pedir colaboración antes de intervenir, o apoyo si es urgente, y no bajar la guardia hasta que se ha producido la retirada.
- Comunicación. La intervención policial no es un proceso democrático en que todos cooperan como si fuera un mercadillo, cada uno debe conocer su lugar. Es un proceso de liderazgo en que actúa el más cualificado, los demás apoyan con su presencia protegiendo el entorno y evitan tomar decisiones para evitar solapamientos. Todos no deben estar a la misma distancia de la amenaza, todos no deben ser el foco de atención, ni mantener el contacto verbal. En equipos amplios como ocurre en el orden público, la comunicación la puede llevar alguien designado (un negociador) y la coordinación se puede ejercer desde fuera del perímetro de la intervención por alguien que marca los tiempos y las decisiones, pero esto no es lo común en el día a día.
La intervención de la Policía de Nueva York se resolvió con profesionalidad, consiguiendo desescalar la amenaza de nivel 3 (resistencia pasiva) a nivel 1 (cooperación activa) y darle tratamiento de paciente psiquiátrico. En todo caso, de acuerdo con nuestro modelo de uso de la fuerza basado en 5 niveles de amenaza, los propósitos de la intervención son cinco:
- Nivel 5. Neutralizar la amenaza.
- Nivel 4. Contener la violencia.
- Nivel 3. Desescalar la resistencia.
- Nivel 2. Doblegar la voluntad o estimular la cooperación.
- Nivel 1. Recabar datos para decidir/informar.