Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.
EL GOBIERNO ACERCA A LOS PRESOS DE ETA
El Gobierno sigue acercando con discreción subrepticia a los presos de la banda terrorista ETA a la cárcel de Zaballa, en Álava, y a otros centros penitenciarios del País Vasco. Poco a poco, cerca de 300 terroristas que cumplen condena por sus crímenes en diversas prisiones del territorio nacional irán siendo trasladados con idénticos procedimientos a Euskadi, como vienen pidiendo las organizaciones abertzales y la asociación de familiares etarras Etxerat quienes, entre otras reivindicaciones, aducen que así “no tendrían que desplazarse muchos kilómetros por carretera para visitar a los presos”. Literalmente. Tal cual.
CRONIFICACIÓN
La cronificación del daño moral que esta iniciativa origina en las víctimas es tremendo. Con la excusa de “pasar página” se pretende poner el contador a cero y llamar, con carta de naturaleza, “conflicto” a la barbarie de ETA que ha causado 853 asesinatos desde 1958, año en que se fundó la banda, hasta el 04 de mayo de 2018, fecha en la que a los terroristas no les quedó más remedio que anunciar su disolución, vencidos por el Estado de derecho y el tesón policial.
Durante más de medio siglo, ETA ha perpetrado 3.000 actos terroristas en todo el país, ha dejado 1.635 huérfanos, ha secuestrado a cerca de 80 personas, ha provocado miles de heridos, ha extorsionado a 10.000 empresarios con el denominado “impuesto revolucionario” y ha arrojado en este tiempo, por amenazas o miedo insuperable, a unos 100.000 ciudadanos del País Vasco al exilio. ¿Es acaso esto un “conflicto” entre partes? Pocas veces la desnaturalización del lenguaje resulta tan cruel.
DISPERSIÓN
Se equivoca de plano el Gobierno si cree que ha desaparecido la excepcionalidad para la dispersión legal de los terroristas que cumplen en prisión las penas dictadas por los tribunales de justicia.
Conviene recordar al Ejecutivo que a día de hoy hay más de 300 atentados con víctimas mortales sin esclarecer y sin autor material. Los terroristas y sus brazos políticos encubren datos y hechos para que la policía no pueda investigar esos crímenes. Paralelamente, una buena parte de los arsenales de ETA siguen aún ocultos y un numeroso grupo de terroristas continúan fugitivos de la justicia y no están dispuestos a entregarse ni a confesar sus delitos. Tampoco a pedir perdón a las víctimas ni a reparar el daño ocasionado mediante el pago de su responsabilidad civil.
¿VENGANZA O JUSTICIA?
Pese a todo, las víctimas nunca han buscado venganza sino verdad, justicia y dignidad. ¿Está dispuesto el Gobierno a llevar a cabo concesiones y acabar con la política penitenciaria de dispersión en semejantes circunstancias? Parece que sí.
No quiero terminar esta columna sin mencionar el aniversario del fallecimiento de José María Setién, obispo emérito de San Sebastián. Un prelado condescendiente con los terroristas e implacable con las víctimas. Doy testimonio personal de ello. Fue tal la infamia de este clérigo durante su largo mandato de casi 20 años al frente de la diócesis guipuzkoana, que los actuales obispos del País Vasco, Navarra y Bayona han pedido públicamente perdón en un comunicado oficial conjunto por las “complicidades, ambigüedades y omisiones” que se dieron en el seno de la iglesia vasca en época de Setién. Demasiado tarde, sin duda. Quien no condena el mal a tiempo, en el fondo admite que se haga.
(*) Ricardo Magaz es profesor de Fenomenología Criminal en la UNED, ensayista y miembro de la Policía Nacional (s/a)