Un policía a menudo se vas a casa enfadado tras discutir con sus compañeros por el “cómo” se hacen las cosas, es común que esto te ocurra si eres un guerrero y tus compañeros son mercaderes, a ellos les preocupará más el “qué” y la cantidad, la calidad les preocupa menos si es que son capaces de verla, a algunos les gusta disfrazarse de policía para que los conozcan por su trabajo en las redes sociales. Al primero como a los espartanos, le preocupa la forma de hacer las cosas hasta extremos insospechados, es tan metódico que puede poner en riesgo situaciones corrientes, el mercader como los atenienses prefiere no complicarse, hacerle la estadística a su jefe para cubrir el expediente, reducir los riesgos y salir a su hora.
El Ateniense tiene otras cualidades, valora su tiempo y prefiere no perderlo, es negociador, tiene las habilidades sociales necesarias para desescalar situaciones dramáticas sin llegar al uso de la fuerza, puede conseguir que colaboren con él y no pierde la paciencia, le cuesta poco agradar y cae bien. Pero no le sirve para cualquier contexto, como intervenciones con personas de interés policial que pueden reaccionar de manera violenta y sujetos hostiles que parecen tranquilos, como el detenido que agredió esta semana a una policía del servicio de custodias en Valencia cuando le abrió la puerta del calabozo. Era un “gorrilla”, quizás fue subestimado.
El Espartano por su parte velará por cumplir hasta los protocolos que no existen para asegurar una situación, su riesgo es por exceso y no por defecto como el mercader. Puede activarse antes de tiempo o más de lo necesario, complicando una situación que en principio era poco importante, al no relativizar un escenario frente al valor de su tiempo y a la consecuencia de la escalada. Su perfil es de riesgo en situaciones de seguridad ciudadana donde lidera un ateniense, que pueden transformarse en problema de orden público, por ejemplo, si quiere identificar a alguien que está grabando, pero en un momento y lugar poco recomendable, en que las consecuencias son peores que cumplir la ley. Al guerrero le importa menos salir tarde.
Ambos perfiles hacen falta y son complementarios, pero mejor por separado, los dos juntos en una misma patrulla hace peligrar al guerrero por defecto de celo de su compañero y al mercader por exceso. Algunos jefes creen que los dos perfiles juntos se compensan, pero en realidad nombrándoles servicio juntos, el de inferior categoría (1), el menos dominante (2) o el más nuevo (3) será anulado por su compañero, que impondrá su criterio.
Situaciones proactivas y reactivas ¿Cuándo pasar los datos a la Sala?
Parece una cuestión poco importante pero no lo es y puede ser motivo de conflicto dentro de una patrulla, ya que esta tarea y otras, si no se jerarquizan pueden producir un solapamiento de tareas y que acaben diez policías juntos, cada haciendo la guerra por su cuenta.
Al mercader no le gusta trabajar a iniciativa, prefiere ser requerido y en el caso de participar en un control puede ponerse en riesgo a sí mismo y a sus compañeros, el riesgo de prestar atención a las relaciones pero no a las tareas. Es frecuente solicitar la documentación a alguien y que el mercader quiera hacer las comprobaciones con ese documento antes de un registro corporal, de comprobar que en el vehículo no hay algo que justifique la detención y asegurarse de que no es una amenaza. Es un grave error porque los documentos no matan y también esta semana le ha costado la vida a un policía de carretera de Nuevo México (EEUU).
El mercader se sentirá más seguro sabiendo desde el principio si el sospechoso “tiene algo pendiente” o es “malo”, incluso antes de comprobar si va armado, descartar que sea una amenaza y está dispuesto a hacer daño, la excusa del mercader es del tipo: “necesito pasarlo antes para saber quién es”. Si eres un mercader cambia tu actitud en estas situaciones, en la calle todo sospechoso es una amenaza y todo documento es falso hasta que se demuestre lo contrario, el documento no es la identidad y la identidad no es el documento (dos artículos recomendables). Es inocente sino estúpido, pensar que, si tienes delante a un fugitivo, te dará su documento bueno para que lo detengas porque está deseando cooperar contigo.
Si te han colado un documento malo y no te has formado para detectarlo “te lo vas a comer” y se marchará, por la radio te dirán que “no tiene antecedentes”, no harás más gestiones y la responsabilidad de ese fracaso será tuya. Sigue el camino del guerrero, céntrate en el sospechoso, su declaración, sus reacciones, sus pertenencias, su vehículo, que no tiene una vía de escape ni alguien dándole cobertura. Deja el documento para el final, por favor.
