Ahora que ya estábamos empezando a superar la llamada guerra pandémica, que nos transformó en esclavos como en tiempos del autoritarismo más cruel, sin derechos civiles, menos humanos, difundiéndose el pánico por los cuatro costados y poniendo el magnetismo populista al servicio del gran poder económico que está multiplicando sus inmensas fortunas mientras la miseria se derrama por las calles. En este momento, nos encontramos, no sé si buscada de propósito, con otra posibilidad más que real de guerra, en este caso militar. Es como si idearan otro plan para volvernos a introducir en las cloacas de sus propias trincheras. Es la resurrección de la guerra del 2014 entre Rusia y Ucrania, cerrada en falso, que se saldó con la ocupación por Rusia de la península de Crimea y otras regiones fronterizas del sudeste de Ucrania como Donbas, donde los enfrentamientos entre las tropas ucranianas y los milicianos rusos nunca cesaron con la callada por respuesta de Occidente.
Bien, en este escenario, si se produjera la invasión de Ucrania por la Rusia de Putin, deberíamos preguntarnos: ¿Qué podemos esperar de USA, UE y OTAN en defensa de Occidente? Es decir, para defender nuestra civilización, nuestra cultura, nuestra forma de vivir, nuestros principios democráticos de libertad, igualdad y seguridad. Me temo que nada, ya que hay muchos líderes de cartón piedra en Occidente, incluidos los europeos, que no tienen los huevos de acero de los comunistas y/o totalitarios. Se fueron hace tan sólo unos meses de Afganistán corriendo con el culo al aire y dejando a su propia fortuna a millares de cooperantes interiores y exteriores. ¿Qué podemos esperar de los cobardes, que parecen ser nuestro propio espejo? Los rusos con la ayuda de la superpotencia China, ahora callada por el interés de sus próximos Juegos Olímpicos de Invierno, actuarán con firmeza para definitivamente convertirse en la segunda potencia mundial, siempre después de CHINA.
Así las cosas, los dictadores siempre impedirán el desarrollo de cualquier forma de libertad, tratarán de acogotarnos, aniquilarnos y aprovecharse de nuestras múltiples debilidades, mientras ellos pondrán a su servicio a la totalidad de los casi mil quinientos millones de siervos, que no ciudadanos libres. Son los de siempre, los enemigos de la libertad. Y, todavía, muchos siguen en el teatro de sus sueños viendo a leones que creerán que son gacelas que los invitan a la salvación eterna. Mientras más de 200.000 soldados ya visibles en la frontera, según acreditan las fotografías vía satélite, invadirán próximamente Ucrania, creando si fuera preciso su propia excusa. Estados Unidos advierte de una invasión inminente, que ocasionaría una respuesta contundente. Lo mismo piensa el Reino Unido.
Por el contrario, la UE, con los intereses económicos de Alemania y el perfil bajo de Francia, dice que es una exageración, pero anuncian un tsunami de sanciones por boca de nuestro Ministro de AAEE. La dura realidad es que Rusia está aplicando una política militarista como paso previo a la guerra para anexionar territorios y dar un golpe en la mesa con sus huevos de acero, no precisamente de porcelana, que es lo que está haciendo Europa oliendo el miedo, aunque el Presidente del Gobierno de España ordene la movilización tres barcos, algunos soldados y material para tratar de tener mayor peso en la OTAN ¡claro está! con la oposición de Podemos que siempre tendrá como aliados a los comunistas, al nuevo Zar de Rusia. El “NO A LA GUERRA” nunca lo manifestaron en la invasión de Crimea.
Soy un hombre de paz, pero no soy tonto, el que mucho cede acaba comiendo sus propias heces. La sangre, sudor y lágrimas derramadas habrán sido inútiles, como inútiles los millones de muertos que dieron su vida por defender la dignidad humana, que incluso es más importante que la propia vida. El 5 de octubre de 1.938 Winston Churchill recriminó al Primer Ministro Neville Chamberlain en la Cámara de los Comunes del Parlamento Británico, cuando volvió a su país después de vender los Sudetes de Checoslovaquia a Hitler para aplacar las ansias expansionistas nazis, diciéndole “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra (…) elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”.
Como desgraciadamente se comprobó, la vieja política del “apaciguamiento y tibieza” del Reino Unido ante Hitler fue un inmenso error que la humanidad pagó a un alto precio con la Segunda Guerra Mundial. El riesgo de una próxima guerra ahora es alto y si no actuamos a tiempo con firmeza y determinación podría suponer la destrucción de Occidente, nuestra autodestrucción. Después mucho llanto sería ya inútil. Rusia quiere imponer con la supervisión de la agazapada China un nuevo orden mundial, contando además con el apoyo de todo tipo de dictadores, incluidos los magnates económicos.
Autor: Manuel Novas Caamaño | Abogado