En medio del caos, tiempo para agradecer el trabajo de la prensa

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En un Estado democrático como el español, las manifestaciones, reuniones y resto de derechos están más que salvaguardados por la Constitución y su ejercicio, refleja como un termómetro la salud de una sociedad viva que participa en la res pública, articulada por instituciones que, entre otras cosas, está obligada a escuchar la voz ciudadana. Así ha pasado en Cataluña. Pero ha pasado mucho más.

MANIFESTACIONES

Al tiempo que se producían unas manifestaciones con el ritmo típico de convocatorias de protesta o del ejercicio de la libertad de expresión, tenían lugar concentraciones, cuyo desarrollo, fuera de cualquier guion previsible han causado estupefacción, incredulidad y dejado casi sin palabras a analistas, tertulianos, politólogos, expertos en sucedidos que trataban de dar forma contextual a lo que se resistía a cualquier tipo de lógica, para poder interpretar lo que estaba pasando; aunque fuera desde la dislocación  intrínseca de la violencia. Pero los incidentes, uno detrás de otro, y detrás de ese el siguiente y la dureza que iban captando las cámaras y contando los periodistas, obligaba a estar atento porque la máquina del destrozo no paraba y por momentos parecían quedarse cortos los ejercicios de razonamiento de algo que no se sabía muy bien qué era. La prensa hizo bueno el dicho, “si no lo veo, no lo creo”.

IMÁGENES

No es objeto de esta modesta reflexión entrar en el origen de lo que pasó, por qué sucedió, si es o no un conflicto político o una mera cuestión de orden público. Todo eso se ha dicho y cada cual a estas alturas ya tiene su opinión formada. Si quiero hacer reposo en las imágenes ofrecidas por los medios destacados en los lugares donde los enfrentamientos con la policía fueron tan graves como las reproducidas por las cámaras, las instantáneas fotográficas y las declaraciones que nos llegaban a través de programas especiales, replanteadas en la parrilla de contenidos, para que la prensa fuera fedataria de lo que podría pasar supuestamente, fuera de lo cotidiano, y que ya se ha calificado como extraordinario, increíble, inusitado.

CHALECOS COLOR NARANJA

Pongo el foco, en concreto, en una declaración inesperada que no había escuchado en ningún otro momento a nadie, de un representante sindical del Cuerpo Nacional de Policía, que atendiendo a las preguntas del programa Mas Vale Tarde de la Sexta el viernes día 18, quiso en primer lugar agradecer el trabajo de los medios de comunicación por retransmitir unos hechos inimaginables en nuestro país, que inesperadamente, estallaron con toda la virulencia posible, causando daños a policías, ciudadanos y también a quienes levantaban acta, los periodistas. Es verdad que la prensa tiene que estar donde debe sin ejercer ningún protagonismo para no desvirtuar lo que se traslada a la opinión pública. Si es en contextos difíciles, con más razón, aunque tengan que asumir riesgos que pueden considerarse “gajes del oficio”, imagino que hasta cierto punto. Un chaleco de color naranja que dejaba leer “PRENSA” y luego un casco, pretendía inmunizarles de las idas y venidas de una algarada que quería sacar de sus posiciones de contención a la policía. Y claro, recibieron algún botellazo, pedrada, insultos. Lo que vimos todos. Para entonces la policía detrás de unos escudos que los protegían a duras penas ya habían sido diana de la “puntería” enloquecida de unos exaltados que podían dar a cualquiera y chocaban contra la barrera inamovible de policías y mossos, consiguiendo su objetivo en demasiadas ocasiones. Hematomas, contusiones, fracturas, la más grave, la sufrida por un agente con traumatismo craneal por una bola de acero que traspaso su casco, diezmaban la fila callada de agentes muy conscientes del peligro que no dejaba de acechar.

EMPATÍA

Me llamó la atención la empatía de la policía cuando se reconoció el trabajo de los medios, el coraje con el que levaron a cabo su trabajo para poder creer lo que, de otra manera, hubiera topado con cierta dificultad a la hora de reproducirlo con toda su crudeza. Y, como digo, cuando la propia policía ya contaba con numerosas bajas.

Este trabajo ha sido criticado de sensacionalista en las redes y por algunos compañeros de prensa.  Soy de las que opinan que los periodistas tienen que evitar cualquier acento subjetivo en el qué, quién, dónde, cuándo, cómo o por qué. Pero disiento de que en este caso se haya llevado un “circo” a las casas. Era demasiado extraordinario para no informar a la opinión pública de lo que iba pasando. Hay que conceder al receptor de noticias, inteligencia para recibir las informaciones, posicionarse ante ellas y también libertad para interpretarlo. En todo caso, mejor ver desde la pluralidad de una prensa libre como la de nuestro país que dar dosis más o menos prescritas por alguien que se arroga el hasta cuando “es lo suyo”. Más en sucesos que, probablemente, pasarán de los soportes informativos a los libros de sociología o de la psicología social. Deseemos que esas imágenes, avergüencen a quienes las protagonizaron y contribuyan a hacer pedagogía cuando las cabezas piensen.

Por Rosa Mª García Durán, para h50 digital policial

 (*) Rosa Mª García Durán es intendente de la Policía Municipal de Madrid y jefa de la Unidad de Participación y Convivencia. Anteriormente fue responsable del Área de Formación del Cuerpo.

Un comentario sobre “En medio del caos, tiempo para agradecer el trabajo de la prensa

  1. Muy interesante opinión, ya que la mayoría no hemos pasado del foco puesto sobre la violencia callejera asumida como reivindicación política.
    Buen artículo

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