Aun me acuerdo de aquel día de 2015 en que yo mismo, recién aterrizado en el mundo de la política esperaba ansioso e infinitamente nervioso en la puerta del hotel ABBA Triana a mi primer duplex en directo en la Sexta.
Ataviado con mis mejores galas y con el auricular ya puesto, escuchaba el desarrollo del programa esperando mi turno para intervenir. En ese momento sonó la frase fatídica: “acaban de dar un puñetazo a Rajoy, suspender todo, nos ocupamos de eso”. Esa agresión supuso que mi estudiado discurso para apelotonar propuestas en 35 segundos se quedara en el tintero.
Una agresión que marcó la campaña de 2015. Los estudiosos del electoralismo como ciencia psicológica compleja vieron aquel día que actos tan condenables y desafortunados como este pueden romper la tendencia de una campaña, a pesar incluso del agredido, que intentó dejar como anécdota aquel suceso.
La campaña de Madrid ha generado un debate que ha cambiado por completo el escenario. La más que previsible victoria de Ayuso y la evidente falta de convicción, programa, afinidad y hasta de principios de la izquierda han provocado acciones desesperadas que tocan aquello que jamás debería manosearse.
La seguridad entra en campaña como arma arrojadiza. Algo que jamás debería cuestionarse. Las medidas de seguridad que han funcionado durante los peores años del terrorismo de ETA y han generado la tranquilidad de los sucesivos Gobiernos de España hoy son un instrumento más que entra en campaña. Miles de agentes de la Policía Nacional, Guardia civil, vigilantes de seguridad y los trabajadores de Correos son insultados diariamente. Es sencillamente repugnante.
La desesperación de la izquierda hace que amenazas que reciben a diario cargos públicos (yo incluido) e instituciones, entren en campaña electoral, pasen a imputarse a un grupo político legítimo respetuoso con la Constitución, e intenten incluso aludir a otros partidos, es sencillamente vergonzoso, rastrero y muy preocupante.
Es preciso recordar en este punto que uno de los Grupos Políticos que gobierna en España es el creador de los escraches a jueces y políticos como “jarabe democrático” y que defiende el Comunismo sin rubor, (un sistema político que provocó millones de muertes e infinito dolor). Tampoco hay que olvidar que otro de los grupos políticos socio preferente del Gobierno de Sánchez es Bildu, que no ha condenado el terrorismo de ETA y que desciende y defiende directamente a los asesinos. Con ese elenco de “demócratas” gobernando el país no extraña ninguna de las conductas que se ejecuten, por terribles que sean.
Como Policía puedo asegurar que publicar inmediatamente una amenaza, con escenografía y hasta rueda de prensa en la que se muestran los detalles de la misma es no un error, es mucho peor, es una obstrucción irreparable de la investigación consiguiente. Total y absolutamente intolerable.
¿Y las medidas, los programas y la política? Para otro momento.
La izquierda desesperada es muy peligrosa.