La Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones (APFP) sindicato exclusivo en el ámbito penitenciario, ha denunciado la agresión a cuatro funcionarios de prisiones ocurrida el lunes por la tarde en el Centro Penitenciario de Sevilla I.
Los hechos se han registrado en el departamento de aislamiento durante la bajada al patio del interno en tránsito A.B. , individuo de extrema peligrosidad y clasificado en primer grado, que sin mediar palabra se abalanzó sobre uno de los funcionarios de servicio, propinándole varios golpes y chocando su cabeza contra la pared.
Gracias a la rápida intervención de otro funcionario del módulo, se logró dar aviso al Jefe de Servicios, que se personó con varios funcionarios. Tras un gran forcejeo lograron reducir al violento, con el resultado de cuatro funcionarios lesionados , entre ellos, uno con rotura del quinto metacarpiano y otro con un bocado en el pecho, los funcionarios agredidos fueron atendidos por los servicios médicos del centro y posteriormente en un centro hospitalario.
Según ha precisado el analista Alvise Pérez en Twitter, se trataría de un “un marroquí conocido por reivindicar la reconquista musulmana de España”.
“Desde APFP queremos destacar la profesionalidad de los trabajadores que consiguieron resolver la situación y desear una pronta recuperación a los funcionarios afectados, seguimos denunciando la falta de medios materiales actualizados como la pistola taser que reduciría las agresiones , más personal y formación continua en defensa personal, que el principal medio que se utiliza en las intervenciones es la fuerza física personal contra delincuentes como asesinos, narcotraficantes o terroristas es significativo de la política buenista en Instituciones Penitenciarias y que pone en peligro la integridad fisica de los funcionarios/as intervinientes”, manifiestan los representantes de los trabajadores.
Dicha organización ponen en el centro de la diana de estos sucesos a la Secretaría General de II.PP. y a la anterior dirección del Centro Penitenciario por permitir la llegada en tránsito de internos calificados de extrema peligrosidad, primeros grados, habitualmente a una prisión que no reúne las características arquitectónicas ni de seguridad para albergar a dichos internos, que se produce todas las semanas, poniendo en grave riesgo la seguridad del establecimiento y la vida e integridad física de los funcionarios que en él trabajan.