El Espartano piensa: “si el tipo es malo, antes de que te den el resultado por la radio ya te ha matado cuatro veces”, y tiene razón, cuando el que manda en la patrulla es un mercader y el que da seguridad es un guerrero, se corren riesgos frente a situaciones proactivas como la identificación de los ocupantes de un vehículo sospechoso. Si eres un guerrero, diriges la intervención y tu compañero se pone a hacer gestiones con el documento mientras tú haces un registro corporal, estamos ante un solapamiento de tareas y no te está dando seguridad.
El mismo problema existirá ante situaciones reactivas, cuando la Sala te manda a un servicio y están esperando a la Policía, el escenario es otro y es el mercader quien juega con ventaja. Es posible encontrarse alguien sospechoso, sí, pero si hay un “malo” que sabe que la Policía viene de camino, lo más posible es que escape a tiempo. En escenarios de cooperación es más probable que nos den un documento bueno y que no tengan problemas con la Justicia.
Adelantar la identificación y pasar antes los datos por la radio para conocer los antecedentes e informar a la Sala, puede ser ventajoso para reducir los tiempos en escenarios de cooperación. El riesgo para el guerrero en una de estas llamadas será actuar con orgullo y practicar la identificación de uno que simplemente protesta, con un beneficio inferior al coste, que escalará sin necesidad, acabando en urgencias y saliendo tarde por un detenido de escaso valor.
¿Intervención democrática o autoritaria?
En la misma lógica del orden de prioridades hay otra cuestión: “autoridad o democracia”, dependiendo de si el policía es Espartano o Ateniense, guerrero o mercader.
España en un país democrático pero el crimen no lo es y la intervención policial tampoco. El guerrero elige las intervenciones autoritarias en las que uno actúa mientras los otros dan cobertura y observan, hay poca comunicación, los que dan cobertura no intervienen, protegen la intervención, custodian documentos, testigos, evidencias o detenidos y se acaba rápido.
Para el guerrero no hay intervención democrática en la que todos tienen algo que decir hasta que no acaba, algo positivo para situaciones de mayor riesgo, especialmente en controles de personas y vehículos donde la incertidumbre es mayor. Estas situaciones incomodan al mercader, que si no es jefe de equipo, se sentirá denostado porque cree que “la intervención es de todos”, si lidera el mercader y la situación es hostil, es probable perder el control por un exceso de comunicación, que cada uno acabe yendo por libre, se solapen las tareas, la intervención se prolongue más de lo necesario y acabe de manera indeseada.
Las intervenciones “participativas” -y caóticas- son más comunes en un contexto de policía judicial, por tratarse de grupos pequeños de atenienses que trabajan más tiempo juntos, están más acostumbrados a comunicarse y a agradar, todos prefieren “meter la cuchara” a ocupar una posición secundaria dando cobertura, a riesgo de que ocurran hechos inesperados como la fuga de los “malos” mientras todos buscan la droga o fugas de información.
La intervención “democrática” puede darse en escenarios de bajo riesgo y planificación previa, cada uno sabe lo que tiene que hacer y se pueden solapar unas tareas con otras. Esta clase de intervenciones no son recomendables en seguridad ciudadana porque dan lugar a que los hechos escalen a problema de orden público, empiecen a salir teléfonos grabando por todas partes, aumente el nivel de activación, aparezca el estrés y algo pequeño acabe siendo grande. En seguridad ciudadana es mejor actuar siguiendo un orden de prioridades liderado por el jefe de equipo, evitar solapamientos de tareas como registrar un vehículo a la vez que se comprueban datos por la radio, no comunicar más de lo necesario y acabar rápido.
En Una Policía para el Siglo XXI somos veteranos y hemos aprendido a desarrollar los dos registros, el dominante y el negociador, cada uno en su contexto. A modo de “crítica de sofá” nos alarma ver que aparecen errores de base como perder la atención de un sospechoso para comprobar sus datos, el error del mercader, o cuando se trata como sospechoso a un requirente en lugar de darle una solución amable y negociada, el error del guerrero. Cuando el Espartano no sabe desactivarse y el Ateniense no sabe tomar precauciones, a menudo ambos acaban frustrados, el primero con gafas de madera y el segundo en Secretaría o Automoción.
Me ha encantando el documento. Que bien describe la personalidad de ambos policías tan necesarios y a la vez tan diferente. Mi enhorabuena al escritorio.