Manuel Avilés*
Soy un tipo con ninguna suerte. Ninguna. Tan desafortunado en amores – no quiero entraros por el cuento de la lástima-, que no tengo duda de que el día veintidós me va a tocar un buen leñazo con la lotería de los moteros, un grupo de viejos verdes y desocupados, que venden en navidad con recargo y los únicos beneficiados son ellos – nosotros- que con él nos metemos una comilona de tres pares para celebrar no sé qué, porque ya está claro que Jesús de Nazaret no nació ese día de diciembre ni leches en conserva. Esto no es sino la sacralización de una fiesta pagana previa por el solsticio de invierno. Las saturnales romanas celebraban el renacimiento del año. Ese día es el que hay menos luz y, a partir de ahí, la luz empieza a crecer. La Iglesia, sabia y oportunista, como la luz natural crece, colocan el nacimiento de la Luz, con mayúsculas, o sea del Mesías. Probado históricamente el personaje de Jesús de Nazaret, es imposible saber el día ni el portal, ni si había mula o buey o si vinieron a adorarlo unos magos. Leyendas piadosas que estoy dispuesto a explicarle incluso a una convención de sacristanes si me los ponen a tiro, a pesar de lo mal que se han portado conmigo.
Llevo varios meses en este asilo-balneario-almacén- geriátrico. Me paso el día buscando papel de plata de los chocolates baratos del catering, mendigo en las cocinas y mendigo individualmente a cada uno que trabaja en ellas y al de la cafetería. Me han dado un puesto relevante en esta antesala del crematorio para tenerme entretenido, eso que llaman ahora terapia ocupacional. Encargado de hacer el río del Belén, desde el portal del nacimiento hasta el palacio de Herodes, hasta el templo de Jerusalén y hasta el palacio de Pilatos. Un anacronismo y una falsedad porque yo estuve en Palestina – con los tanques de los judíos por las calles y metiéndote los fusiles en la boca cada dos por tres- y ver un río allí es un milagro verdadero, cuánto más tres ríos en esa región inhóspita. Un secarral de cojones. De tierra prometida, que mana leche y miel, nada de nada.
Siguiendo las tradiciones piadosas, familiares y jugueteras de este tiempo, la rubia del Jaguar ha aparecido por el asilo-balneario y, como regalo de fiestas, me ha sacado un billete de ida y vuelta, porque dice que hay que estrechar los lazos familiares y tengo que ir a ver a los nietos. Mira que me pone la rubia, un pibonazo, y a mi edad sigo teniendo que darme ladrillazos en el esternón para vencer las tentaciones que me genera. Le digo suplicante: lo que quiero es pasar las fiestas completas y todo lo que me quede, a tu lado. Ella, manipuladora y torera, me dice que se debe a su marido y que no va a romper a estas alturas una unión de tantos años, me da medio pico y me deposita en el Ave a Madrid con un bocadillo de jamón y una Alhambra verde. No formo parte de la familia como para estar en la cena de nochebuena y cantar villancicos con los cuñados de facto. Me empaqueta a un lugar en el que importo una mierda más o menos.
Entrando en el Ave, me viene a la memoria el “357 Magnum. Por ti me juego la salvación”. En esa novela, el espía, tiene la suerte de caer en el asiento junto a una médico cardióloga que le hace el viaje y más cosas, sumamente agradables. Tampoco me acompaña esa suerte. Me toca junto a un indigente, como si fuera un funcionario con el sueldo congelado desde Zapatero. Me da pena su estampa y cuando pasa el tipo empujando el carrillo, lo invito a un café diarreico de esos de Renfe.
Llego a Chamartín y parece un campo de batalla sirio. Ha pasado el Daesh arrasando. Menos mal que no aparece el gran asesino de Sadnaya al que espero ver ante la corte penal internacional antes de palmarla. Llevo billete directo pero, por una incidencia me hacen transbordar. Puente es listo, se preocupa de blindar a su jefe, pero no de los trenes. Ahora para cobrar por retraso en un tren de Alta Velocidad tienes que llegar más de una hora tarde. Pregunto por mi tren del trasbordo sobrevenido y nadie sabe nada. Dos chicas y dos chicos con chaleco verde no tienen ni idea. Voy como “El Vagabundo filósofo” de Gorki entre los escombros, las pasarelas provisionales y los pasillos tapados con tableros de aglomerado. Estoy por fingir un infarto para ver si alguien viene a hacerse cargo de mi y me saca de esta ciudad en ruinas.
Por fin damos con el otro Ave. Tampoco tengo suerte. Me toca al lado un melenudo de dos metros que con los dientes araña la moqueta. Sonríe silencioso y se pone unos cascos autistas. No hay cardióloga dulce y guapa en este tren, ni yo estoy para trotes, abandonado por la rubia casada. La del Jaguar. No hay otra.
