Si hay un sentimiento que compartimos en la asociación Una Policía para el Siglo XXI, es el desencanto, en nuestra asociación hay muchos compañeros que pensaban que siendo policía podrían ayudar a la sociedad a la que pertenecen combatiendo el crimen, y durante sus primeros años mantuvieron esa motivación, porque hay que elegir entre la paz y el crimen, el orden y el caos, no existe un punto intermedio y las dos cosas no forman parte de un mismo sistema como algunos creen.
El caso es que la experiencia te permite ver las cosas desde fuera y apreciar cuál es tu papel dentro del sistema, analizar las reglas del juego, darte cuenta de que está amañado, y entonces replantearte tu nivel de compromiso, porque como dicen en la serie The Wire: “cuando la partida está amañada, quien no juega no pierde”. Puedes dejar de jugar u optar por hacerlo desde fuera del sistema como nosotros, porque tu otra opción es ir con la corriente, como los peces muertos.
Si “te subes al el carro” y eres permeable a la gestión a través del miedo — ¿cuántas veces has escuchado eso de “ten cuidado”? —, serás candidato para entrar en el turno de reparto de las medallas un año de estos y serás coleccionista de medallas si perteneces a la escala de mando, no importa si te dedicas a cambiar tiempo por dinero paseando fotocopias y a decir que nada depende de ti y tú solo obedeces.
Si, por otro lado, decides no ser como los peces muertos y no “tienes cuidado” porque no eres temeroso, cuestionas todo, asumes riesgos, tomas decisiones, resuelves problemas, cometes errores, aprendes, estudias, enseñas a otros, das la cara cuando vienen mal dadas y estás trabajando mientras los demás están preocupados por aparecer en la foto, en ese caso eres candidato para coleccionar expedientes.
La gestión del coste/recompensa en los cuerpos policiales, perjudica además, por perdida de valor, a los miles de compañeros que sí tienen la medalla con merecimiento, policías operativos en distintas áreas desde seguridad ciudadana hasta policía judicial, pasando por extranjería o cualquier otra.
El día 2 de octubre es el día de los Ángeles Custodios, pero en Una Policía para el S.XXI lo consideramos como el día de la frustración y la injusticia para muchos hombres y mujeres valientes, o lo que es igual, el día de la estadística, pues los que cumplen con ella son los herederos de la tierra prometida. En realidad, echarle la culpa a la estadística es lo más fácil, la responsabilidad recae en quienes mantienen un sistema de evaluación diseñado para controlar el crimen y no para combatirlo.
De las estadísticas dependen los presupuestos que sostienen Interior como si fuera un negocio familiar, el sistema comienza por evaluar injustamente a los mandos, que para adaptarse al sistema de evaluación no les queda otra (si quieren mantenerse en el turno de reparto de la medalla), que decirle al policía que salga a la calle a arreglar los números y no a combatir el crimen, porque el sistema se sostiene gracias a la estadística y a la propaganda, el crimen no importa, los ciudadanos tampoco a la hora de marcar las líneas estratégicas.
En octubre de 2019 en nuestro artículo El Día de la Marmota, explicábamos de qué manera afecta el diseño del sistema estadístico de la criminalidad para sostener el crimen en lugar de combatirlo. No tenemos constancia de que las cosas hayan cambiado.
A nivel Europeo se supone que las estadísticas de la criminalidad son un sistema integrado con los datos de todos los estados miembros de la Unión, de hecho, si preguntas a policías de otros países cuál es la lacra de su modelo policial, te contestan lo mismo: “que trabajan para hacer estadísticas y la criminalidad no le importa a nadie”. Esta es una profesión universal.
Puede parecer que la culpa es de Eurostat (Agencia Estadística de la Comisión Europea), pero no, todo apunta a que la responsabilidad recae en Interior en el caso que nos afecta, porque cuando se consultan datos como el número de jueces en el periodo 2017-2019, en que la media de la Unión era de 19,5, España caía por debajo de la media europea hasta los 11,5 jueces por cada 100.000 habitantes. Esto indica más interés en controlar la delincuencia que en combatirla.
Si accedemos al Portal Estadístico de la Criminalidad del Ministerio de Interior, nos encontramos con doce clases de infracciones más una serie de subtipos, mientras que si accedemos al portal de Eurostat, son seis las variables (tipos de delito) evaluadas. Esto apunta a que los modelos estadísticos de la criminalidad en los estados no están estandarizados entre sí, ni con el modelo europeo.
Pero, ¿de dónde sale todo esto de la estadística policial?
El sistema “Compstat” (así se llamó originalmente) nace en Nueva York en los años 90 y se desarrolla en el resto de los Estados Unidos durante esa década, a España llega a finales de la misma, nos lo venden como Plan Policía 2000, aunque no era algo nuevo.
La parte de la estadística funcionaba porque era mejor tener un modelo de evaluación simple que no tener ninguno, serviría de referencia para evaluar a las unidades policiales y a los agentes, pero a costa de atribuir el mismo valor a todos los hechos, algo injusto si valoramos que no tiene el mismo valor penal y social un delito violento que uno no violento, uno contra la propiedad que unos desórdenes públicos, un delito que una infracción administrativa ambos cuentan como 1 o como 0. Este es el primer defecto del modelo. La estadística aquí se hace para valorar y premiar, no como prospectiva para evitar crímenes.
La crítica sobre el sistema también recae en las variables que no evalúa, ya que se limita a (1) los hechos conocidos, (2) hechos esclarecidos, y (3) la eficacia policial como resultado de relacionar las dos primeras. No evalúa la eficacia criminal, que es la relación de coste/beneficio que para el delincuente tiene que lo detengan una vez por cometer diez delitos, esclareciendo en la estadística diez hechos parecidos que seguramente cometió él, pero imputándosele uno judicialmente. Para el policía medallista que consigue amañar esos números en la estadística, la eficacia policial que vende a Interior, e Interior a los órganos de control político (como la Comisión de Interior del Congreso), es del 100%, mientras que, para el delincuente la eficacia criminal es del 90%, porque hace diez y paga uno, ese delito es el 10% de coste mientras que los nueve por los que no ha sido condenado son el 90% de beneficio.
Además existe una cifra negra de delitos, los más graves, que no se denuncian por miedo, y que en nuestro sistema no existen y por lo tanto no se investigan.
En definitiva, sirva el presente artículo como reflexión frente a la escalada de la criminalidad, para recordar que mientras no se reforme el sistema estadístico, la evaluación del desempeño seguirá siendo disfuncional, y seguirán coleccionando medallas los que van con la corriente de un sistema diseñado para ser reactivo, por quedarse esperando a que entren las denuncias y esclarecer números, controlando el crimen, pero no combatiéndolo. Mientras que los que toman la iniciativa coleccionarán expedientes hasta que hartos, encuentren una madriguera.