Agentes de la Policía Nacional han detenido en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz a un fugitivo que llevaba cuatro años huido, desde que fue condenado a once años de prisión por un presunto delito de agresión sexual llevado a cabo de forma reiterada contra un menor que padecía una discapacidad psíquica.
Los hechos ocurrieron en 2016. El detenido abusó sexualmente de un niño de 13 años con el que mantenía vínculos familiares y que presentaba un retraso madurativo del 38%. El menor estaba siendo sometido, además, a un estudio para determinar la existencia de algún otro déficit de mayor gravedad.
Se trataba de un individuo con acreditada habilidad para eludir la acción policial. Se servía de las dificultades que ofrecía el entorno en el que se ocultaba para evitar cualquier tipo de vigilancia o control, y se apoyaba en la cobertura que le ofrecía su familia para mantenerse oculto.
De las gestiones iniciales realizadas en 2019, se desprendió que todo su entorno residía en un domicilio sospechoso de Torrejón de Ardoz. Si bien, la persona buscada no figuraba como propietario de ningún bien mueble e inmueble, al igual que de ningún vehículo ni línea telefónica en territorio español, averiguándose que utilizaba a determinadas personas de su
entorno familiar con el fin de pasar desapercibido para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y no dejar rastro alguno que permitiera identificar su presencia.
Ni siquiera se asomaba a la ventana por miedo a ser visto
Durante los dos últimos años se han realizado numerosas indagaciones y gestiones en colaboración con diferentes fuentes, además de vigilancias sobre su entorno familiar y sobre la vivienda sospechosa.
A contrario que el resto de miembros de su familia, en ningún caso se observó al fugitivo salir del domicilio. Asimismo, se comprobó que todos los miembros de su núcleo familiar accedían al domicilio llamando al timbre, y nunca con llave, lo que evidenciaba que siempre había una persona encerrada dentro del piso. Más tarde se comprobó que esta persona era el fugitivo.
Recopilados todos los indicios que apuntaban a que el fugitivo se encontraba enclaustrado en el domicilio familiar. Con esa información, los agentes establecieron un dispositivo policial en las inmediaciones del domicilio y tras la entrada a la vivienda, el fugitivo fue hallado y detenido por los agentes.
Ya en dependencias policiales, reconoció que llevaba cuatro años encerrado sin salir de su domicilio, y que ni siquiera se asomaba a la ventana por miedo a ser visto. Afirmó que la única vez que salió de su vivienda fue por haber sufrido un episodio muy grave de COVID-19 que le dejó al borde de la muerte, por el cual estuvo hospitalizado haciéndose pasar por su hermano y usando su DNI.