Hace unos días, nuestro modelo político de Estado, la Monarquía Parlamentaria, ha sido humillado, despreciado, abofeteado, incluso ultrajado. El ataque a la Corona está más que orquestado. Pero, si grave fue impedir a nuestro Rey Felipe VI acudir a la entrega de diplomas a los nuevos jueces en Barcelona. Hecho inaudito. Lo más intolerable han sido las manifestaciones que surgieron después de la celebración de dicho acto.
Así, el ministro Garzón, comunista, que nada tiene que ver con aquel Santiago Carrillo, líder y figura clave en la transición hacia la democracia, que bien lo sé por propias vivencias, degradó el Estado de Derecho al acusar al Rey de maniobrar contra el Gobierno, por el simple hecho de que Felipe VI expresara al Presidente del Consejo General del Poder Judicial que le hubiera gustado estar como siempre en dicho acto. Sus declaraciones, buscadas de propósito, son más que intolerables y tienen la clara intención de desestabilizar a la Monarquía Constitucional, además de ser realizadas por un personaje que por el contrario apoya abiertamente a regímenes totalitarios y antidemocráticos, que nunca han respetado la libertad del pueblo.
Como se trata de un plan perfectamente diseñado, le falto tiempo a Pablo Echenique, para participar en el linchamiento del Monarca, al recriminarle el incumplimiento del principio de neutralidad que marca la Constitución, la que nunca respetó, diciendo además “Añadamos la legitimidad democrática de cada uno. Al Rey no le ha votado nadie”. Curioso, ahora cita a la CE a la que quiere cargarse. También, como no podía ser de otra forma, se unió el coro mediático Galicia en Común, llegando a decir que es “un rey anticonstitucional”. Pero, ya estamos acostumbrados a la perversión de la verdad para imponer su mentira oficial.
Tratan de que la figura del Rey sea insignificante, para así mangonearle a su antojo, como si fuera un títere. Tratan de expulsar al Rey de la vida política, ninguneándole, minimizándole en la representación que le corresponde como Jefe del Estado, como ya lo han hecho, con desaires, plantones, silencios. Tratan de violentarlo, prohibiéndole incluso hablar. En definitiva, tratan de vilipendiar a la Corona para por la puerta de atrás desmontar el orden constitucional.
Al menos, Pablo Iglesias, no ha engañado a nadie, hace unos días reiteró ante su Consejo Ciudadano que “una de las tareas fundamentales de Podemos es acabar con la Monarquía e implantar una nueva república en España”. Por cierto, espero que cumpla con lo que dijo después “La soberanía reside en el pueblo español del que emanan todos los poderes del Estado”. Lo que significa que no puede pasarse por el arco del triunfo el procedimiento democrático legalmente previsto en la CE. Lo contrario, sería un atropello sin paliativos a nuestro sistema constitucional. A nuestra democracia.
Ante esta nueva campaña hábilmente diseñada, ya está bien de callar ante estos ultrajes, atrocidades, intoxicaciones y desvaríos, que son aviesas intenciones de destruir la democracia. No podemos cruzarnos de brazos. Ya sabemos que desde el 3 de octubre de 2017 a nuestro Rey se la tienen jurada los independentistas y también otros, por haber detenido el desafío golpista, cumpliendo así con su obligación de defender la unidad de España dentro del marco constitucional.
La Constitución y la Libertad, en la que nunca han creído los enemigos de España, la tenemos que defender con uñas y dientes. Con lo que haga falta. Sabemos lo que están intentando, desmantelar el Estado de Derecho, pero no lo vamos a consentir. Somos muchos los que creemos en la libertad y no toleraremos la imposición de los sistemas antidemocráticos que tratan de instaurar. Esos sistemas que siempre conllevan la miseria y el miedo, para que unos pocos vivan como ricachones, mientras el pueblo se desangra en la pobreza. Ejemplos sobran.
Es cierto que a Felipe VI se le impidió acudir a la entrega de diplomas en la Escuela Judicial de Barcelona, pero, en realidad, estuvo más presente que nunca. La sobredimensionaron, precisamente, los que vetaron su ausencia. Y, el Presidente del CGPJ, D. Carlos Lesmes, que presidió el acto, después de decir sobre la ausencia del Rey “sentimos un enorme pesar”, manifestó lo que dice la CE “La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey”. Los vivas al Rey, seguidos de una gran ovación cerraron el solemne acto, que Felipe VI presidió sin estar presente. Por cierto, después de días de silencios, ahora el gobierno ha dicho que la ausencia del Rey en Barcelona lo fue por motivos de seguridad. Entonces, si así fuera, claudicamos otra vez ante la violencia de los independentistas cuando ni siquiera el terrorismo de ETA lo consiguió. Increíble. Y, el presidente, silente.
Finalmente, debemos recordar lo que siempre tratan de manipular los guerracivilistas que, la Constitución Española de 1978 fue refrendada por el 91,81 % de los votos de los españoles, que ratificaron a la Monarquía Parlamentaria como su modelo político de Estado. Es decir, fue votada abrumadoramente por el pueblo español, por lo que el Rey tiene la legitimidad democrática que el pueblo español le otorgó en un referéndum, aunque ahora traten de derrocarlo como si fuera un adversario político.
Autor: Manuel Novás Caamaño | Abogado