Organizada por la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria (AEIH) en su 41 Seminario, han participado en una mesa redonda en la que han planteado cómo trabajan en sus distintos territorios a la hora de invertir en tecnología sanitaria
El dinero público destinado a la Sanidad hay que entenderlo como una inversión, nunca como un gasto, debido a cómo repercute positivamente en la salud final de los pacientes, y, de esta forma, revierte en la sociedad.
Es una de las conclusiones de la mesa redonda que ha reunido hoy en Sevilla a directores y directoras generales de Sanidad de cuatro comunidades autónomas: Madrid, Valencia, País Vasco y Andalucía, en el marco del 41 Seminario de Ingeniería Hospitalaria, que se celebra en el Palacio de Congresos Fibes, de Sevilla.
Moderado por el periodista Pedro Piqueras, el foro se ha celebrado bajo el título de ‘La importancia de la Ingeniería Hospitalaria en la toma de decisiones económicas”, en la que Ana Cabrero López, directora general de Infraestructuras Sanitarias del Servicio Madrileño de Salud, ha puesto el acento en la importancia de distinguir entre “gasto e inversión”, en la sanidad, porque “la inversión tiene un retorno, y en sanidad no estamos acostumbrados a calcularlo”.
Una inversión que tiene retorno en forma de salud
Como ejemplo, ha citado que la robótica en sí, teniendo en cuenta los equipos que hay que comprar, se puede entender como un gasto, “tiene unas ventajas, hay ciertas patologías que si se operan con robótica tienen muchos beneficios, aunque la salud no tiene precio”, pero si se consiguen objetivos de cara al paciente, “eso es lo que ahorra, pero no estamos acostumbrados a calcularlo”.
Además, es importante matizar que adquirir algo de tecnología “no es un acto en sí mismo, sino que está dentro de un proceso quirúrgico que mejora y se cuantifica, y si una persona está tres días menos en el hospital gracias a lo que se invierta, eso es retorno de la inversión, y eso hay que calcularlo”, ha señalado, matizando que hay que incluir en la inversión “el mantenimiento, las renovaciones, el personal…, y todo hay que calcularlo”, porque, al final, “el concepto es la eficacia, la inversión, y es inversión si tiene retorno, si no, es un gasto”.
Se ha referido también a la necesidad de que los centros hospitalarios sean más sostenibles en capítulos como la generación de energía, aunque, hablando, por ejemplo, de energía solar, ha recordado que “la población tienen que entender que no por qué gastes más -en placas solares- eres más eficiente y vas a tener mejor salud”, concluyendo con que “se piensa en las placas, pero lo mejor es no consumir energía o consumir menos”.
El coste de la oportunidad
Para Pedro Manuel López Redondo, director General de Gestión Económica, Contratación e Infraestructura de la Consellería de Sanidad de la Generalitat Valenciana, es “importantísimo encontrar la rentabilidad y el retorno de la inversión”, algo que “tenemos que obtener en beneficios de la perspectiva de lo que beneficie a la población”.
“La clave está en el ámbito en el que se toma la decisión. Hay un concepto muy importante a tener en cuenta: el coste de oportunidad, lo que vamos a dejar de hacer en un entorno de recursos limitados si gastamos recursos en una determinada tecnología”.
En este punto, ha puesto un ejemplo clarificador, tomando como base el gasto en farmacia: “Imaginemos que surge un medicamento innovador que a un paciente le prolonga la vida con calidad tres o seis meses más. Es un tratamiento muy caro, pero el planteamiento que tiene que legitimar es si invierto el dinero, por ejemplo, en un estudio de la edad umbral para un programa de atención a enfermos de cáncer, que va a beneficiar a muchas personas. Posiblemente sea esa mejor la inversión de las dos”.
Al final, ha entendido, “las decisiones, cuanto más alejadas del centro, son las más acertadas”.
La renovación necesaria pero eficaz
Otro asunto tratado en la misma mesa ha sido la necesidad de renovar los equipos, pero hacerlo con criterio. Xavier Ibarzabal Astigarraga, director general de Osakidetza (Servicio Vasco de Salud), recuerda que hay una normativa (la Ley 4/2019), que obliga a reducir el consumo eléctrico, a producir energías renovables, sin perder el foco en que “estamos en una empresa social, que tiene un carácter social, con un negocio asistencial”, en la que, curiosamente, los equipamientos los tenemos todos renovados, “pero las instalaciones son las grandes olvidadas de cualquier hospital, porque no te dan la foto que quieres”.
Asunto aparte es que “hacer una instalación fotovoltaica requiere de muchos permisos, no de seis meses de gestiones, que es lo que tardas en poner un escáner”, y ha recordado que, a veces, “son inversiones que parece que van a un saco roto, pero en instalaciones tenemos que ir renovando en aras de la sostenibilidad”.
“Un pecador desde el punto de vista medioambiental”
Por último, José Antonio Miranda Aranda, director general de Gestión Económica y Servicios del Servicio Andaluz de Salud, ha subrayado, a la hora de hablar de renovación de equipos, la importancia de que los centros sanitarios “saben cómo están y lo que quieren, pero no saben lo que quieren otros”, de modo que en las comisiones se analizan todas las peticiones de renovación tecnología que hay.
“No olvidemos que cuando un responsable de un centro pide lo ultimo que ha salido, hay que ver si atendemos esa petición, cuando hay centros que puede que no tengan ni lo penúltimo ni lo anterior”, ha ejemplificado.
Lo ha comparado con adquirir un coche, porque “cada día salen nuevos y con mejores tecnologías, pero eso no quiere decir que vayamos siempre al último coche que ha salido, sino que tenemos que ir a la inversión que nos podamos permitir”.
Se ha referido, además, a la necesidad de reforzar las políticas de eficiencia energética, indicando que “el sector es un gran pecador desde el punto de vista medioambiental, pero en Andalucía hemos hecho examen de conciencia”, y el Servicio Andaluz de Salud tiene una serie de proyectos en Algeciras y Málaga de 17 millones de euros cada uno para mejorar la eficiencia energética, una inversión que asciende a 130 millones para una red de hospitales públicos en suelo andaluz.