Entre las vitrinas del Museo de San Isidoro de León descansa, tras más de 2000 años de historia, una de las mayores reliquias del cristianismo: el Cáliz Santo con el que Jesús celebró la última cena.
Segunda parte de la entrevista con Margarita Torres, en la que nos seguirá desvelando las claves de su investigación, que llevó al descubrimiento del mítico Santo Grial en la ciudad leonesa.
Háblenos brevemente de las leyendas artúricas, que fueron las primeras en poner en circulación la existencia y los poderes de tipo espiritual —y no explícitamente cristianos, según algunos críticos— atribuidos al mito del Grial.
Fran. J.F.: ¿Qué papel llegó a desempeñar el Santo Cáliz en relación a estas leyendas?
Margarita Torres: Sobre la histórica Copa que Jesucristo utilizó en la Última Cena se ha escrito mucho. De hecho, aparece mencionada en múltiples “libros de viajes” de peregrinos medievales a Tierra Santa hasta el siglo XI, en que desaparece su mención porque, como hoy sabemos, fue enviada al Emir de Denia y éste la entregó al Rey de León.
Al encontrarse en el Camino de Santiago muchos nobles pudieron venerarla, pero también otros, desconociendo dónde se encontraba, acudieron a Jerusalén en su búsqueda, pues ahí la situaban los textos históricos y las Crónicas.
Incluso Carlomagno dejó constancia en su tiempo de su existencia en Jerusalén, y, al no encontrarla allí, empezó a formar parte del imaginario colectivo y de las leyendas que hicieron fortuna.
La imaginación era fértil, la forma de comunicación era oral fundamentalmente, y pronto trovadores y juglares encontraron campo para trabajar y crear. Desde Chrétien de Troyes, que inicia el camino literario hasta Monmouth y tantos otros, el Cáliz se transforma en “El Grial”, que sólo quien tiene corazón puro puede encontrar, capaz de devolver la salud o de conceder la vida eterna.
En tiempos más recientes creo que todos tenemos en el recuerdo a Indiana Jones y al maravilloso Sean Connery, en el papel de su padre, buscando el Cáliz Sagrado. Aunque Steven Spielberg se equivocó, pues en el siglo I de la Era, el tiempo de Cristo, las Copas de Pascua no podían ser de madera o cerámica, materiales pobres, por cuestiones propias de la liturgia judía; así que, de haber elegido Indiana Jones el que lleva a su progenitor le hubiera matado. Pero eso es una secuela divertida de unas leyendas medievales que involucraron a los mejores caballeros de la Mesa Redonda.
Fran J.F.: Con la confirmación de que el cáliz que se encuentra en la Basílica de San Isidoro de León es el Cáliz Santo, concluye la mítica búsqueda del Santo Grial. ¿A qué cree que se debe que un hallazgo histórico de este calibre no haya trascendido más, y que Incluso parte de los propios leoneses lo desconozcan?
Margarita Torres: Cuando realizábamos mi compañero y yo la investigación, sabíamos dónde nos metíamos. Son temas vinculados a la Fe, a la búsqueda espiritual, místicos y míticos, legendarios. Pero también rabiosamente históricos. Y hay una gran masa de furibundos enemigos de todo lo que huele a Cristianismo.
Una cosa es ser objetivo, otra muy distinta anécdotas como la que nos pasó cuando un conocido catedrático de historia medieval, días antes de que saliera nuestro libro de investigación —es decir, sin haberlo podido leer, sólo por la temática— dijo que era imposible. Con eso se descalifica solo.
O los que se muestran muy valientes para atacar las raíces cristianas de Europa, pero tiemblan ante el Islam, por ejemplo, simplemente porque defienden su fe con más fuerza y sin tantos complejos. Ante ellos se callan y la crítica es cero.
