En relación al protocolo aprobado por el Ministerio de Sanidad para fijar qué trabajadores están expuestos al Covid-19 y de donde han quedado fuera de las tablas los policías, guardias civiles, personal de aduanas, bomberos, personal de salvamento y trabajadores de instituciones penitenciarias, nos hacen llegar este escrito que pasamos a reproducir íntegramente.
“Hoy, como cualquier otro día, hemos bajado a los calabozos a tomar declaraciones a los detenidos de los traspasos que nos hemos encontrado al iniciar nuestro turno de 10 horas.
Hoy teníamos bastante trabajo, pues había un total de diez detenidos para tomar declaración, por lo que había que armarse de paciencia.
Había variedad en los delitos, desobediencia, robo con fuerza, apropiación indebida y varios por tráfico de drogas.
Comenzamos las visitas al jefe de calabozos y al pedir que nos saque al primero, nos indica que había estado hasta hace unos minutos muy alterado, por lo que debíamos extremar las precauciones. ¡Empezamos bien!
Con mano izquierda nos lo llevamos a nuestro terreno y le tomamos declaración sin problemas. La cosa va rápido, casi ninguno quiere declarar en comisaría.
Vamos a por el sexto, es una mujer detenida por tráfico de drogas. El compañero de calabozos nos informa que la detenida presenta síntomas por Covid-19, y se pone una visera protectora para la cara, seguramente donada por alguien.
En ese momento el mundo se para, cada paso que da el compañero para sacar a la detenida se hace eterno. Empiezan las dudas. Cosas que sabía hace un minuto ahora dudo. Compruebo que llevo los guantes, me toco la cara para comprobar que llevo la mascarilla. Esa mascarilla quirúrgica que nos dan de dotación y que tantas veces he escuchado que no vale para este maldito virus.
La veo salir por el pasillo, el compañero manteniendo las distancias pese a llevar la visera y yo tengo que meterme en un cuarto pequeño con ella varios minutos para tomarla declaración.
Me viene a la cabeza mi familia. Mi mujer e hijos. Pero ya está aquí, no es hora de dudar. Doy un paso adelante y me la llevo al box de declaraciones.
Aviso al abogado para que extreme las precauciones y le tomo declaración.
Estaba más pendiente de su tos que de la propia declaración. Finalizamos. Firma su declaración y sólo pienso en tirar el bolígrafo que ha utilizado.
La devuelvo a calabozos dándole vueltas a una cosa que me ha rondado la cabeza durante todo el tiempo.
Los compañeros que la han detenido seguramente no sabrían que presentaba síntomas por coronavirus. ¡Hay que avisarles!”
Preocupado porque está unos minutos con una detenida que puede tener coronavirus, con una mascarilla quirúrgica. Pues permite decirte que ya tienes más suerte que nosotros, que no tenemos ni esa mascarilla quirúrgica, ni guantes ni pantallas de protección. Los Z, esos a los que ninguna brigada de la comisaría quieren ver, son los que están al pie del cañón, porque ni los de judicial vienen a tomar declaraciones, ya si eso, que lo hagan los de la Odac. Con esto me he dado cuenta quienes son policías de verdad y quienes de boquilla. Los verdaderos policías, los que están luchando codo con codo en la calle las 24 horas, no son Upr, ni Uip, ni Geos, ni Goes, ni ninguna sigla que se te pueda venir a la cabeza. Los verdaderos policias, son los patrulleros, el guardia de la porra que nadie quiere hasta que lo necesitan para sacarles las castañas del fuego o meterle algún marrón, que los brigadillas no pueden salir tarde, pero si están prontos para colgarse las medallas.