Se conoce como “generación perdida” a los miles de jóvenes que fallecieron como consecuencia de la aparición en nuestro país de las consideradas drogas duras en los años 70 y 80.
En algunas poblaciones costeras de Galicia esta adicción al “chute”, promovida en gran parte por la falta de información, hizo que se quedaran por el camino camadas enteras de jóvenes. A causa de sobredosis, sida y la adicción al dinero fácil perderían algo más que la cabeza.
La heroína vuelve a nuestros barrios
Que un país destaque por su consumo a las drogas, como es el caso de España, no es algo de lo que sentirse orgulloso. Pero, que tras miles de víctimas y millones de euros gastados en campañas de información los jóvenes vuelvan a caer en el consumo de los opiáceos es más que preocupante.
Históricamente se ha demostrado que el consumo de las sustancias estupefacientes aumenta con las crisis económicas, en especial el consumo de depresores como la heroína.
Nos despertamos todos los días con noticias en la prensa en la que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad desarticulan puntos negros de ventas de sustancias estupefacientes, y es que nunca ha habido tanta droga y tan barata en nuestras calles. Por diez euros un adicto tiene su pequeña dosis que le evadirá de una realidad de la que quiere escaparse, al menos por un tiempo.
Cocaína y heroína entran en nuestro país a través de las redes de distribución de los capos gallegos, redes que después abastecen a todo el mercado nacional, llegando al último eslabón comercial y al consumidor.
Los “narcopisos” y los “chupanos” han llegado a nuestras vidas con la intención de quedarse. Proliferan en nuestros barrios, en ellos se vende y consume heroína y cocaína, normalmente esta última en roca. Procurarán en todo momento que la droga no salga al exterior, dificultando así la labor policial.
Los narcopisos se sitúan en lugares insospechados. Aumentan las denuncias de las comunidades y asociaciones de vecinos, que se encuentran en sus escaleras con toxicómanos las veinticuatro horas del día. Es bien sabido que esta adicción no entiende de horarios.
Los “chupanos”, son los lugares donde los adictos de la heroína acuden a inhalar en papel plata o a meterse su chutas diarias. Se trata de casas abandonadas en barrios marginales y obreros donde la Policía debe lidiar con apenas medios. Se arriesgan a un posible pinchazo de una aguja para evitar el contagio del VIH u otras enfermedades venéreas. Lo hacen muchas veces sin tan siquiera contar con guantes anticortes que proteja sus manos de tales pinchazos.
Cierto es que los jóvenes de hace 40 años no contaban con información de hoy en día sobre este turbio mundo. Entonces, ¿en qué piensan nuestros jóvenes para engancharse en un mundo cuyo final resulta bien conocido? ¿qué está haciendo mal nuestra sociedad para no cuidar de su futuro?
Policía H50, periódico digital