El problema es suyo, no nuestro. Pero son temas incómodos. Solo piense en una reliquia también cercana probablemente a Cristo, como es el célebre Pañolón de Oviedo, que por sí misma daría pie a peregrinaciones a Asturias día sí, día también; y es otro de los grandes desconocidos. Los españoles somos así. Como dice un refrán medieval “quédeme yo tuerto, si tú te quedas ciego”. No somos capaces de creer lo grandes que fuimos y la capital importancia que jugamos en la historia. Pero eso es otro tema, muy interesante, aunque alejado.
Fran J.F.: Hay quien dice que las investigaciones que han llevado Uds. a cabo carecen de suficiente rigor. Entre otras cosas, afirman que la manera en que aparecieron los pergaminos procedentes de la biblioteca de Al-Azhar, en El Cairo, es poco creíble, e incluso que su traducción no es correcta. ¿Qué tiene que responder a quienes pretenden tirar por tierra sus investigaciones? ¿Qué otros hechos confirman la autenticidad de esta reliquia?
Margarita Torres: Bueno, sobre esto diría algo muy sencillo: al final de nuestro estudio tienen fotografías de los dos documentos egipcios que se pueden leer bien. No se fíen de nadie, ni de nosotros ni de quienes nos critican por motivos espurios: unos buscando guerras absurdas, otros por temas más prosaicos, otros por salir en la prensa o coger cierta fama académica porque, como decía un ilustre caballero de mi profesión, “hay chicos a los que hay que promocionar”.
Simplemente busquen a alguien de confianza que lea árabe clásico y pídanles que se los lean a ustedes en voz alta y comprueben quién tiene razón y quién no. Nada más que decir. Es así de sencillo. Nosotros no ocultamos nada. Pero como afirmaba un ilustre clérigo al que admiro y respeto, “cuando algo es de Dios, el demonio menea el rabo”. Y aquí el rabo se ha meneado bastante. Nosotros no vamos a entrar en guerras del “y tú más”. Se trata de un asunto demasiado importante para banalizarlo.
Respecto a qué otros hechos confirman la autenticidad de la reliquia…
A lo largo de la investigación desde la pista de los documentos, nos centramos en analizar las fuentes históricas y cronísticas. La evidencia es clara: el Cáliz de Cristo se veneraba en Jerusalén hasta el siglo XI. De eso no había dudas, cualquiera que lea las fuentes medievales sabe eso, desde Adomnan a Beda “El Venerable”, o Carlomagno, sin olvidarnos de la Guía Armenia, y otras fuentes que constatan la presencia del Cáliz venerado como el de Cristo en Jerusalén, en la Iglesia del Santo Sepulcro y en una capilla propia allí que se denomina en los planos medievales que se conservan como “capilla del Cáliz del Señor”.
Así que está claro que, hasta el envío a la Península a mediados del s. XI, la Copa de Cristo se encontraba allí, lo que nos permite desechar otras hipótesis que han tenido más o menos fortuna.
Cuando el emir de Denia la envía a Fernando I, en el siglo XI, arriba con ella el arca del Visir de Egipto, Sadaqa, es decir: llegan a León objetos desde Egipto en esas fechas.
Si a ello sumamos el dato de la esquirla, la presencia de las pinturas del panteón, hechas en vida de Urraca, que dona sus joyas, el hecho de ser un Cáliz relicario, pues el sacerdote NO oficia en la piedra donde lo hizo según la tradición Cristo, sino en el cuenco de oro puro que lo protege, sumado a muchos otros datos, como el hecho de que Fernando II de León, en el siglo XII, cambiara el curso del Camino de Santiago para hacerlo pasar delante de San Isidoro y muchas otras cosas, todo ello avala lo que ahora conocemos.
Fran J.F.: ¿Cuál ha sido la reacción de las instituciones eclesiásticas ante el resultado de sus hallazgos?
Margarita Torres: Desde el principio se informó a las autoridades eclesiásticas pertinentes y el asunto se conoce donde debe de conocerse. Con la Fe no se juega, sea la cristiana, la judía o la musulmana. Temas como éste han de tratarse con profundo respeto.
