Menos mal. Se acabaron las hogueras. ¡Bendito sea el señor! He intentado coger una plaza en el balneario de Cofrentes, pero también está lleno y no cabe ni un alfiler. Medio Alicante ha huido escapando de la quema. No me han hecho ni puto caso. No será que no lo he dicho claro: a todos los fanáticos de los petardos, a todos esos valientes, que han visto desde Rambo uno hasta Rambo siete, que conocen al dedillo la bibliografía de Chuck Norris, de Charles Bronsonyosoylajusticia, de Steven Seegalentierrapeligrosa y que creen que les suben los niveles de testosterona tirando petardos a las tres de la mañana…A todos, incluidos padres que los financian y los jalean – ¡qué guapo está mi niño con los petardos y qué alicantino es!-, les metía yo año y medio de mili en artillería antiaérea. Los mismos meses que me pegué, uno detrás de otro, con el capitán Requejo mandando la instrucción.
Soy consciente de que contar la mili está tipificado como tortura, salvo que sea Muñoz Molina el que escriba “Ardor guerrero”. Asumo el riesgo de denuncia por rigor innecesario, como si le hubiera dado un rubiales furtivo y al descuido a la rubia del Jaguar.
¡A ver, artilleros! -texto autobiográfico, pura mili, que irá a las memorias- Ese cabo tira muy bien. Le ha dado dos veces al globo que suelta a dos kilómetros la fragata que acaba de doblar el saliente de Tapia de Casariego. ¡A tomar por el culo – lenguaje militar con dos cojones del año setenta y ocho, sin Constitución ni leches-. Ni radares ni ostias, que tire el cabo!
A sus órdenes mi capitán. Yo tiro, pero… ¿no hay unos aparatos que se ponen en las orejas para amortiguar las explosiones? ¿¡Aparatos?! ¿Amortiguar? ¡Maricones que sois todos unos maricones! ¡Somos hombres, que aparatos ni que ostias! ¡A disparar, cabo! ¡A sus órdenes mi capitán! No sé si acabaré maricón después de tanto cañonazo, pero sordo, seguro. A la orden.
A todos los tiradores de petardos – muchos más a quienes los tiran cerca de los perros y bajo la ventana a las tres de la mañana- los sometía a una terapia, entre psicoanalítica y conductista, de un año de mili en artillería antiaérea. Se les corrige esa patología de un plumazo…niños cabrones…
Voy a tomar un poco el aire y a ver si se me pasa la mala leche de los petarditos viendo alguna hoguera, ese monumento a lo efímero que arde sin remisión el 24 por la noche. Alicante, andando por la calle se ve rápido, es como las antiguas ciudades de las películas del oeste: sobrevive el que saca más rápido porque el derecho es una realidad ignorada.
A cincuenta metros de la ciudad de la justicia en construcción, y de mi antigua cárcel de Benalúa, ahora juzgados en activo: dieciséis días, contados uno a uno, llevan doce sacos de escombros junto a los contenedores de basura. “Cuerpoescombro” es uno de los más de doscientos insultos que ha recopilado la RAE. “Cuerpoescombro”, justo lo contrario de la rubia del Jaguar: cuerpo escultural, sonrisa de sacrilegio, dientes deslumbrantes y mirada felina.
Algún listillo desaprensivo se ha reformado la cocina con nocturnidad, con alevosía, sin licencia de obras y ha tirado los cascotes en plena calle. Sospecho de un loco que me suena, pero no lo puedo acusar por el principio de presunción de inocencia. Algunas veces, no obstante, rige el principio de culpabilidad y eres culpable salvo demostración en contrario. Adivinen de qué hablo. Me causa repulsión acercarme a la puerta del “zumbao” del que sospecho.
No es porque estemos de fiesta, pero Alicante luce sucia como las escaleras psiquiátrico de Fontcalent hace años y no creo que hayan mejorado. La suciedad tenía que estudiarla un arqueólogo porque iba por estratos: el estrato de su fundación, el de hacía ocho años, el de tres años y el del mes pasado. Así Alicante.
Un niñato – diecisiete años, patinete anárquico, se sube por las aceras, se salta los semáforos y está a punto de atropellar a dos viejas. Los patinetes y sus conductores vulneran cualquier principio jurídico conocido. Le digo al niñato macarrón: ¡Chaval, no te saltes los semáforos que te vas a matar! Le he dado en el amor propio. No sabe leer, no sabe escribir, solo maneja el patinete y el móvil, pero tiene el orgullo por las nubes. Se cruza en el paso de peatones y piensa: A este viejo le voy a dar dos hostias que le voy a volver la cara.
¡Ten cuidado que fui de pequeño a una clase de karate! El imbécil se viene arriba y dos calorros bien intencionados, de la plaza de la división azul – ¡Qué nombre tan bonito!- se lo llevan y evitan que acabe en Fontcalent por apuñalar a un anciano. Puro oeste americano, sobrevive el que desenfunda antes, salvo que medien los gitanicos bienhechores.
