Banqueros, bancarios y otras miserias

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Columna de Ricardo Magaz. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.

En mi juventud, ser bancario, es decir, trabajar en banca, era una ocupación prestigiosa. Iban de corbata a la oficina y tenían consideración social. Era, en definitiva, una profesión envidiada.

Por el contrario, los banqueros, es decir, los “dueños” de los bancos, tenían tan mala reputación como siempre.

Deriva

En algún momento de hace un par de décadas la profesión comenzó la deriva. Aquellos bancarios en los que confiaba la gente del barrio o del pueblo comenzaron a cambiar. No todos, es cierto, pero muchos, muchísimos, se tiraron al monte de la codicia. Ahí comenzó la rapacería.

La macroestafa de las acciones preferentes en España no se pudo llevar a cabo sin la participación de banqueros y bancarios. 700.000 personas, principalmente ancianos y trabajadores, perdieron buena parte de los ahorros de su vida, cuando no todos, con este fraude. Los bancarios deshonestos se fijaron especialmente en los abuelos que entraban en las sucursales y les colocaban el veneno de las preferentes sabiendo que estaban esquilmándoles.

Miserias

Con el paso del tiempo la banca ha empeorado, si esto era posible. Infinidad de sucursales son ahora un contenedor de miserias. Miseria cuando se deja tirada en la calle a la gente mayor con la cartilla en la mano. Miseria cuando se trata descortésmente a los clientes. Miseria cuando se extorsiona con comisiones abusivas…

Hace poco, tomando café, un amigo, empleado de banca, me confesó: “Después de 20 años en la sucursal me prejubilan a la fuerza; no quieren veteranos que les recordemos su indecencia”.

Un hombre honesto. Aún los hay.
(*) Ricardo Magaz es profesor de Fenomenología Criminal en la UNED, ensayista y miembro de la Policía Nacional (sgda/ac)

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