Tranquilos. Ha sido una amenaza vacía. Ya sabéis que contar la mili – en el caso de las mujeres, los embarazos y los partos- está tipificado como delito de tortura. Probad y veréis cómo os admiten la querella si la presentáis, por una mili contada sin compasión. Yo prefiero sacarme un par de muelas.
En mi juventud, cuando cogía el autobús – rara vez porque la disposición de las cuatro pesetas que costaba, casi nunca tenía lugar- era normal, un autobús que iba hacía un barrio obrero y pobre, como el que va ahora a la Colonia Requena, por ejemplo. Era normal, repito que en voz alta, dos mujeres comentaran los pormenores del embarazo, mareos, pérdidas, embarazo sorpresivo y no buscado, advertencias del ginecólogo…y el parto por completo con todo lujo de detalles. Lo mismo que contaba las corridas de toros o los partidos de futbol Matías Prats – el padre, no el de Antena 3 de ahora-. Eso ahora no pasa. Yo cojo de vez en cuando el tres, el de la Colonia Requena, y todo el mundo va mirando el móvil, hablando por el móvil y mandando mensajes de móvil. Lo mismo da que sean negros, moros, rumanos o españoles. Y yo me alegro de esta pluralidad racial porque eso mejora la especie. No nos va a pasar como a los Austrias, que de tanto casarse tíos con primos y sobrinos con tíos, como desconocían las leyes de Mendel, acabaron gilipollas. Con este canto a la interculturalidad, aunque los islamistas fanáticos, los católicos, los judíos o los protestantes fanáticos no me gustan, hundo en la miseria a quienes querían denunciarme por xenófobo.
Aquellos viajes en autobús, que ahora añoro en este balneario tétrico y avejentado, eran como el Google de ahora. Allí te enterabas de todo. Una fuente inagotable de información. Ahora vamos todos en silencio mirando el móvil y la información nos viene de ahí. Controlada y teledirigida. De vez en cuando – rarísimo- surge el milagro de un joven que se levanta y cede el asiento a un abuelo. Aleluya. No está todo y del todo perdido.
Los vejestorios que habitamos en el balneario, antesala del crematorio por más que las auxiliares se empeñen en ocultárnoslo para despistarnos. Cuando echamos a uno en falta, no es porque sus hijos se lo hayan llevado a casa ni porque se haya largado de vacaciones con el inserso, sino porque se ha ido al otro barrio con los pies por delante. Los vejestorios, repito, hemos abandonado ya el interés por las tormentas.
El primer día de la DANA, no perdíamos ripio. Todos magnéticamente pegados al televisor. Conocemos a cada militar, municipal, vecino o voluntario que limpia barro. Vimos a Leticia con la nariz llena de barro y al presidente salir echando leches. Es el protocolo de los escoltas. Nos sabemos hasta la matrícula de los coches que ha arrastrado la riada. Conocemos a Mazón, a Sánchez, a Puente, a Ribera, al ministro canario y a la consellera de Interior, que tiene un pie en la calle por no haberse atrevido a interrumpir la comida de Mazón con la periodista estilosa y estilizada que rechazó dirigir la tele valenciana. Los conocemos a todos y sabemos que ninguno tuvo la culpa de la tragedia que el responsable y al que hay que ponerle querellas – los analfabetos dicen querellas criminales, como si las hubiese civiles o mercantiles-, el responsable es ninguno.
Los cálculos políticos – muertos aparte, que ponen todos cara compungida y corbata negra, aunque en su fuero interno les importen un rábano- se cuentan y se analizan en clave electoral. ¿Cuánto me va a costar esto en las próximas elecciones? Se pregunta el político tentándose la ropa por si acaso este evento sobrevenido y sorpresivo le hace saltar del sillón de sus entretelas en contra de su voluntad, porque jamás pensó en soltar el chollo.