Evidentemente la Iglesia, Roma, no se pronuncia, ni sobre ésta reliquia, ni sobre la de Valencia —que tampoco está reconocida oficialmente por ningún Papa, por escrito— como el Cáliz de Cristo, ni sobre el Santo Sudario de Turín. Por nuestra parte el tema se ha tratado siempre con el máximo de los respetos y la máxima prudencia.
Fran J.F.: ¿De quién partió la idea de realizar una película reconstruyendo los pasos del Cáliz de Doña Urraca hasta llegar a España y la investigación llevada a cabo por Uds.? ¿Cuál era el objetivo?
Hay que decir, para quien no la haya visto, que se trató de una ambiciosa producción, que contó con un elenco internacional de actores -como Jim Caviezel, que representó a Jesús en la película “La Pasión de Cristo”-y que fue rodada en diferentes escenarios emblemáticos de León e incluso de Jerusalén, y en la que intervinieron algo más de doscientos actores y extras leoneses.
Margarita Torres: La idea de realizar una película partió de la mano del ilustre magnate mexicano —de raíces leonesas—, D. Valentín Díez Morodo y su señora, de la Fundación Nemesio Díez, que honra la memoria de su padre.
Valentín es todo un ejemplo como empresario, como hombre de negocios y también como persona. Fue él quien decidió invertir su dinero en un proyecto que surgió de su propia iniciativa. Personalmente, siempre le estaremos muy agradecidos, por su confianza, por su interés. Ha sido todo un honor merecer una distinción así de manos de un grande de esa nación hermana y maravillosa que es México.
Y por si fuera poco contó con grandes de la escena, quizás entre los más conocidos María de Medeiros, una dama del cine, o el mismísimo Jim Caviezel, que interpretó a Jesús en “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson. Un hombre de intensa Fe. Junto con ellos una docena de grandes actores y actrices españoles y muchos extras leoneses que quisieron colaborar.
Fue muy emocionante para nosotros. La fotografía es espectacular, el tema, aunque sea una adaptación cinematográfica, está tratado con una delicadeza extraordinaria gracias a las sabias manos de su director, Roberto Girault.
Fran J.F.: ¿Qué sintió cuando sostuvo en sus manos el Santo Cáliz, tras ser liberado de la coraza de oro y joyas que lo protege?
Margarita Torres: Uf…Fue una experiencia estremecedora, profunda, intensa, maravillosa, imposible de transmitir con palabras. Cuando sostienes la Copa en tus manos te das cuenta de lo pequeña que es y lo frágil. Dos mil años entre tus dedos. No puedo transmitir la emoción que sentí, por mil razones. Algunas de ellas quedan en “el arca del corazón”.
Fran J.F.: Quien se dirija al Museo de la basílica de San Isidoro a visitar el Santo Cáliz, ¿Qué otras reliquias y objetos encontrará?
Margarita Torres: San Isidoro es un tesoro en sí mismo. Es el corazón espiritual del Reino de León, junto con Santiago de Compostela; como Oviedo lo es del Reino de Asturias.
Custodia las reliquias de San Isidoro de Sevilla —uno de los grandes santos europeos; de San Juan Bautista, de muchos santos y santas, y hasta un fragmento del Lignum Crucis que llegó a manos de la monarquía leonesa de la reina Sancha Raimúndez, —hermana del emperador Alfonso VII—, gracias a sus contactos con las Órdenes Militares en Tierra Santa.
Todo San Isidoro es digno de admiración y respeto, cada esquina es arte y cada metro lugar santo y venerable.
Trailer de la película Onix, los Reyes del Grial
¡Vaya!, después de escuchar a Margarita Torres, me han entrado unas ganas tremendas de visitar León y ver el Santo Cáliz. Seguro que tiene mucho que decirnos, (si somos capaces de escuchar).
Y la semana que viene…
Un escritor, ensayista, novelista, crítico literario, columnista, articulista, que además es presentador de televisión. Su currículum es extensísimo.
Hablamos de…
Autor: Fran J. Fradejas | Analista – investigador, articulista y divulgador en diferentes medios de comunicación