Asombro, estupefacción cuando un joven que también llevaba a sus padres se dirigió a un choque frontal contra una terraza de un restaurante. Once personas heridas y una de ellas acabó ingresada en la UCI.
Un conductor acabó detenido tras arrasar mesas, sillas y los propios clientes de una zona peatonal de Marbella causando varios heridos. El suceso ocurrió en un tramo de acera marbellí de la Avda. Miguel Cano que pareció el escenario de una trágica película.
Se puede descartar uno de los orígenes de dicha conducta como puede ser el consumo de drogas y alcohol una vez efectuadas las pruebas pertinentes por parte de las autoridades policiales. La hipótesis principal apunta a una enfermedad mental y acaso pudiendo suceder un abandono de la medicación no es de extrañar esta pérdida de la realidad o brote como causa desencadenante de los hechos.
Acaso podría padecer un trastorno bipolar que no le impide, con su medicación, llevar una vida normal y tener también su carné de conducir. Esta personalidad ciclotímica tiene dos fases muy diferenciadas y antagónicas en cuanto al estado de ánimo. Nos encontramos ante un perfil con altos y bajos emocionales, alternando la fase de manía con la fase depresiva o apática con carencia de ilusión por vivir.
En la fase depresiva no hay interés ni motivaciones, todo es oscuridad y, por lo tanto, el rasgo es la inactividad. De repente cambia a la euforia exagerada, pletórico de vigor y energía y a su vez irritable y con excitación.
Es evidente que la brusquedad de estos cambios afecta al juicio, y a las actitudes y conductas y también a la capacidad de razonamiento o claridad mental. Por ello, este tipo de sujetos con similar perfil se pueden sentir perseguidos o vigilados. A caso alucinaciones visuales y auditivas, lo que deriva en manía persecutoria. Es por ello que no hay claridad, reiteramos, en su pensamiento y no es consciente de lo que hace porque es como si se enfrentara a un gigante, a un enemigo.
Esta enfermedad causa sufrimiento pero es muy bien controlada con medicación. En este caso están perfectamente integrados en la sociedad. No hay control de las emociones pudiendo incluso sonreír ante lo que podría constituir una tragedia.
No debemos descartar un fallo del coche pero, presumiblemente, parece tratarse de lo anterior. Por otro lado, hay que mencionar que el daño pudo ser extensible a sus padres que eran acompañantes en su coche.
Debemos estar atentos a nuestro alrededor y tener un mínimo estado de alerta para que estos desastres sean controlados. Actuar con rapidez aunque a veces no hay tiempo para ello y ser conscientes de las distancias y medidas de seguridad entre aceras, terrazas y la calzada. De esta forma lo inevitable podrá ser evitable.
Pilar Enjamio Furelos | Psicóloga, escritora y colaboradora en distintos medios de comunicación