Yo creo que las casualidades no existen, sino que ya están simplemente programadas para que ocurran tarde o temprano solo es cuestión del tiempo y del momento exacto, estaba recordando cómo empezó todo y todo empezó por un atrevido mensaje una mañana del 26 de enero del 2023 o sea que en nada un año, una atrevida y desconocida escritora llamada Esther Cabrera (@alexadri78) creyó que su novela podría gustarme y creyó bien, el protagonista, un policía nacional, ya me cautivó.
El libro terminó como se pueden imaginar en mis manos ávida de la lectura me sumergí rápidamente en la historia para conocer al protagonista, una historia que te engulle desde la primera hoja, la adrenalina a tope como van los indicativos Zetas por la ciudad y lo que más me gusta es el trasfondo del protagonista, lo que oculta la apariencia humana, los valores, lo que uno está dispuesto a sacrificar o los propios demonios que uno lleva arrastrando consigo mismo durante años, a veces te das cuenta de que no encajas o la vida te sacude fuerte, el protagonista de esta historia podría ser un policía nacional que podría ser cualquiera de ustedes se verán seguramente reflejados lo sé, se verán con el arma desenfundar y cada uno valorará si está formado o no para la situación que se presenta en las primeras 4 hojas, el miedo es real ustedes lo saben mejor que nadie, la diferencia está en los que son policías de vocación y corazón y quién toman esta profesión tan sólo como un trabajo más, este policía inventado me ha enseñado que todos tenemos un límite, un proceso a veces que superar y que a veces si estás rodeado por personas que creen en ti más que tú mismo te convertirán en un verdadero policía, diría que sacaran a la luz el “sabueso y líder “que hay en ti.
Por más escritores valientes que se tiran a la “piscina” buscando encontrar la conexión con los lectores que buscamos libros que nos hagan vibrar y pensar, que no sean una novela más sino una para recordar y destacar, los libros llegan cuando deben y nos cuentan historias que nos deben obligadamente transmitir, gracias Esther Cabrera por hacerme participe de tu éxito, por ser una super fan de las FFCSSE, por regalarme tu ejemplar y dedicármelo.
Y ahora a partir de aquí comencemos nuestra aventura con nuestros lectores…
Pregunta. – Para empezar hablar de la profundidad del protagonista de este libro primero, por supuesto tendremos que conocer a la escritora del la obra, a si que en tus mano dejo la presentación de ti misma.
Respuesta. – Si el perfil académico dice algo os contaré que soy licenciada en Derecho, experta universitaria en Criminología y que curso estudios de Ciencias Policiales y de la Seguridad. Si a ello sumamos mi facilidad natural para la escritura parece muy obvio que mi destino era escribir novelas policíacas. Y, sin embargo, mis primeros pinitos en la literatura, con diez años, fueron cuentos (publicados algunos en la revista de mi colegio), poemas (mención especial en premio de poesía juvenil a los catorce) y novelas cortas de aventuras con pinceladas fantásticas. Mi eclosión en el ámbito de la novela negra se produjo a los dieciséis. Desde entonces ha sido mi género de referencia, aquel en el que me encuentro más cómoda (aunque también escribo fantasía épica, no podía ser de otra manera siendo súbdita arrodillada de J.R.R. Tolkien). También soy autora de relatos cortos fantásticos y de ciencia ficción, géneros en los que he recibido varios reconocimientos (accésit en el Premio Gandalf 2021 de relato corto y primer premio en los Bilbo 2022 de microrrelato, ambos otorgados por la Sociedad Tolkien Española y primer premio en la II edición de los Premios Yunque Literario 2023 en la categoría de ciencia ficción).
P. – La idea de El Crimen de Santa Olga ¿Cómo nace y se va forjando en tu cabeza poco a poco? ¿Cómo nace el protagonista?
R. – Siempre me ha fascinado el mundo de la investigación criminal, la búsqueda del culpable, de los “por qué” del delincuente y el delito. Por otro lado, si bien admiro a los autores clásicos y sus personajes, no es menos cierto que siempre me ha “molestado” la imagen que transmiten de la Policía. En sus historias los agentes, especialmente torpes, pocas veces dan la talla frente a amateurs especialmente inteligentes, así que me apetecía reivindicar la figura del investigador profesional, del policía entregado y dedicado por completo al esclarecimiento de la verdad. Se puede decir que la obra es un clásico remasterizado. Y lo mismo le sucede al protagonista. En él confluyen rasgos de los personajes tradicionales del género, de la cultura televisiva de los 80-90, de mis propias vivencias y de una profusa documentación. Como curiosidad os diré que le segundo nombre del protagonista es el nombre del primer detective que creé y que el argumento viene a ser una reescritura de mis primeros relatos del género.
