Muchos son los enemigos a los que se enfrentan diariamente la policía día a día en su trabajo. Pero el mayor enemigo no está en la calle. El principal enemigo de la policía es el propio policía en muchos casos.
Los principales problemas a la hora de afrontar una situación de riesgo para la integridad física de los agentes o de terceras personas son los siguientes factores:
1- La rutina.
Esto es sabido por la gran mayoría de los policías. Nunca pasa nada, hasta que pasa. La rutina en las intervenciones en los que nunca pasa nada, las identificaciones, las llamadas de alarma de establecimientos que saltan a diario y que en el 95 % son falsas alarmas, hacen que no se esté alerta y con ello poniendo en peligro su vida y la del compañero.
Cuantas veces se ha ido a una alarma sin tomar las medidas de seguridad necesarias. Cuantas veces se identifica a personas en la vía pública, sin que uno los policías preste cobertura al que compañero que está realizando la identificación.
Cuantas veces se realizan traslados en coches sin mampara y con el detenido sin engrilletar o con los grilletes por delante.
Cuantas veces se ha expuesto la integridad física en multitud de actuaciones sin pensar en lo que podría pasar.
Cuantas veces se sale de paisano sin el chaleco (quien lo tiene).
Todo esto pasa porque nunca pasa nada. Pero día a día vemos vídeos en Internet de intervenciones que se complican y que ponen en grave peligro la vida de los agentes.
2- La falta de seguridad.
Falta de seguridad a la hora de actuar. Viene generalmente por la falta de confianza en las propias capacidades y criterios para tomar decisiones. Parte de la culpa de la falta de seguridad es la falta de formación.
Cursos donde aprender cómo afrontar determinadas situaciones y como resolverlas. Tanto de forma teórica como práctica.
3- La falta de protección jurídica.
La carencia de una legislación que no deje desprotegido a los policías frente a las intervenciones. Que los agentes no tengan miedo a usar sus armas reglamentarias ante un grave riesgo para su integridad física o la de terceras personas, por las posibles consecuencias judiciales. Este punto es fundamental, pues con una protección jurídica respaldando las actuaciones de los agentes se solventaría en gran medida el punto 2, la falta de seguridad.
A todo esto habría que sumar mejores medios y material, como son las pistolas taser, las defensas extensibles, chalecos antibalas para cada policía y mayor número de cursos de formación. Pero todo esto, no está en manos de los policías que se juegan la vida a diario, lo que sí está en su mano es evitar caer en la rutina.
Sin duda, caer en la rutina es un gran error que puede costar caro.Nunca se debería bajar la guardia de servicio.(pero ocurre en muchos órdenes de la vida)Y se necesitan cambios legislativos que faciliten la labor policial y que el principio de autoridad sea respetado con más rigurosidad.Animo!!