Llego al destino, mucho más allá de la estación bombardeada de Madrid. Me están esperando. ¡Aleluya! La rubia del Jaguar se sabe su teléfono y les ha avisado. Sin lavarme la cara, el mayor y más espabilado, me lleva a un centro comercial coaccionado. “Abuuu” quiero unas “Naikkk”. ¡Que cojones Naikkk, niño”. Niké es una palabra griega que significa victoria y no un nombre americano pronunciado “gilipoyuamente”. Que no abu, que tú no tienes ni idea, cómpramelas y estoy un día sin móvil para ver series. Menos mal que me queda poco porque con estos trabajando no duran las pensiones ni dos años y con Muface en liquidación por derribo, tendremos que pedir limosna y someternos la sanidad de beneficencia en algún rincón del estado de bienestar.
Suplico a los niños – dan más el coñazo que los viejos del pre crematorio- que me dejen ver las noticias porque hoy declara Ábalos y me urge saber si ha tirado de la manta -aquella amenaza que ya con Roldán, era vieja-.
Ochocientos plumillas y fotógrafos en la puerta del Supremo. Ábalos está entrenado. Sonrisa profidén y dando las gracias a todos, cuando por dentro desearía una tormenta de rayos que fulminara el cotarro. La conclusión es idéntica en todas las tendencias y sigue la línea marcada por Sánchez: no hay nada. Investigado, puede mentir para defenderse, no está obligado a decir la verdad. Sale sonriente y todos comentan: “no ha disparado para arriba”, solo para Koldo y llora por lo desgraciado que lo ha hecho Aldama. Pobrecito, no se ha protegido. No sé por qué me huelo que hay un pacto en las alturas. Sánchez está limpio de polvo y paja. No sabe nada, todo es una conspiración de la fachosfera compinchada con algunos jueces – lo de las cartas marcadas que ha dicho-. Tú tira contra Koldo y Aldama, el manipulador generador de desgracias y ya lo arreglamos luego porque hay legislatura por delante, la economía va como una moto y vamos a ganar otra vez como un gobierno limpio. No sé dónde he oído la expresión “corruptos de uso fácil”. Vamos a verlo, presumamos la inocencia como no han hecho ellos con el estado de derecho reventado con sus amnistías puigdemónicas y sus leyes a medida.
Como los populares circulan como oveja sin pastor y como a los puigdemones, bildus, peneuveros y rufianes les damos lo que pidan, aquí no hay moción de censura ni pa Dios, que eso de la moción de confianza que se ha montado el lehendakari de Waterloo, es un subidón de orujo que no va a ningún sitio. Me da igual, yo voto a los animalistas y esos no sacan un escaño nunca.
¿Y el chalet de Cádiz? ¿Y el piso de la plaza de España? ¿Y los cobros que se han publicado? ¿Las dietas de la novia? No hay nada, pura verborrea. Hay que esperar al suplicatorio y a la búsqueda de documentación por el instructor. Hay que esperar a que hable Koldo, a ver contra quien tira o si alguien lo ha convencido para que se lo coma él y haga de cortafuegos. Nadie se cree que un asesor haga esas cosas por su cuenta. Hay que esperar a ver si la fluidez verbal de Aldama se concreta en pruebas porque, si te fijas, solo ha hablado, pero no he visto nada con soporte de papeles.
Los niños coñazos se han ido al colegio – los he llevado en contra de mis ideas a la puerta de unas monjas con bigote-. Me refugio en la literatura y me cae un libro de Luis Avilés. No es mi primo, pero coincide el apellido. “Txacolí y Zeruko”. Vasco por los cuatro costados. Creo que estoy en sus páginas porque habla de un Avila director de Martutene, o sea ha cambiado datos para no pagarme derechos de imagen, Avilés, director de Nanclares. Bueno no entraré en pleitos. Me gusta el libro, una historia que ha podido ser posible en Euskadi, con infiltraciones en la lucha contra los etarras. Está muy bien escrito. Como Patria, que también es ficción.
Ya os hablare del de próxima aparición “Los confesores reales. Pecado, redención y política”. La influencia de los curas – las órdenes religiosas iban a muerte a pillar el puesto- en la política del estado por medo de la confesión. Editado por Samarcanda y prologado por el número uno de la novela histórica en España y en más sitios: Don Juan Eslava Galán. Un honor ser su amigo.
NOTA.- ALUCINO. Mi sorpresa no tiene límites, el Sr. Álvarez, líder de un sindicato que se dice de izquierdas -cuando voy a empezar a comer- lo veo decir en televisión. “Voy a ir a hablar con el President Puigdemont”. ¿ President de qué? Evadido, huido de la Justicia. Se me cae la cara de vergüenza con este individuo.