100 días se cumplen de una de las últimas barbaries que el hombre es capaz de cometer. La invasión de un país fronterizo y por ende el exterminio indiscriminado de una población civil que aunque aferrados a su tierra, tienen que huir a causa de los continuos bombardeos a los que son sometidos.
Los que tenemos canas desde hace tiempo, vivimos en Europa el desmembramiento de Yugoslavia y la lucha fratricida que llevó a dividir un país en varios.
Tras esa cruenta guerra, que no era la primera en la zona, hubo dos contiendas anteriores, parecía que el ser humano había aprendido la lección y que era inviable que la vieja Europa se volviera a teñir de rojo.
He aquí que un individuo con sueños caducos y trasnochados, decide invadir a un vecino que en otros tiempos formaba parte de su comunidad, pero que decidieron un día tomar un rumbo distinto. Este “zar” venido a menos parece querer recuperar a aquellas republicas que en su momento hicieron grande a Rusia, aunque sólo fuera por su extensión.
100 días en los que se ha puesto de manifiesto que mantener una OTAN,ONU o CEE, no ha servido de mucho. El invasor masacra impunemente a civiles en los que hay victimas de muy corta edad y la Comunidad Internacional es incapaz de desactivar este conflicto.
No hay ningún pretexto geopolítico o geoestratégico que justifique esta barbarie. Las bombas del invasor llevan muerte y destrucción a una población civil que resiste, pero que sin una mesa de dialogo que frene estos ataques, sólo cabe contar victimas cada día.
Cuentan que su abuelo fue cocinero de Lenin y Stalin, que no sé si es una buena carta de recomendación o no.
También que tuvo madre. Se sabe que también tuvo padre, al menos coincide en el nombre y apellido. Es difícil, muy difícil el justificar que alguien nacido de las entrañas de un ser humano, pueda asesinar atrozmente, con alevosía y premeditación a otros semejantes.
Mientras, la OTAN viene a nuestro país para celebrar el 40 Aniversario de nuestro ingreso en la misma. Esperemos que a ninguno de nuestros países fronterizos se le ocurra invadirnos, ya que este organismo sólo contaría para defendernos con ágapes y viandas de sus celebraciones.
Ante estos crímenes de guerra impunes ,¿quién sentará al “zar rojo” en un banquillo?.
Autor: Juan Gómez