El “Chicle”, en prisión por la agresión sexual a su ex cuñada hace unos años y por el asesinato de Diana Quer, cuyo descubrimiento y confesión de la ubicación de su cuerpo fue por el milagro de una huida de otra víctima a la que había introducido en un maletero es quizá el último ejemplo mediático.
Esta parafilia o perversión es una conducta obsesiva y ,como tal, irrefrenable, incontrolable e impulsiva. Sed de agredir y ansiedad hasta que no se encuentra una nueva víctima y así sucesivamente.
Es curioso que les “gasta” ser perseguidos por la Policía y mostrase colaboradores, jamás autores, porqué así su autoestima se eleva y se consideran importantes. Está actitud se vio en el “Chicle” y en el asesino de Whafaa.
Es curiosa la permisividad supuesta de su pareja y no dar credibilidad al testimonio de su hermana. Esa ética anómala de que importa más la familia y su honor que no el daño a uno de sus miembros es considerado un rasgo psicopático. Ahora como su conducta pervertida ha sido sacada a la luz, en otras víctimas surge ese coraje y se vence el miedo de antaño. Parejas con relaciones tóxicas hay demasiadas que no son capaces de dar el paso de romper. Aunque en pareja, uno es un ser libre y la celotipia o control continuo va mermando al otro miembro de la pareja y aniquilándolo.
El Chicle tenía una hija, una relación se mantiene por comodidad o creyendo es el bien de un hijo pero no es así. Los menores perciben todo y lo sano es una relación equilibrada y de respeto.
Estos sujetos suelen tener un prototipo estandarizado de víctimas: jóvenes, morenas o rubias o de una nacionalidad determinada. Su ritualización es la misma, se repiten actos y actitudes y, en caso de resistencia y ser vistos, optan por ejercer daño contra la integridad y vida de la agredida.
Resultan ser sujetos acomplejados que en ese momento de dominio se sienten héroes. Pero este placer con la crueldad dura instantes hasta que aparece otra persona y se reproduce idéntica conducta. Es curioso quienes afirman proteger a la mujer y se niegan a posicionarse a favor de la prisión permanente revisable.
El “violador del chándal” volvió a matar y violar. Si la Justicia hiciese caso a los profesionales de la mente surgiría la palabra clave: prevención. Su familia, su pareja, son su base y su sustento y si esto falla se derrumban.
Debido a su perversión, la apatía con la pareja es manifiesta ya que su excitación va por otros derroteros. Si llegan a salir reincidirán y de ahí un control exhaustivo policial y judicial pero la mayoría veces insuficiente. Todo ello forma parte de una realidad que como tal ha de contemplarse.