Juan Goméz*
No pretendo glosar la historia de los llamados actualmente Vigilantes de Seguridad. Se puede acudir a Internet y podemos leer todas las leyendas, teorías y verdades sobre el nacimiento de lo que hoy se da en llamar Seguridad Privada. Parece, según se data, que fue durante el reinado de Isabel ll , la soberana regente.
Inmersos en datos que daremos por ciertos, podemos decir que la constitución de estos se produce cinco años después del nacimiento de la Guardia Civil y veinticinco desde lo que hoy conocemos como Policía Nacional. Pasamos a existir y a depender en primer lugar del instituto armado y siglo y medio después a ser competencia casi exclusiva de Policía Nacional.
Por tanto podemos considerar que nunca hemos tenido una autonomía propia. Se podría establecer una comparativa entre aquellos inicios y la actualidad y siendo críticos hasta la saciedad, debemos reconocer que como decía el dicho…”cualquier tiempo pasado fue mejor”. Analizamos un poco.
Ayer.
Aquellos vigilantes tenían:
- Autoridad.
- Presunción de Veracidad ante procedimientos penales.
- Permiso para detener.
- Licencia para disparar e incluso matar.
- Carabina, bayoneta y sable.
Hoy.
175 años después no existe la consideración de Autoridad. Carecemos del principio de veracidad y nuestra palabra tiene el mismo peso de cualquier civil. La detención está cogida con pinzas. Se contempla la no utilización de armas. Y se acude a las incidencias (las que sean) con unos grilletes y una defensa.
A mi entender no hemos evolucionado absolutamente nada. Si al menos hubiésemos ido hacia atrás, nos encontraríamos con todas esas ventajas que nuestros ancestros pudieron disponer.
Por lo tanto el sector está en un estancamiento generalizado que ni avanza, ni retrocede. Simplemente existimos en un limbo premeditado y conveniente que como una raíz aferrada a la tierra, no deja salir esos brotes verdes que hagan que la Seguridad Privada tenga el futuro que merece y deje de estar reconducida por intereses de todo tipo.
Aniversario sin celebraciones y con más penas que glorias.
Plantear por unos minutos la desaparición de la Seguridad Privada, mejor dicho, la no existencia de los Vigilantes de Seguridad.
Este es el camino marcado por empresas con instalación de sistemas, sindicatos, gobiernos de turno y esa sociedad que no valora a los uniformados, sean públicos o privados. Sentencia de muerte de una profesión.
Una solución posible para que los vigilantes de seguridad tengan la condición de “autoridad” sería la vaga general de todos los empleados de seguridad de España.
Que se dé esa situación es sumamente difícil, ya que los trabajadores de seguridad están divididos en diferentes empresas, a esto se suman los diferentes servicios a los que prentan servicio y están sugetos.
Es el sector más monopolizado y es sumamente difícil que esto canbie mientas sigan así.
Para que la seguridad sea considerada una figura de agente de la autoridad, debería establecerse una formación mucho más amplia y no me refiero al curso obligatorio de 20 horas al año que los vigilantes deben hacer por ley.
Si queremos que los vigilantes de seguridad sean considerados agentes de la autoridad, la formación de este sector debería ser mucho más exigente y no tan laxa, ya que para ser vigilante de seguridad, los procesos de formación hasta que se es vigilante de seguridad, son demasiado fáciles, casi regalado, por esa formación no se puede pretender ser agente de la autoridad con una preparación tan asequible.