Se cree que los infanticidas tienen muchos de ellos una lesión en el lóbulo frontal o haber sufrido golpes en la frente. A su vez, constituyen una proyección psicopatológica del inconsciente sobre los menores con raíz en carencias afectivas o maltratos vividos en la infancia o percibidos de este modo por el infanticida.
El crimen del bebé en Gijón es un salvajismo manifiesto y claro. Aunque los límites entre desequilibrios mentales están separados por una línea muy tenue y a veces puede pensarse en un trastorno límite personalidad o bordeline, aquí es una conducta asocial con rasgos psicopáticos de nula empatía y carencia de sufrimiento ante el dolor ajeno.
El conocido como “Crimen de Nuevo Roces” finalizó, el pasado 27 de mayo, con sentencia condenatoria (no firme ya que puede ser recurrida) por un delito de asesinato con la agravante de parentesco imponiendo la pena de prisión permanente revisable para la madre que asesinó a su bebé en Gijón. Se trata de la primera sentencia con esta pena que se impone en el Principado. Además, se le condenó a indemnizar a su expareja y padre del bebé con la cantidad de 105.000 euros
En estas personas hay una magnificación de un concepto distorsionado de felicidad centrándose obsesivamente en una pareja y en su ego eliminando cualquier obstáculo. Aunque implique la vida de alguien. Hay un rasgo típico egocéntrico y narcisista. Son personas mentirosas ,manipuladoras y controladores.
Nunca debemos creer en las percepciones de personas no formen la pareja porque de puertas afuera una relación idílica de puertas para adentro puede ser insana y tóxica. Analizando las conductas de ambos y expresiones distan mucho de la confianza como base sustenta la pareja. El padre del bebé aseguró querían tener uno o dos hijos pero no era el momento. Otra afirmación referente a la madre de que podía ser de otro y por eso lo mató es un no fiarse de ella. El ocultar un embarazo a la pareja y al mundo peligrando su vida dando a luz en casa y con posibilidades de hemorragia demuestra miedo y no confianza en la pareja.
¿Acaso un bebé rompería su relación o le quitaría el afecto de una pareja?
Ya había abortado en otras ocasiones porque su vida no tendría estorbos. Por supuesto tiene intacta su capacidad volitiva, su voluntad de matar, pero si hay una disociación cognitiva de no ver el daño ni considerarse culpable en un sistema de valores altamente tóxico y carente de ética. Por su bien que no es otra cosa que un narcisismo absoluto. Una frialdad le lleva a ir de vacaciones posteriormente. No somos jueces para establecer culpabilidad o inocencia.
Hay una Policía Científica espectacular y profesional que ha concluido que la pareja son los padres del bebé. También veo una frialdad enorme en que el padre de un bebé no conocido se convierta en acusación particular y se pida una indemnización de más de cien mil euros. Es simplemente un apunte porque cada personalidad es distinta pero ante una pérdida se quiere olvidar todo lo relacionado con algo demasiado traumático y recibir un dinero recuerde un horror no es lo más terapéutico.
Un síndrome post traumático íntimamente ligado a depresión y apatía dura como mínimo uno o dos años pero sus secuelas permanecen en el tiempo como cicatrices disimuladas con maquillaje… Nadie puede devolver la vida ya a ese niño.
Es necesaria en la cárcel terapia psicológica y psiquiátrica y acaso con el tiempo salgan a la luz flecos sueltos y circunstancias obviadas. Es evidente fue un asesinato premeditado pero el ensañamiento de 53 puñaladas es impulsivo e incontrolable. Esa rabia y salvajismo vaya más allá de matar a ese bebé sino que mate a ese bebé o niño del pasado fruto de quien le hirió. Siempre hay que insistir en la prevención y que alguien no haya recibido terapia no significa no la haya necesitado y de este modo prevenir estas atrocidades con seres indefensos.
Autora: Pilar Enjamio | Psicóloga, escritora y colaboradora en medios de comunicación