P. – Me he dado cuenta en seguida de que el libro revela otras cosas que quizás otros lectores no se habrán dado cuenta o tal vez sí, nunca se sabe, temas a destacar haciendo crítica casi al empiece en las primeras hojas sobre la falta de formación de tiro que tienen los agentes de policía y hace una ligera pincelada a una lacra silenciosa como son los suicidios policiales ¿Cuál es su opinión personal sobre ambos temas?
R. – Como escritora tengo la ventaja de poder poner el foco en los temas que a mí, como ciudadana y como familia y amiga de miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, me preocupan. La falta de medios, personales y materiales, y de formación, es un mal endémico de la Administración. En el ámbito civil tiene un importante impacto económico y social; pero, por suerte, no va más allá, no está en juego de forma directa e inmediata la vida o la seguridad de nadie. Creo que la carencia de medios o la deficiente formación en personas armadas dedicadas a protegernos a pie de calle es peligrosa no solo para la sociedad, sino para los propios agentes. Y aquí nos metemos en otro terreno pantanoso que también se aborda al principio de la novela y que impregna el desarrollo posterior de los acontecimientos. En esas primeras páginas el protagonista se enfrenta a una situación de fuego real. Dejo a criterio del lector, tanto civil como policial, formarse una opinión sobre si la decisión que toma finalmente es correcta o no, si su actuación es proporcionada o no. Como jurista de formación puedo decir el ámbito del Derecho Penal, pocos conceptos jurídicos son tan indeterminados como el de “proporcionalidad”. Es prueba de ello que da para páginas y páginas de jurisprudencia. Sin embargo, se espera que un agente sea capaz de valorar, en una fracción de segundo, si el uso del arma reglamentaria para defenderse de un individuo que amenaza su vida o su integridad, o la de su binomio, o la de un requirente o la de la víctima de un delito, es ajustada o no a derecho, si va a tener consecuencias para su carrera, si va a ser juzgado no solo por un magistrado, sino también por la sociedad. Sobre la otra cuestión, el suicido, es una cuestión que siempre me ha provocado cierta inquietud. En cierta ocasión leí que cada 11 días se quita la vida un agente y que si en la población civil el suicido roza un porcentaje de 8/100.000, una vez aplicados los factores correctores oportunos, la cifra en el ámbito armado es de 25/100.000. Además, la etiología del suicidio es sustancialmente la misma que en la población civil: motivos psicológicos, psiquiátricos, emocionales… pero a la par, significativamente diferente. En el ámbito de las FFCCS hay factores estresores que van más allá, situaciones sostenidas provocadas por el permanente estado de alerta en que tiene que estar un agente de servicio (e incluso fuera de él). Sin embargo y, por lo general, se exige, social e institucionalmente, una entereza que va más allá de los límites de lo razonable. Si a ello sumamos que portan armas tenemos un cóctel explosivo. Entiendo, finalmente, que si hay protocolos para prevenir la drogadicción y el tabaquismo y para reducir la mortalidad en carretera, las autoridades competentes deben velar porque la salud mental y las consecuencias de su alteración dejen de ser un estigma y un problema en el seno de las FFCCS.
P.- Minaya el personaje principal es un policía nacional donde seguro que muchos policías pueden verse reflejados o tal vez conozcan a alguién, quizás algunos leen una historia más pero otros veremos el crecimiento y desarrollo de la vida de una persona y los traumas que soporta, ¿en qué se basó para crearlo?
R. – Quería que fuese un personaje real, tridimensional, que el lector pudiera ver a través de sus ojos, sentirse en su piel. En un hombre comprometido con su trabajo, perseguido a la vez por el fantasma de una pérdida inasumible y por una adicción que lo amenaza en cada situación de estrés. Y aun así logra seguir con su vida. Pero le cuesta, y se cae, y se tiene que levantar, y se vuelve a caer. Imagino que es lo que hace de él un personaje tan atractivo para el lector. A lo largo de la novela lo veremos atravesar las etapas del denominado viaje del héroe, tan frecuente en historias de corte fantástico. Se enfrentará, casi a su pesar, a los problemas y traumas que arrastra y que definen su carácter y evolucionará hasta recuperar el valor y la confianza. Por otro lado me apetecía desmontar la imagen del policía de acción embarcado en una cruzada donde predominan las persecuciones y la pólvora, tan frecuente en la era del thriller, para apostar por un investigador inteligente, perspicaz y analítico. Se puede decir que el protagonista, a pesar de su juventud y de provenir de una unidad de Seguridad Ciudadana, está destinado a convertirse en un detective de vieja escuela en Policía Judicial.
