Un pequeño fragmento de la verdad, liberada total o parcialmente de la estructura básica que tiene que tener cualquier relato para ser considerado veraz, (es decir, contexto, inicio, desarrollo y fin), constituye, por tramposa y por falaz la peor de las mentiras.
Lamentablemente, nos toca vivir tiempos aciagos en los que algunos utilizan las ventajas de la rapidez e inmediatez de los soportes informativos para desvirtuar la verdad. La misma técnica que permite elaborar un vídeo gracioso para hacerlo viral, se utiliza para la burda manipulación. No es un truco nuevo, pero la sociedad de la información actual acreciente la difusión de mensajes engañosos que, a veces, pueden volverse peligrosos porque ponen en cuestión cimientos básicos del funcionamiento de nuestra democracia.
Así, una frase ocurrente acompañada de unas imágenes cortadas puede suponer un daño gigante para incluso instituciones que arrastran un altísimo porcentaje de admiración y aprobación social.
Ejercicio práctico:
Lean esta frase entera y luego parcial:
1.-Tengo una opinión clara de usted, si le digo que es usted imbécil, le miento.
2.-Si le digo que es usted imbécil.
En la segunda falta información, pero es muy cierto que la frase inicial contiene a la segunda. Esa pseudo pátina de legitimidad, absolutamente falaz, es la peor de las mentiras.
Nos encontramos en medio de la peor crisis sanitaria de nuestra historia democrática, más de 27.000 personas fallecidas, datos oficiales. Una auténtica tragedia nacional. Hemos estado y seguimos estando encerrados en nuestras casas, adaptando nuestro trabajo como podemos, muchos españoles con el negocio cerrado, otros sin poder ver a sus familiares enfermos. Además, en medio de esta situación desconocida han aparecido personas que, debido a sus dedicaciones profesionales, han tenido que enfrentarse a un enemigo desconocido, oculto y letal.
Sanitarios, Ejército, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, seguridad privada, farmacéuticos, cuidadores, servicios de emergencias, protección civil, y toda una serie de personas han sido considerados como servicios esenciales para mantener en suspenso nuestro modelo socioeconómico. Nunca se lo agradeceremos lo suficiente.
Pero como en cualquier situación límite, hay quienes ven una oportunidad para sacar tajada de la frustración, y, ¡oh sorpresa!, son los extremos. Estos días vemos como, a pesar de existir una más que justificada orden de distanciamiento social, hay quienes que no han tenido inconveniente en alentar a la población a desobedecer estas medidas, convocando reuniones en vía pública.
No habrá nadie más crítico que yo con la gestión de esta crisis por parte del Gobierno, pero es irresponsable y hasta peligroso intentar aprovechar este momento para convocar que personas salgan a la calle en masa en una situación de pandemia con un estado de alarma y medidas de confinamiento vigentes. Y más irresponsable es acusar a la Policía Nacional de ser “policía política” por disolverles. Cierto es que otros se apropian del CNI y meten ideología en los Reales Decretos más urgentes de nuestra historia. Más de lo mismo.
Puedo decir esto con la mayor de las tranquilidades y sin que prácticamente nadie me rebata: la Policía Nacional sabe perfectamente cuál es su bandera, la lleva en el hombro, y también sabe que no tiene otro interés que el servicio público bajo la senda que marca la ley. Es odioso tener que recordar esta obviedad, pero hay amenazas de uno y otro lado que lo hacen imprescindible.
Si la policía disuelve una reunión en vía pública, no sigue órdenes políticas, sólo cumple con la ley, una ley que nos protege a todos frente a un virus que está siendo una amenaza a nuestras vidas y las de nuestros familiares.
Incluso circula un vídeo, o un fragmento de vídeo, que es usado como si la Policía primero allanara una vivienda para parar una cacerolada. Mentira, fue una intervención por ruidos en una fiesta en un piso en el que el morador dio permiso para la entrada y después lo negó, y los policías se fueron, sin más. Pero con una imagen manipulada, les basta para inventar una situación irreal. ¿Recuerdan la frase? Pues eso.
Puedo decir con conocimiento de causa que todos los miembros de las FCSE tienen muy claro el marco legislativo en el que se enmarca la actuación diaria que realizan y que establecer la sombra de la duda sobre su actuación, incluso por parte de aquellos que se apropian de la bandera española y la defensa de las FCSE, es tan falso como temerario.
Yo les doy las gracias a ellos, a mis compañeros, por cuidarnos a pesar de no contar con la protección que necesitáis y por ser garantía de nuestra convivencia pese a la multitud de enemigos a los que os enfrentáis, visibles e invisibles. Desde Ciudadanos nunca hemos permitido que quienes descreen abiertamente de nuestro orden constitucional de 1978–nacionalistas, populistas- siembren dudas sobre la legitimidad de nuestra policía, tampoco cederemos ante quienes quieren apropiarse de la bandera que lucen nuestros agentes para acusarlos de actuar con arbitrariedad.
Autor: Pablo Cambronero, diputado de Ciudadanos y policía nacional en servicios especiales