Todos lo hicieron bien y solo el cambio climático tiene la culpa, que de eso no pueden responder Sánchez ni Puente, que no controla ni la Renfe. Mazón tampoco porque es un presidente blandito y está todo el día preocupado con las formas y la corrección política, y asustado por si Feijoo le pica el billete y lo manda a hacerle compañía a Pablo Casado, que está casado – con perdón de la redundancia-, con una de Elche y le coge cerca. Mazón comparece para no decir nada. Tres bobadas de Perogrullo y que va a liderar la reconstrucción. Lamentable. Los socialistas no tienen problema porque el relevo es inexistente. El del peluquín ya está para venirse al balneario con nosotros y a Ábalos le queda un largo recorrido con el caso Koldo, a punto de llamarse Ábalos, con lo cual ya no es recambio de nada.
Voy a hacer un viaje entren bastante más largo de lo que quisiera porque la rubia del Jaguar hace días que no aparece por aquí. Yo creo que me ha dejado y ha hecho como aquellas de que hablan Carmen Posadas y Marta Robles en su libro “Usted primero” que es un tratado de educación y buenos modales. Ellas, según Carmen y Marta, te dejan diciéndotelo por guasap. No se molestan ni en acercarse a darte el recado, como si fueras sidoso o covidoso. ¡Ay señor, en qué poco quedó aquel amor eterno que juraba cuando la biología y la cartera respondía a todo! Voy a hacer un viaje largo en tren y juro, por la gloria de mi madre, que es un juramento andaluz muy serio aunque chiquito de la Calzada hiciera humor con él, que os voy a contar cada incidencia. A ver si de una vez, Puente puede sacar pecho por su gestión.
Como la política me tiene asqueado huyo de las noticias y los periódicos y me refugio – siempre se encuentra un refugio- en la literatura. Yuval Noah Harari homosexual y judío al que admiro – hundo en la miseria a quienes me querían denunciar por homófobo- ha escrito un nuevo y extraordinario libro. Nexus, que no creo que pueda superar a Sapiens.
Me da la razón este hombre. Menos mal. Hace unos días escribí en algún sitio sobre la falacia de las religiones y los mitos bíblicos, una manera de explicar la realidad de manera acientífica y cuentista. Alguien – no le haré publicidad- me llamó reprimido y analfabeto. Harari me da la razón en Nexus: No hubo una pareja de la que descendamos todos y lo argumenta con pruebas genéticas y biológicas. Se carga de un plumazo la teoría del pecado original y la imprescindible redención de la que viven miles de curas y obispos y sacristanes – incluidos los de Alicante- a lo largo y ancho de la geografía mundial. No hubo un diluvio universal al que sobrevivió Noe con el arca llena de animales, ni el arco iris final, con la paloma con la rama de olivo en el pico, fue una promesa divina de no inundar más la tierra. Que pregunten en la Comunidad valenciana, que yo he contado cuatro riadas importantes, apocalípticas, en los últimos cuarenta años.
Cada hombre encierra en sí mismo, solo y único frente al mundo – incluidos los políticos, desde Sánchez hasta Ábalos, desde Koldo hasta Aldama, desde Feijoo hasta Mazón y desde Errejón hasta Iglesias- la historia de la humanidad entera, porque al final, todos somos muy parecidos y no hay nada nuevo bajo el sol. Buscamos la supervivencia, huimos de los problemas y nos justificamos cuando nos cogen con las manos en la masa, cuando nos desequilibran y cuando nos hacen caer del chiringuito que nos habíamos montado para instalarnos más o menos en la comodidad.
Hablando de Errejón, que ha estado muy callado y lo teníamos olvidado con la riada, dijo hace cuatro años que “no hay denuncias falsas sino afán de la derecha fanática por criminalizar a las mujeres”. Yo he visto más de una denuncia falsa y he visto muchas mujeres machacadas por auténticos hijos de puta. Ahora, se echa atrás de aquella afirmación categórica y denuncia a la señora Mouliaá por denuncia falsa, usando toda la artillería posible. Es una cosa muy rara. La abogada se da de baja por enfermedad y la causa se archiva hasta que se recupere. Cosas veredes, Sancho.
No les he contado la mili, no es tortura. No se quejen.