Acabo de recibir la noticia del fallecimiento de mi amigo, José Luis de Tomás. No me acabo de hacer a la idea de que esto haya sucedido. Tampoco puedo evitar pensar que estaba siendo algo esperado desde hace apenas dos meses.
Únicamente puedo decir cómo nació nuestra gran amistad. Deseaba conocerlo o que alguien me pusiera en contacto con él desde el momento en que, a través de la prensa, me enteré de que había ganado el premio Nadal de novela. Esa ocasión se presentó el año 1987, cuando apareció por mi despacho del Ministerio del Interior de la mano de D. Ramón Lillo, que era el comisario jefe de la Unidad de Policía Judicial en la Audiencia Nacional. La emoción con la que estreché su mano y cómo le felicité efusivamente por haber conseguido el premio Nadal, con “La otra orilla de la droga” fue indescriptible. Con todo, lo mejor de este primer encuentro fue la facilidad con que conectamos hasta convertirse en una gran amistad que ha durado desde el otoño de 1987 hasta aquí.
Antes de nuestro encuentro, había leído ya su novela. Tuvo toda clase de críticas. Alguna de las negativas que recibió fueron totalmente injustas y estuvieron fuera de lugar. Se basaban en decir que cómo un policía, que estaba involucrado profesionalmente en la lucha contra la droga, podía escribir una novela sobre lo que era el objeto de su trabajo. ¡Vamos que el hecho de ser policía le invalidaba para escribir sobre un tema que le era de sobra conocido!
De esa novela, “La otra orilla de la droga” me impresionaron la solidez de su argumento y su estilo directo y sin recovecos y su dicción limpia. Estas cualidades las ha mantenido en todas las novelas que escribió después. Su estilo tan personal y directo se podía reconocer hasta en sus cartas y escritos de cualquier índole que fueran. Las cartas que acostumbraba a escribir todos los años para felicitarnos la Navidad y el Año Nuevo eran un auténtico regalo.
El prestigio que consiguió a raíz de ganar el premio Nadal no fue solamente para él. Repercutió y de qué manera en el entonces Cuerpo Superior de Policía. Vivíamos los primeros años de la democracia y del primer gobierno del Partido Socialista. Fue una etapa de crisis para la policía que salía del franquismo y se estaba adaptando a la nueva realidad democrática de la sociedad española. Estamos hablando del año 1984. Que surgiera en esos momentos a nivel nacional un escritor de la talla de José Luis y que fuese galardonado con ese premio un policía, significó a los ojos de muchos que esta mejor preparada de lo que se decía. Nuestra imagen corporativa ganó muchísimos enteros en la sociedad. Esa fue la virtualidad de ese premio y su repercusión en favor de un Cuerpo de Policía, que estaba siendo puesto en cuestión.
Siempre fue fiel a su estilo. Sus otras novelas son fantásticas. Las he leído con detención. Cuando ha hecho sus pinitos en historia de Manises, le he ayudado en lo que ha estado en mi mano. Lo mismo que cuando he tenido yo algún compromiso serio, le ha dado un repaso a lo que le he enviado. El problema era que mi estilo es más barroco y, en algunas ocasiones, utilizo más oraciones subordinadas de la cuenta.
La última ocasión para estar juntos nos la deparó la firma de libros en la caseta de la Fundación Policía Española en la feria del libro de Madrid. Tuvimos la ocasión de compartir toda una mañana experiencias con los visitantes y responder a las más diversas cuestiones que nos plantearon. Fue un día magnífico. Después departimos durante la comida sobre las más diversas cuestiones. Nos separamos con un calidísimo abrazo para terminar la jornada. Nunca pasó por mi imaginación que sería el último que nos diéramos. Creía, ingenuo de mí, que nos volveríamos a ver pronto, porque tenía pendiente una visita a Valencia. Pero, como dice el refrán, el hombre propone y Dios dispone.
Ahora estoy viviendo de los recuerdos. Las visitas que él hacía al Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, y las que yo hice a Valencia, en las que me presentaba a sus amigos con las correspondientes tertulias, que se eternizaban después de cada comida.
La limpieza de su mirada, el ir directo al meollo de los problemas y su rectitud formaban su personalidad. José Luis es un gran escritor y su legado se mantendrá. Para quienes le hemos tratado, lo recordaremos siempre como una de las mejores personas que hemos conocido. Ser su amigo está entre las mejores cosas que me han pasado. Lo echaré mucho de menos. Que descanse en paz.
A continuación, incluyo una breve nota necrológica de José Luis de Tomás, redactada por el Inspector Jubilado D. Carlos Lorenzo.
- – Inspector Jefe, jubilado. Exdelegado de formación de la Jefatura Superior de Policía de Valencia.
- – Compaginó su labor profesional con la escritura que tanto le apasionaba.
- – Premio Nadal 1984 con la obra “La otra orilla de la droga”. Llevada al cine con el título “Cautivos en la sombra”.
- – Finalista premio Azorín 2012, con la obra “El reposo del tiempo”.
- – “Piedra de sal”. Premio Ciudad de Valencia 2019
- – “Cuentos de luna y lluvia”, 2006
- – “El argot como disfraz para vivir en sociedad”, 1997
- – Nombrado Cronista oficial de Manises en 2017 publica el libro “Manises del tren al metro”, el mismo año.
- – Recordando a su lugar de nacimiento, publica “Ribarroja a través de su historia”. 1986
- – Colaborador en diversos periódicos y revistas. Conferenciante.
D.E. P.
Conocí a José Luis allá por los años 90, cuando era el Delegado de la División de Formación y Perfeccionamiento en la Jefatura Superior de Valencia. Un delegado de lujo por su categoría intelectual y humana, en la época en la que se produjo la transformación más importante de la formación policial, que pasó de ser fundamentalmente centralizada y limitada a determinadas unidades, a tener voluntad de permanente y desarrollarse de forma centralizada y descentralizada, de la mano del Comisario, Jefe de la División de Formación, Maximiliano García Cantos, ya fallecido. En aquella época se incluyó en el Catálogo de Puestos de Trabajo el puesto de Delegado de Formación, y José Luis fue del primer grupo que pasó a desempeñarlo. Los que trabajamos con él nunca olvidaremos su dedicación, su excelente trato personal y su siempre amena y sugerente conversación. El prestigio que supuso su destacadisima actividad como escritor, para la Jefatura de Valencia y para Policía, está fuera de toda duda.
Descanse en Paz.
Miguel R Méndez Martín
Comisario Honorario de la Policía Nacional
Yo no le conocía personalmente pero tuve relación con él desde hace cuatro años y era un hombre encantador y siempre tan correcto.
También tuve la suerte que me felicitara unos años por Navidad y sus cartas las leía varias veces y las leíamos y comentábamos con los compañeros del trabajo.
Una gran pérdida para la Policía Nacional.