Me salva la campana por obra de los gitanos pacifistas de la división azul. A ver dónde consigo una cerveza porque la tensión ambiental me ha secado la garganta. No he querido azuzarle a Casilda porque ella es un arma letal y tampoco querría pagar por la muerte de un imbécil como si fuese normal. Ya se estampará con el patinete contra un autocar urbano, si continúa saltándose los semáforos.
¡Milagro! No acabo de sentarme en una terraza del puente rojo y aparece… ¡La rubia del Jaguar!
Hola, amor – me deja sin respiración el saludo-. Sabía que andarías por aquí. Te busco porque tengo varias dudas que solo tú me puedes resolver – y entorna los ojos como con sueño y se pasa la lengua por los labios y yo quiero ocupar inmediatamente un sitio en medio-.
Pues no te creas – rubia del Jaguar- que estoy para muchas preguntas, que unos gitanos me acaban de salvar de un sicario con patinete y aún tengo palpitaciones. Tiene suerte el gilipollas de que el GRAPO ya está extinguido. Tenía la cara, la pose y la cultura exacta para ser militante de ese movimiento fantasma. También podría – por sus hechuras- ser monaguillo, auxiliar del sacristán de la concatedral o fámulo del obispo ese de Belorado, que tiene una pinta de parguela que no se lame, lo mismo que el cura coctelero. No estoy para muchas preguntas, cariño, porque la emoción aun me embarga, lo mismo que hacienda. No me preguntes sobre el Fiscal General, ni sobre Sánchez, ni sobre Conde Pumpido, el Supremo o el Constitucional. No me preguntes sobre Puigdemont que se me han acabado los antidepresivos y podemos tener un problema con mi pobre corazón, casi roto por tu culpa.
Amor – dice la rubia pasándose otra vez la lengua sabia por los labios en los que yo querría instalarme- tengo clarísimo que eres adivino. Precisamente por esos fantoches venía yo a preguntarte. El obispo cismático y el cura coctelero. ¡Qué miedo! Han sido excomulgados. ¡Uy Señor, si a mí me excomulgan, me da algo! ¡Ir al infierno seguro, por Dios!
Bueno, querida rubia. El Obispo Iceta, que ha excomulgado al otro – no se si es primo de aquel ministro bajito y regordete que no ha dado golpe en su vida y que bailaba compulsivamente- tiene las mismas capacidades que el de la Pía Unión de no sé qué. Que te echen de la iglesia es lo mismo que si te echan del Real Madrid. A mi me pueden echar de los dos sitios porque no voy a ninguno.
Este tenía que ser un estado laico, moderno, republicano…pero no es nada de eso. Yo estoy cabreado porque hasta se está confundiendo el ejecutivo con el judicial y el legislativo y eso es un camino mucho más que malo. El ejecutivo como gran hacedor, como el demiurgo de Plotino. ¡Viva la historia de la filosofía!
¡Por Dios! ¡Cómo puedes decir eso, eres mucho más que un hereje!
Querida rubia del Jaguar. ¿Has oído hablar de Descartes? Tú y yo tenemos el mismo problema. Él decía que la “res cogitans” – pensante- y la “res extensa” – material- no podían conectar jamás por ser de distinta naturaleza. Somos dos reses distintas. Tu te empeñas en hacerme preguntas sobre política, religión, filosofía… y yo estoy más por entrar en el terreno rubiales… como más carnal. Claro, así no se puede.
Anda, siéntate, tómate una Alhambra y vamos a hablar del QUIJOTE NEGRO E HISTORICO que es el único evento intelectual que me ocupa la inteligencia – la poca que tengo- y la voluntad – poca también porque casi toda está volcada en mi proyecto rubiales contigo-. ¿Tu Jaguar será capaz de llegar hasta El Pedernoso con la gasolina que proceda? Pues ya te estás preparando para el mayor acontecimiento literario que van a ver los siglos: Ana Lena Rivera y Sandra Aza: “Las herederas de la Singer”; “La niña del sombrero azul” y “Libelo de sangre”. Lo mejor de lo mejor. Ya te estás preparando, hasta con tu lencería más fastuosa, porque te voy a invitar entre los días siete al diez de octubre próximo y vas a enterarte de lo que vale un peine. Literaria, “Pedernosa” y “Salitrosamente” hablando.
Sr. Avilés, ni se le ocurra protestar en Alicante por ninguna de sus virtudes, casi religiosas, como bien sabe, relativas a su falta de civismo por la limpieza de sus calles, excepto las de Diputación y Plaza de la Montañita, y muchísimo menos por las históricas Hogueras de San Juan, fiestas que me encantan personalmente pero con alguna variedad como los horarios de ruidos y la falta de limpieza.
Hablando de los niños le diré que los peores malhechores del Oeste Americano, son los padres.
He dicho.