Cada vez que en política andan de podredumbre hasta el cuello, la policía se convierte en su chivo expiatorio favorito.
s una de tantas, porque no es la primera vez que desde las alcantarillas de la política cuando la corrupción les rodea y les estrangula, aparecen sus aplicados esbirros y con suma dedicación desvían el foco interesadamente hacia otro lado. Concretamente hacia todo lo que tenga que ver con la Policía Nacional y la Guardia Civil, ya sea para poner la lupa sobre alguna intervención policial o sobre algún mando operativo que les incomoda.
Se cuestionan sus intervenciones, se pone en tela de juicio su integridad y se les hace pasar por el juicio del tribunal de la Inquisición mediático. Mientras tanto, en una realidad distópica, se amnistía a corruptos y malversadores, se rinde pleitesía a golpistas fugados de la justicia y se compadrea con los herederos de ETA como si fuesen muy íntimos.
Lavapiés No Go
Debe ser que no les preocupa demasiado que una zona tan característica del centro de Madrid sea un lugar calificado como “zona No Go”. Es curioso que no se alarmen ante la cronificación de la delincuencia, pero si les llama la atención una intervención policial muy concreta. Políticos y periodistas (algunos, evidentemente no todos) se afanan en juzgar una intervención policial en base al extracto de un vídeo editado maliciosamente, sin la menor intención de conocer el motivo real que originó esa intervención y los pormenores de la misma. Sólo les interesa el morbo y señalar a dos policías, calificar su actuación como brutalidad policial racista, omitiendo descaradamente la parte fundamental de la intervención como era el estado ebrio de los detenidos, las amenazas e intento de agresión a una joven en su lugar de trabajo, así como la tenencia ilícita de una tarjeta de crédito que no era de su propiedad, pero claro ésto no interesa.
El odio y la cacería
Desde la tranquilidad de un despacho o desde el sofá de tu casa es muy fácil juzgar en base a un vídeo o a lo que te quieran contar. Lo grave es que no se trata solamente de juzgar, sino que desde ignorancia de algunos y desde la mala intención de muchos, se ha fomentado la burda cacería a los policías generando odio y animadversión hacia éstos y contra todo lo que representan.
Poco temerosos son los promotores de tanto hostigamiento, porque ya sea el propio karma o la severa justicia divina harán que alguna vez ésos mismos que proyectan su bilis contra los agentes, se vean necesitados de la asistencia y amparo y entonces se tengan que tragar sus palabras. No es la primera vez…
Cortinas de humo
Cortinas de humo para distraer a la opinión pública no son la solución. Con un aumento notable de la delincuencia, más vale que se preocupen en dotar y respaldar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. No sólo siguen sin reconocer a la policía y a la Guardia Civil como profesionales de riesgo, sino que a la mínima que pueden muestran con vehemencia su odio hacia ellos.
Nuestro país cada vez va pareciéndose más a la decadente Venezuela bolivariana en vez de a la España que es cuarta potencia de la Unión Europea.
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