Se cumplen 25 años desde el secuestro y asesinato del Miguel Ángel Blanco, a manos de ETA. Unas 48 horas de angustia y dolor que conmovió a toda España y que desencadenó en una movilización masiva por parte de la sociedad civil contra la organización terrorista. A pesar de que acaban de cumplirse 25 años de su muerte y que a algunos jóvenes les puede quedar lejano o incluso totalmente desconocido, cabe recordar el triste relato de hechos que supuso la unión del país entero bajo lemas como “por la paz, la unidad y la libertad”, “Basta ya”, “ETA, aquí está mi nuca” o “Miguel Ángel somos todos”.
En la crónica de hechos el 10 de julio de 1997, hace ahora 25 años, la banda terrorista ETA secuestró a Miguel Ángel Blanco Garrido, un joven concejal del Partido Popular de la localidad vizcaína de Ermua. Un político desconocido para el gran público para cuya liberación los terroristas impusieron unas exigencias prácticamente inalcanzables: el acercamiento en 48 horas de los presos etarras al País Vasco. De lo contrario, llevarían a cabo la ejecución del concejal.
Y lo ejecutaron, pero fue el principio de su fin. Los asesinos se encontraron con un pueblo enfurecido que levantó la mano contra la opresión, que vio en Miguel Ángel a un inocente, un héroe en la lucha contra los criminales.
Su recuerdo permanece y permanecerá vivo.