P. – Dicen que los amigos se cuentan con los dedos de una mano, en El Crimen de Santa Olga Minaya ¿es afortunado en este tipo de amigos?
R.- Él no lo sabe, o no quiere saberlo, o no lo llega a comprender del todo, pero es muy, muy afortunado. Valga como ejemplo su compañero de piso, un hombre capaz de cualquier cosa por salvaguardar su integridad emocional. El doctor Saldaña es bálsamo para su mente privilegiada y ofrece un punto de equilibrio a su sesgo huraño y su acusada torpeza social. A él se añadirá, a lo largo de la historia, el inspector jefe Maestre. Se convierte en su mentor y favorecerá su carrera en el Grupo V de Homicidios confiando en él y sus cualidades cuando nadie parece hacerlo. Pero además es una figura que ejercerá de padre y amigo incondicional.
P. – Otro tema que usted Esther enfoca es la falta de vocación policial para entrar a un Cuerpo armado, ¿creé usted que la vocación se puede desarrollar una vez dentro y que ese instinto nato por hacer justicia resurja de donde ande escondido dentro de nuestro ser? ¿Minaya tiene ese instinto de “sabueso” de un buen agente de Homicidios?
R.- Minaya no ha entrado en el CNP por vocación. Él mismo lo reconoce. Pero tiene un sentido del deber muy acusado y maneja cotas de lealtad y compromiso muy elevadas. Eso lo convierte en un gran profesional. Eso es así porque vocación y profesión no van siempre de la mano y eso no supone un problema. La profesionalidad no está reñida con la vocación y viceversa, su falta no tiene por qué ser un obstáculo. Bajo mi punto de vista, es una cuestión de carácter. Va en la persona. Puedo ponerme como ejemplo. El cuerpo y administración para a que trabajo no eran, ni de lejos, mi primera opción cuando me dispuse a opositar y, sin embargo, una vez llegué a mi primer destino asumí como propios principios como el servicio al ciudadano y la lealtad institucional. Respecto al instinto de sabueso y, haciendo mías las palabras de Einstein, si juzgas a un pez por su capacidad de volar, siempre lo considerarás un inútil. Minaya es bueno como patrullero. Pero nadie se ha dado cuenta de que su rapidez mental, sus dotes de observación y su tenacidad son excelentes cualidades para un investigador criminal. El inspector Maestre sabe verlo y lo saca de su zona de confort, una en la que no hacía otra cosa que regocijarse en su ostracismo, y lo obliga a dar un vuelco a su carrera profesional y a su vida en el convencimiento de que puede llegar a ser un agente de Homicidios brillante.
P.- Hablemos del libro en sí y otros “puntos” que a mí se me hayan escapado como lectora.
R.- “El crimen de Santa Olga” es una historia en la que, más allá de lo policial-procedimental propio de cualquiera de este corte, abordo temas muy dispares. Hablo de amor: del paternofilial, no siempre pleno y no siempre sano, y del romántico. El drama amoroso con matices shakespearianos es sal para cualquier historia de cualquier género. Toco también temas como la lealtad, el compromiso, incluso la maternidad, desde la opresiva y castrante, a la que supone la abdicación de los deberes que le son propios, pasando por la figura de esa madre amorosa y comprometida que todos querrían tener.
P. – ¿Habrá una segunda parte tan interesante como la primera?
R.- Estoy en ello. Tiene hasta título. Pero las obligaciones familiares y laborales me dejan muy poco margen últimamente y voy muy despacio. Aun así, en algún momento, verá la luz.
P. – ¿Cuáles son los nuevos proyectos de Esther Cabrera?
R. – Como comenté anteriormente también soy escritora de novela fantástica. Espero poder publicar, a lo largo de 2024, una fantasía épica que estoy segura agradará no solo a los fans del género, sino también a los lectores de novela histórica y de aventuras. Mientras, sigo escribiendo microrrelatos y relatos cortos de cualquier género y para cualquier proyecto o concurso que se me cruce en el camino.
Gracias Esther Cabrera (@alexandri78 Instagram) por este homenaje de tu libro en un pequeño resumen para nuestros lectores estoy segura que les encantará conocerte y conocer a éste buen policía que tiene tanto que enseñarnos, un placer leerte siempre que publicas algo y seguir aprendiendo de ti.